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ESCAPADAS DE INVIERNO

Los 5 pueblos más lindos de España para visitar en invierno

España tiene pueblos de invierno que figuran entre los más encantadores de Europa, perfectos para una escapada fría y tranquila.

El invierno en España tiene esa mezcla de quietud y encanto que transforma a muchos pueblos en escenarios perfectos para desconectar. Las luces cálidas en calles de piedra, los bares que sirven guisos humeantes, las montañas nevadas o la niebla que envuelve cascos históricos hacen que diciembre, enero y febrero sean meses ideales para viajar sin multitudes.

De los cientos de pueblos recomendados cada año por guías de viaje, rankings turísticos y listados oficiales, seleccionamos cinco que se vuelven especialmente magnéticos en invierno: perfectos para caminar, para comer bien y para sentirse lejos del ruido.

1. Albarracín (Teruel, Aragón)

Albarracín es uno de los pueblos más fotografiados de España y, según los lectores de El País, el más bonito del país. De apenas unos 1.002 habitantes, este pueblo en invierno se vuelve casi irreal: las casas rojizas, construidas con el yeso característico de la zona, adquieren nuevos matices con la luz fría, y la niebla que baja desde la sierra envuelve las murallas como si fueran un decorado medieval.

El paseo por Albarracín es una experiencia completa. Se pueden recorrer las murallas al atardecer, entrar en la Catedral del Salvador (una joya del siglo XVI con detalles mudéjares y renacentistas) o caminar sin rumbo por la Plaza Mayor y sus calles estrechas, donde balcones de madera y puertas antiguas mantienen la esencia histórica intacta. En invierno, la mezcla de piedra húmeda, silencio y aire frío lo convierte en uno de esos lugares donde el tiempo parece detenerse.

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Albarracín, joya medieval entre murallas.

Albarracín, joya medieval entre murallas.

2. Trujillo (Cáceres, Extremadura)

La Plaza Mayor de Trujillo en invierno es una postal silenciosa: la estatua ecuestre de Pizarro recortada contra un cielo gris, los soportales en penumbra y el castillo vigilando desde lo alto. El pueblo ocupa el segundo puesto entre los más visitados de España según el ranking de Civitatis publicado por El Español. Su patrimonio está entre los mejor conservados del país y solo cuenta con alrededor de 9.100 habitantes. Aunque se la denomina “pueblo”, administrativamente es considerada una ciudad.

Caminar por Trujillo implica subir hacia el castillo (con vistas inmensas a la estepa extremeña), entrar en iglesias medievales como Santa María la Mayor, recorrer palacios renacentistas como el de los Duques de San Carlos o el de Orellana-Pizarro y descubrir pequeñas plazuelas donde el tiempo parece haberse detenido. En invierno, las tabernas locales se sienten más acogedoras, perfectas para terminar el día con vino y tapas típicas de la zona.

3. Santillana del Mar (Cantabria)

Apodado “el pueblo de las tres mentiras” (ni es santo, ni llano, ni tiene mar), Santillana del Mar es uno de los rincones más cuidados y mejor preservados del norte de España. Situado en Cantabria, tiene alrededor de 3.900 habitantes. En invierno, con menos turistas, el pueblo recupera su calma original: calles empedradas húmedas, casonas blasonadas del siglo XVIII, fachadas con enredaderas secas y un aroma constante a chimenea.

Además del encanto del casco histórico, Santillana tiene uno de los mayores atractivos culturales del país: el Museo de Altamira, que reproduce la célebre cueva paleolítica. De noche, el casco antiguo se ilumina con faroles cálidos que acentúan su estética medieval, y los cafés tradicionales ofrecen quesadas, sobaos y otros productos típicos. Para quienes disfrutan caminar, los alrededores ofrecen senderos verdes incluso en plena temporada fría.

4. La Alberca (Salamanca, Castilla y León)

La Alberca, dentro de Castilla y León, reúne cerca de 1.100 habitantes y representa el invierno serrano en estado puro. Sus casas de piedra y entramado de madera, los balcones antiguos, las calles irregulares y el humo que sale de las chimeneas crean una atmósfera difícil de igualar. Fue, además, el primer pueblo de España declarado Monumento Histórico-Artístico, lo que explica su preservación impecable.

En los meses fríos, recorrer su plaza mayor, entrar en pequeñas tiendas artesanales, probar embutidos de la zona o caminar hacia los senderos de la Sierra de Francia son planes casi obligatorios. La nieve, cuando llega, transforma al pueblo en una auténtica postal. La gastronomía es parte central de la experiencia: jamón de Guijuelo, hornazos, platos de cuchara y carnes de la sierra que hacen que cualquier almuerzo se convierta en un refugio contra el frío.

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La Basílica de Santa María la Real de Covadonga, uno de los santuarios más emblemáticos de Asturias, en pleno corazón de los Picos de Europa.

La Basílica de Santa María la Real de Covadonga, uno de los santuarios más emblemáticos de Asturias, en pleno corazón de los Picos de Europa.

5. Cangas de Onís (Asturias)

Cangas de Onís se encuentra en Asturias, tiene cerca de 6.400 habitantes y es considerada la puerta de entrada a los Picos de Europa. En invierno adquiere una belleza especial: el puente romano envuelto en bruma, los ríos caudalosos tras las lluvias, el verde intenso de Asturias y las cumbres nevadas al fondo. Es un pueblo ideal para quienes quieren combinar naturaleza fría con vida local y gastronomía contundente.

Desde el pueblo se accede a la Basílica de Covadonga, uno de los santuarios más importantes de España, y a los Lagos de Covadonga (si el acceso está abierto en invierno). Sus rutas de montaña, incluso en días fríos, permiten disfrutar de paisajes espectaculares. Y la cocina asturiana (fabada, cachopo, chorizo a la sidra y quesos de la zona) se vuelve todavía más tentadora cuando la temperatura baja.

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