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NUEVO ESCENARIO EN MEDIO ORIENTE

Donald Trump prioriza a Qatar, Israel ya no entiende a USA y el Golfo Pérsico en transición

Qatar es global y multifacético: base aérea de USA y refugio de talibanes y Hamás. Binario, Israel no lo entiende pero Donald Trump sí. Y Tel Aviv sufre.

Pobre Josué Leifer, judío-estadounidense que ya no entiende a muchos judíos estadounidenses y menos a los estadounidenses no judíos. Donald Trump está fascinado con Qatar y no con Israel. Le encanta Arabia Saudita y más Emiratos Árabes Unidos. Quiere tener buenas relaciones con Siria y desea que Riad, no Tel Aviv, enderece el Líbano.

Sin embargo, el propio Josué Leifer explicó la distancia entre los judíos estadounidenses e Israel. En su libro 'Tablets Shattered: The End of an American Jewish Century and the Future of Jewish Life' (Tablas destrozadas: El fin de un siglo judío estadounidense y el futuro de la vida judía): ¿Por qué, entonces, intenta cuestionar a Donald Trump, quien ni siquiera es judío?

"(...) el establishment judío estadounidense es quizás menos representativo de la vida judía estadounidense que nunca. Una encuesta reciente encargada por las Federaciones Judías de Norteamérica reveló que el 62% de los judíos estadounidenses afirma que "a veces les resulta difícil apoyar las acciones de Israel y su gobierno". Sin embargo, la perspectiva de quienes se sienten, a la vez, avergonzados por la brutal persecución israelí de la guerra y comprometidos con la seguridad y el florecimiento de la vida judía en Israel y la diáspora, ha encontrado escasa representación en la vida judía institucional tradicional. (...)".

De todos modos Leifer escribió en el diario Haaretz, de Tel Aviv, un texto que tituló 'De Jerusalén a Washington D. C., el ascenso de Qatar es un sombrío indicador de la muerte de la democracia'.

Muy interesante un comentario de un lector del propio medio de comunicación:

Miramar: "(...) Al menos Qatar nunca ha pretendido ser una democracia, y mucho menos "la única democracia en Oriente Medio" como lo hace Israel (pero solo para sus ciudadanos judíos), no para la población "mitad diablo mitad niño" y cautiva. En su intento de desmitificar, al tiempo que señala los éxitos de Qatar en materia de relaciones públicas, el artículo apenas disimula su alegría por el mal ajeno."

Si un judío 'aperturista' como Leifer, que escribe en un diario 'progre' como Haaretz, está escandalizado, imaginen lo que estará sucediendo en el goberante Likud y sus aliados, más a la derecha aún: esta sensación de 'pérdida de exclusivismo', que para algunos es de 'abandono' ocurre durante un gobierno conservador en USA. No es el Donald Trump que esperaban pero no lo pueden decir.

Pero Benjamin Netanyahu y sus asociados deberían contemplar que, de todos modos, Trump es lo mejor que les podría suceder porque dentro de MAGA (Make America Great Again) y el 'trumpismo duro', hay gente mucho más belicosa con Israel. Ni hablar de los 'liberales' estadounidenses....

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Cumbre árabe-islámica de emergencia convocada tras el ataque israelí que mató a líderes de Hamás en la capital de Qatar, un hecho denunciado por Riad como un “acto agresivo”.

Cumbre árabe-islámica de emergencia convocada tras el ataque israelí que mató a líderes de Hamás en la capital de Qatar, un hecho denunciado por Riad como un “acto agresivo”.

Donald Trump

Trump rescata una antigua 'visión' de Angela Merkel acerca del conflicto en Medio Oriente. Desde Alemania se promovía una suerte de 'mercado común' o 'alianza de libre comercio' como una etapa superadora de los desagarros tribales, nacionalistas y supremacistas.

Trump tiene una lógica comercial, algo que es un acierto porque permite una inmediata coincidencia de base con las Casas Reales de Arabia Saudita, Qatar y Emiratos Árabes. Así fue como Occidente pudo explotar el petróleo de Medio Oriente durante décadas.

El problema tanto de Merkel como de Trump es Israel, curiosamente, donde los acuerdos se pretenden bilaterales, no multilaterales, y cargados siempre con el deseo de 'controlar' la operación a través de una superioridad bélica que hoy día no es garantía de mucho, con la cesión de los F-35 de USA a Arabia Saudita, comienza a poner en entredicho.

Israel ganó en Gaza, Líbano e Irán pero no consiguió mucho más que una deuda pública abultada. Los verdaderos ganadores son las diferentes Casas Reales.

Y a Trump parece fascinarle.

Ni Arabia Saudita ni Qatar (2 ganadores de la crisis) tienen relaciones diplomáticas y comerciales con Israel.

Ambos supeditan cualquier diálogo al reconocimiento previo de Israel de 2 países (Israel y Palestina), en igualdad de derechos.

Y ambos (Qatar y Arabia Saudita) son aliados de Trump. El escenario es malo para Netanyahu y los suyos.

En el caso específico de Qatar, es una monarquía que ha logrado convertirse en algo más o menos parecido a lo que la Torá llamaba 'ciudades refugio'. Los asesinos accidentales (sin premeditación) podían encontrar refugio en 6 localidades señaladas previamente en el antiguo Israel: Cedes, Siquem, Hebrón, Béser, Ramot y Golán (este del Jordán), estableciendo un sistema de justicia imparcial para israelitas y extranjeros.

Por supuesto que era le anticipo de quien vendría mucho más adelante pero es una cuestión propia de teología. En el caso de Qatar no son 'asesinos sin premeditación' pero sí líderes que buscan un lugar seguro para sus negociaciones.

En el caso del Talibán ocurrió la curiosidad que durante la guerra con USA, sus referentes vivían en Doha, muy cerca de una enorme base militar estadounidense. Y a nadie se le ocurrió modificar el 'statu-quo'.

Pero Israel cometió la imbecilidad de atacar a Qatar cuando había una reunión habilitada por USA de líderes de Hamás. Fue un antes y un después en la relación entre Trump y Netanyhau.

¿Qué es lo que no entendió Leifer?

vice chino qatar
Vice de China en Qatar: Trump conoce los guiños de Beijing, y eso lo decidió a la ofensiva en el Golfo Pérsico.

Vice de China en Qatar: Trump conoce los guiños de Beijing, y eso lo decidió a la ofensiva en el Golfo Pérsico.

El texto:

Vayamos al texto, entre melancólico y conspiranoico, del periodista mencionado:

"De los muchos síntomas de nuestra era posdemocrática, uno de los más reveladores es sin duda el floreciente romance interpartidista con los Estados del Golfo. Mientras líderes mundiales y figuras influyentes globales, así como diplomáticos y activistas, llegaban a Qatar para el Foro de Doha 2025 a principios de este mes, la ironía era especialmente evidente.

Qatar, un estado monárquico y teocrático en el que apenas el 13 por ciento de la población son ciudadanos –la mayoría de ellos trabajadores migrantes asiáticos y del sur de Asia prácticamente sin derechos, a menudo mantenidos en condiciones cercanas a la esclavitud–, ha asumido, a los ojos de muchos, el papel de defensor global de los derechos humanos, modelo de buen gobierno y garante de la estabilidad en un período de turbulencia global.

Lo importante es su significado. Hubo una época en que la afirmación de un Estado de ser una democracia era fundamental para su legitimidad internacional y central para su imagen en el escenario mundial. Incluso países que no eran ni democráticos ni republicanos —que, de hecho, eran regímenes despóticos o dictaduras— añadían esos calificativos a sus nombres porque incluso su cínica aplicación era necesaria en un mundo donde la democracia seguía siendo el sueño de las masas.

Eso ya no es así. La celebración descarada de las monarquías hereditarias hipercapitalistas del Golfo refleja el fin de la democracia como lo que los marxistas del siglo pasado llamaban un «horizonte emancipador», una visión de mayor igualdad y libertad en el futuro. El sueño democrático ha perdido adeptos, y un ideal diferente lo ha sustituido: el consumo desenfrenado y espectacular, sumado a la negación de las libertades políticas más rudimentarias.

Últimamente, la admiración por el modelo del Golfo se ha convertido en una especie de mínimo común denominador de la alta política global . Ofrece algo para todos los gustos: desde tecnócratas de la UE con trajes oscuros, horrorizados por la revuelta populista que arrasa el Viejo Continente, hasta trumpistas de Silicon Valley con los ojos muy abiertos que fantasean con instalar un César estadounidense.

En el papel, parecerían tener poco en común entre ellos, y mucho menos con los príncipes Khalijee, pero en lo que todos están de acuerdo es en que es mejor mantener las decisiones más importantes fuera de las manos de las poco fiables manifestaciones.

Durante el Foro de Doha, Tom Barrack , embajador de la administración Trump en Turquía y enviado especial a Siria, acaparó titulares por su comentario de que el tipo de régimen que "mejor ha funcionado" en Oriente Medio es la "monarquía benevolente". El comentario de Barrack se matizó por su especificidad geográfica, pero no fue difícil verlo como una confesión de mayor alcance, destinada a extenderse más allá de la región.

Después de todo, el jefe de Barack Obama, el presidente estadounidense Donald Trump, no ha ocultado su admiración por los palacios dorados y la falta de prensa libre que caracterizan al Golfo.

Muchos en el mundo Trump se han aprovechado de la generosidad del Golfo, en particular de Qatar. La aceptación por parte de Trump de un jet privado de 400 millones de dólares procedente de Qatar es quizás el ejemplo más grotesco, pero Jared Kushner y Steve Witkoff han cerrado acuerdos con inversores qataríes que ascienden a cientos de millones de dólares. La fiscal general de Trump, Pam Bondi, y el director del FBI, Kash Patel, fueron cabilderos pagados de Qatar antes de asumir sus cargos en el gobierno estadounidense. Y no son los únicos.

En Estados Unidos, la aceptación del dinero del Golfo es un fenómeno bipartidista. La Fundación Clinton recibió una donación de siete cifras de Catar en 2016. En 2022, el general retirado de la Marina John Allen renunció a su cargo de presidente de la Brookings Institution después de que el FBI iniciara una investigación sobre su trabajo para el gobierno catarí. Expolíticos demócratas como el congresista de Michigan Bart Stupak y el congresista de Virginia Jim Moran se han convertido en lobistas de Catar, al igual que los exjefes de gabinete del senador demócrata Chris Murphy, el representante demócrata de Florida Charlie Christ y el representante demócrata de Illinois Bobby Rush.

En otras palabras, si la administración Trump está llena de dinero catarí, también lo están sus supuestos adversarios. En los últimos cinco años, Catar donó más de 9,1 millones de dólares a importantes centros de investigación estadounidenses, como Brookings y el Middle East Institute. Mientras la administración Trump ha lanzado una ofensiva contra la educación superior, Catar ha donado más de US$ 6.000 millones a universidades estadounidenses, entre ellas Cornell, Texas A&M, Carnegie Mellon, Northwestern y Georgetown, desde 2001.

Esa es la estrategia de Qatar: juega con dos bandos. De esta manera, su enfoque de la política estadounidense refleja cómo se transformó en un actor importante en el escenario global. En países como Estados Unidos, el desembolso bipartidista de fondos por parte de Qatar significa que ni la izquierda ni la derecha pueden criticar eficazmente su influencia sin correr el riesgo de caer en una hipocresía flagrante.

De igual manera, a nivel global, Qatar se aísla de las críticas y protege sus intereses. Por ejemplo, recluta a los colaboradores más cercanos del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y al mismo tiempo canaliza millones de dólares a Hamás. Qatar alberga a 10.000 soldados estadounidenses en la base de Al Udeid y la administración Biden le otorgó el estatus de importante aliado no perteneciente a la OTAN. Sin embargo, también mantiene estrechas relaciones con la República Islámica de Irán, país que Estados Unidos, en colaboración con Israel, bombardeó durante la guerra de 12 días del pasado junio.

A pesar de un historial infamemente desalentador en materia de derechos de los migrantes y los trabajadores, el gobierno de Qatar donó, en 2025, más de US$ 1.500 millones a la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios.

Para ser justos, desde una perspectiva que podría llamarse realista, todo esto refleja una notable astucia. Bajo el liderazgo del jeque Tamim bin Hamad al-Thani, Qatar se ha convertido en la nueva nación indispensable en medio del recrudecimiento de los conflictos globales generalizados. Al mantener buenas relaciones —o mejor dicho, al repartir dinero— con casi todo el mundo, Qatar se ha permitido actuar como mediador y solucionador de conflictos en un mundo cada vez más multipolar. Para ser justos, desde una perspectiva que podría llamarse realista, todo esto refleja una notable astucia. Bajo el liderazgo del jeque Tamim bin Hamad al-Thani, Qatar se ha convertido en la nueva nación indispensable en medio del recrudecimiento de los conflictos globales generalizados. Al mantener buenas relaciones —o mejor dicho, al repartir dinero— con casi todo el mundo, Qatar se ha permitido actuar como mediador y solucionador de conflictos en un mundo cada vez más multipolar.

Hay que reconocer el mérito: Es casi imposible imaginar que se hubiera alcanzado un alto el fuego en Gaza si no fuera por la presión que Qatar ejerció sobre la administración Trump. Muchos en la comunidad internacional —si es que aún es posible hablar de ello— tienen razón al afirmar que el surgimiento de Qatar como fuerza diplomática de contrapeso significa que podría lograr una resolución definitiva del conflicto entre Israel y Palestina.

Sin embargo, el ascenso del Golfo —simbolizado quizás con mayor claridad por el ascenso de Qatar— sigue siendo un sombrío indicador de nuestra época. Se suponía que los reyes y las familias reales serían cosa del pasado; en cambio, a medida que el modelo del Golfo se globaliza, se han convertido en un presagio del futuro. El avance de la democracia iniciado por la Revolución Francesa en 1789 se ha detenido e incluso revertido.

Quizás el mundo autocrático emergente, donde la vigilancia de alta tecnología es omnipresente y la IA gobierna en lugar de las personas, sea más estable; esa es la propuesta actual de los Estados del Golfo, aunque la historia da motivos para el escepticismo. Ciertamente, no será más libre."

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