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ELOGIO DE LA LOCURA

Javier Milei, entre Raúl Alfonsín, Fernando De la Rúa y Mauricio Macri

Despabilando al peronismo. Lo de Javier Milei y Donald Trump ya casi no sirve. Hay un desinfle onda Raúl Alfonsín, Fernando De la Rúa y Mauricio Macri.

A pesar del triunfo electoral del oficialismo el 26/10/2025, no todo lo que brilla es oro. Una ola triunfalista invadió el escenario político y se proyectó a nivel internacional por la alianza consecuente entre Javier Milei y Donald Trump. Sin embargo, la historia argentina enseña que los arranques de euforia suelen desinflarse rápido. Pensemos en los dos primeros años de Raúl Alfonsín, Fernando De la Rúa, Mauricio Macri.

El liderazgo internacional de Milei es relativo y camina por la cuerda floja. Tendrá que consolidarlo con políticas públicas. Lo demás es comidilla mediática para incautos.

Es cierto que el peronismo atraviesa por una crisis de liderazgo. El presidio de Cristina Kirchner es un baldón. Y el electorado independiente continúa espantándose. Pero la situación económica es catastrófica y el consumo popular no repunta. Se pierden por día más de 400 empleos registrados.

La Reforma Laboral propuesta difícilmente logre mejorar el nivel de ocupación en los próximos dos años. La media sanción del Presupuesto en Diputados ha sido una derrota para los libertarios envalentonados por el envión de octubre.

Por tanto, el panorama ofrece un damero de circunstancias a dilucidar (y discernir) que convendría tener en cuenta.

Fracaso legislativo

Por más anabólicos que el oficialismo les insufle a sus operadores todo terreno, la aprobación del Presupuesto en Diputados ha sido un soberano fracaso legislativo. Para colmo la elección de integrantes de la Auditoría General de la Nación (AGN) provocó un cimbronazo en las filas del macrismo.

La AGN, órgano clave de control institucional, se convirtió en un recordatorio de que la gobernabilidad no se mide solo con el rasero de los votos, sino en capacidad de equilibrios.

La oposición peronista se encargó de echarle sal a la herida abierta en Diputados. Para la ira presidencial, el gobierno perdió, según señalan desde el peronismo legislativo:

  1. La eliminación del subsidio por zona fría en el gas.
  2. La eliminación del ajuste por movilidad en AUH y AAFF.
  3. No pudo derogar la emergencia en discapacidad.
  4. No pudo eliminar la ley de financiamiento universitario.
  5. Perdió la eliminación del régimen de Pensiones No Contributivas.
  6. No pudo llevar adelante el negociado por US$ 3.500 millones con Edenor, Edesur, Pampa Central Puerto y otros, en el paquete de reconocimiento innominado de deudas.
  7. El sistema que quiso imponer para eludir sus obligaciones con la CABA y el Poder Judicial de la Nación con lo cual deberá pagar al Consejo de la Magistratura sin más y enviar una ley específica para la capital.

Estas 7 pérdidas obligaron al oficialismo a reconocer que el Presupuesto, así como fue aprobado, no le sirve. Y si no le sirve es porque fracasó. Punto y aparte.

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Luis Caputo, alias 'Toto': En 2025 igual que con Mauricio Macri, pero peor.

Luis Caputo, alias 'Toto': En 2025 igual que con Mauricio Macri, pero peor.

Poder sindical

El sindicalismo peronista continúa siendo una materia desaprobada por la intelectualidad progresista y liberal. Nadie, desde 1983 a la fecha, ha logrado modificar la estructura del poder sindical que proviene de los años 70 y antes también.

Con una pata en el Pacto de Mayo, los crédulos creyeron que la CGT estaba atada a la suerte del oficialismo. Error. La CGT, por más discurso destemplado que pronuncie en boca de algunos de sus dirigentes supuestamente “combativos”, nunca renunciará a garantizar no solo los derechos laborales de sus afiliados, sino también a salvaguardar la democracia y el sistema republicano de gobierno.

Es el legado de Vandor y no de Ongaro. Es la doctrina humanista, nacional y cristiana y no el trotskismo que marea a algún joven desprevenido. Es la figura de Rucci que siempre emerge y no la de Tosco. Mal que les pese a los guevaristas de Palermo Soho.

La reforma laboral, cualquiera sea su destino en el Congreso de la Nación, no le quitará poder al sindicalismo peronista, que sabe defender sus conquistas, más allá de la cuota sindical obligatoria o de las obras sociales denostadas por la tilinguearía libertaria.

De izq. a der.: Augusto Vandor, John William Cooke, Juan Perón y Andrés Framini.
De izq. a der.: Augusto Vandor, John William Cooke, Juan Perón y Andrés Framini. ¿Qué es el peronismo?

De izq. a der.: Augusto Vandor, John William Cooke, Juan Perón y Andrés Framini. ¿Qué es el peronismo?

CGT y PJ

El sindicalismo peronista está más preocupado por el devenir institucional del Partido Justicialista que por la reforma laboral. ¿Por qué? Veamos.

El peronismo no es un partido obrero. Es un partido de poder, pluriclasista, con anclaje sectorial y representativo en el sindicalismo, hoy por hoy sin la incidencia de otra época por la lógica evolución de la tecnología y los nuevos empleos que de ella derivan. Pero ese poder social persevera en manos del sindicalismo, aun menguado. Cualquier proyecto político del peronismo nacional, que se formule por fuera del sindicalismo, nacerá muerto.

Y aunque algunos de sus dirigentes conduzcan sus sindicatos desde hace varios años, eso no implica que no se hayan actualizado. Ahí radica el error de la intelectualidad progresista y liberal que consideran dinosaurios a líderes gremiales de la talla de Gerardo Martínez (UOCRA), Dante Camaño (Gastronómicos), José Luis Lingieri (Obras Sanitarias), Armando Cavalieri (Cimercia) o Andrés Rodríguez (UPCN), dejando de lado sus posiciones coyunturales.

Por tanto, el peronismo tendrá que sentarse a la mesa a definir un proyecto de futuro con el liderazgo sindical actualizado. Caso contrario, seguirá hablando para la estudiantina, con serios riesgo de dividirse, que es el plan de los libertarios para reelegir a Milei en 2027.

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"Milei está políticamente débil y que necesita imperiosamente de sus aliados para sancionar leyes y construir un escenario de gobernabilidad con estabilidad y mejoramiento económico."

"Milei está políticamente débil y que necesita imperiosamente de sus aliados para sancionar leyes y construir un escenario de gobernabilidad con estabilidad y mejoramiento económico."

Colofón

La democracia demanda equilibrios institucionales. Milei se ha calzado el traje de negociador, pero le queda grande. Su matriz es confrontativa y extremista. Corre con la ventaja del triunfo electoral de octubre contra todas las previsiones. Dirigentes de su círculo aúlico como Martín Menem y Santiago Caputo revalidaron títulos y demostraron que son hábiles políticos con las argucias de la tradición democrática. La incorporación al elenco estable oficialista de Diego Santilli adiciona una cuota de racionalidad que el ociialismo antes de su llegada no tenía.

Nuestra tesis es que Milei está políticamente débil y que necesita imperiosamente de sus aliados para sancionar leyes y construir un escenario de gobernabilidad con estabilidad y mejoramiento económico. Como así también de la división opositora. Su grito de guerra es: “que la oposición se parta como un queso y en mil pedazos”. Sin embargo, su dependencia internacional de Trump también debilita cualquier esperanza en torno a su invulnerabilidad conductiva. Pero, como afirma Jorge Asís, Milei “sabe que cada vez que hace de loco le sale bien”.

Será cuestión de que en el peronismo tomen nota y de que arrecie la locura… O que al menos, sus principales líderes desenfunden sus espadas y se animen a la creatividad, a la osadía, a la rebelión originaria del 17 de octubre de 1945.

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