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LULA CONTRA EL CONGRESO

Brasil en punto de quiebre y un mercado que comienza a temblar

La tensión política, el déficit y la desaceleración empujan a Brasil a un escenario frágil donde los mercados ya descuentan menor crecimiento y más riesgo.

Brasil atraviesa uno de los momentos más delicados de los últimos años. La tensión política escaló, el frente fiscal se deteriora, la economía pierde velocidad y las grandes empresas ya se preparan para un ciclo de dividendos más pobre. Una combinación explosiva que empieza a preocupar tanto a los inversores como a los propios brasileños.

Lo que está pasando en el gigante sudamericano no es un tema más del mapa regional. Impacta en el humor del mercado, en los flujos hacia emergentes y en la estabilidad de la economía más grande de América Latina.

Lula gobierna con el Congreso en contra

El presidente Luiz Inácio Lula da Silva enfrenta una paradoja cada vez más evidente. Ganó con un discurso de estabilidad, pero hoy se mueve en un escenario que roza la ingobernabilidad. La relación con el Centrão —el bloque que controla tanto Diputados como el Senado— entró en fase de conflicto.

Y sin ese armado político, ninguna ley fiscal o económica tiene chances de avanzar. Y sin ese armado político, ninguna ley fiscal o económica tiene chances de avanzar.

El Gobierno necesita aprobar medidas para frenar el deterioro de las cuentas públicas, pero el Congreso le cierra la puerta. Y mientras la disputa crece, también crece la desconfianza.

La parálisis legislativa es tan seria que ya comienza a sentirse en la actividad, la inversión y el dólar. La parálisis legislativa es tan seria que ya comienza a sentirse en la actividad, la inversión y el dólar.

Déficit elevado y deuda que preocupa

El corazón del problema es fiscal. Brasil arrastra un déficit estructural que no encuentra corrección. El ministro de Hacienda, Fernando Haddad, prometió equilibrio primario en 2025, pero las metas se desarman rápidamente. Los ingresos tributarios llegaron inflados y la resistencia política a cualquier aumento impositivo deja al Gobierno sin margen de maniobra.

A esto se suma una deuda pública que ya pisa el 76% del PBI y que crece más rápido de lo previsto. A esto se suma una deuda pública que ya pisa el 76% del PBI y que crece más rápido de lo previsto.

El mercado mira esa cifra con alarma porque, combinada con una política monetaria extremadamente dura, deja al país en una situación vulnerable.

Las tasas están en 15 por ciento desde mediados de 2025, un nivel que enfría toda la economía y golpea el crédito. El resultado: más recesión en los sectores sensibles, menos inversión y un consumo que pierde fuerza.

La economía se frena

Brasil había crecido 3,2% en 2024, pero ese impulso quedó atrás. El PBI se desacelerará a 2,3% este año y apenas 2,4% en 2026. El combo de tasas altas, trabas políticas y un clima de negocios incierto genera un deterioro que ya se filtra en los balances corporativos.

Incluso los gigantes del mercado sienten el ajuste. La desaceleración no solo enfrió inversiones, también afectó la capacidad de las empresas para sostener dividendos robustos, un tema central para millones de brasileños que dependen de esa renta como complemento de ingresos.

Según las proyecciones, las distribuciones caerán con fuerza en 2025 y volverán a recortar en 2026. Ese retroceso golpea directamente al mercado bursátil brasileño y a los fondos que siguen a emergentes, ya que las compañías de Brasil explican una porción significativa de los pagos internacionales.

5 gigantes que cargan con el peso del mercado

La dependencia es tan grande que apenas cinco empresas concentran casi dos tercios del aporte brasileño al total de dividendos en mercados emergentes. Vale, Petrobras, Itaú, Banco do Brasil y Bradesco forman un bloque decisivo para la estabilidad financiera regional.

Los pagos estimados muestran la magnitud del desafío. Vale aparece con un rango de entre 3 y 4,50 reales por acción. Petrobras se mueve entre 1,83 y 2,74. Banco do Brasil conserva cifras más estables. Itaú echa luz sobre el riesgo del sistema financiero, porque carga con préstamos renegociados que podrían deteriorarse. Y Bradesco muestra revisiones negativas fuertes en su proyección de pagos.

Cuando estos jugadores reducen dividendos, todo el mercado lo siente. Y eso es lo que ya está ocurriendo.

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Un horizonte preocupante

El deterioro brasileño todavía no alcanza niveles de crisis, pero se mueve peligrosamente cerca. La política trabada, la inflación presionada, las tasas prohibitivas y el déficit crónico delinean un escenario donde cualquier error puede generar una salida de capitales mucho más rápida.

El único dato alentador aparece recién en 2027, cuando se espera un rebote importante en los pagos de dividendos. Pero para llegar a ese punto, Brasil necesita antes recuperar estabilidad política y disciplina fiscal. Sin eso, no hay rebote que se sostenga.

La mayor economía de Sudamérica está frente a un test decisivo. Y esta vez, no alcanza con buenas intenciones.

Se necesitan señales claras, reformas concretas y un nivel de previsibilidad que hoy el país no está logrando ofrecer. Se necesitan señales claras, reformas concretas y un nivel de previsibilidad que hoy el país no está logrando ofrecer.

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