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OTRA FORMA DE PAGAR

Las billeteras virtuales se quedan cortas: Los nuevos lentes que toman su lugar

Lentes económicos con cámara y micrófono empiezan a reemplazar al celular para pagar en China. Cuánto salen.

¿Te acordás cuando salir sin la billetera era prácticamente una tragedia? Corrías a buscarla o directamente cancelabas tus compras. Después llegaron los celulares y todo cambió: ahora pagamos con el teléfono, pedimos comida, transferimos plata. Pero resulta que hay algo más que podría sumarse a esta lista de herramientas cotidianas: los lentes. Sí, leíste bien. En China ya no hace falta ni siquiera sacar el celular del bolsillo para pagar. Basta con mirar un código QR y dar una orden.

La escena es simple, pero reveladora: entrás a un comercio, elegís lo que querés comprar, mirás el código en la caja registradora y decís "pagar". Listo. El dinero se debita automáticamente mientras ya estás saliendo del local. Las gafas detectaron el código, procesaron tu comando de voz y ejecutaron la transacción. Todo eso ocurrió sin que tocaras nada, sin que buscaras el teléfono entre las llaves y la billetera, sin que desbloquearas ninguna pantalla.

Alibaba metió fichas pesadas con sus Quark. Por 268 dólares conseguís un dispositivo que se sincroniza directamente con Alipay, la plataforma de pagos, y con Taobao, el marketplace más grande del país. No estamos hablando de un prototipo de laboratorio ni de un experimento limitado: es un producto comercial que ya está en las calles. Mientras tanto, Xiaomi sacó su versión en junio y las cifras hablan por sí solas: terceras más vendidas a nivel global en la primera mitad de 2025, pese a haber estado disponibles apenas siete días.

Ahora bien, ¿Qué tiene China que facilita tanto este despegue? Pensalo así, allá la digitalización no es un privilegio generacional. Los adultos mayores pagan el colectivo con QR, compran en la verdulería escaneando códigos, mandan dinero a sus nietos con dos toques en la pantalla. La infraestructura ya estaba armada antes de que aparecieran estos lentes. Cada negocio, por más chico que sea, tiene su código QR pegado en el mostrador. Súmale a eso que Meta no puede operar libremente en el territorio chino sin VPN, lo cual dejó un vacío enorme que las compañías locales supieron aprovechar.

El bajo costo convierte a estos lentes en un producto cotidiano

Sin embargo, hay algo más que juega a favor y es el costo. Estamos hablando de anteojos que van de los 200 a los 300 dólares. Puede parecer caro para nuestro bolsillo argentino acostumbrado a hacer malabares con la economía, pero en términos de tecnología es francamente accesible. La clave técnica es que pagar con códigos QR no demanda componentes sumamente caros. No necesitás pantallas con resolución 4K ni lentes con realidad aumentada. Con una cámara decente, un micrófono que reconozca comandos y conexión fluida al sistema de pagos, alcanza y sobra. Esa simplicidad tecnológica es lo que hace viable producir en masa sin disparar los costos.

De todos modos, lo fascinante es que las empresas chinas no están vendiendo solamente hardware. Están construyendo una excusa sólida para que uses gafas inteligentes desde que te levantás hasta que te acostás. Tal vez, esto nos esté mostrando hacia dónde va nuestra relación con la tecnología, cada vez más invisible, cada vez más integrada, cada vez menos consciente.

Delegamos tareas, automatizamos decisiones, simplificamos procesos. ¿Estamos perdiendo habilidades importantes en el camino o simplemente estamos liberando espacio mental para lo que realmente vale la pena? La respuesta probablemente esté en el equilibrio, en no dejarnos seducir completamente por la comodidad al punto de olvidar cómo funcionan las cosas cuando la batería se termina.

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