La Cumbre estuvo marcada por conflictos y tensiones entre los mandatarios latinoamericanos y el presidente de USA, principalmente debido a la exclusión a países considerados “no democráticos” por USA, como Cuba, Venezuela y Nicaragua. A lo que el resto de países de la región, en su mayoría de izquierda, reaccionaron en contra de esta actitud.
Inclusive presidentes como Andrés Manuel López Obrador, decidieron boicotear la Cumbre y se rechazaron a asistir.
En un contexto de la creciente influencia de China en la región, que además se comprobó que sobrepasó a USA en sus relaciones comerciales con Latinoamérica desde la asunción de Joe Biden, este traspié del presidente de USA es un reflejo de que Latinoamérica ya no es más su “patio trasero”.
“Improvisada”
La administración de Joe Biden tuvo mucho tiempo para prepararse para la cumbre, incluso con la pandemia y la guerra en Ucrania acaparando su atención, y las complicaciones del conjunto particular de desafíos de América Latina, incluidos líderes populistas como AMLO y Jair Bolsonaro, que tienen intereses contrapuestos
Sin embargo, la Cumbre fue descrita por muchos diplomáticos latinoamericanos como “improvisada”, en referencia a múltiples cosas: por un lado, a los temas que se trataron en la reunión. En lugar de tocar cuestiones actuales que afectan a todos los países invitados, como por ejemplo, las repercusiones de la guerra en Ucrania, las sanciones, las crisis alimentarias y energéticas, o por el otro lado, discusiones sobre cómo contrarrestar la influencia de China en el subcontinente, o también la pobreza y atraso económico generado por la pobreza, USA decidió debatir cuestiones migratorias.
La tardía confirmación de no invitar a Cuba, Venezuela y Nicaragua fueron otro ejemplo de ello. Pero sin dudas, el tema central de la reunión terminó siendo el debate generado en torno a que mandatarios asistieron y quienes no, según Steve Listón, un ex funcionario del Departamento de Estado que participó en la organización de varias cumbres.
Sin dudas, la falta de tratamiento de las principales cuestiones que preocupan a la región impactó negativamente en los países que asistieron, generando grandes frustraciones. La cumbre dejó en claro hasta qué punto la capacidad de USA para formular políticas coherentes hacia sus vecinos está limitada por problemas internos.
Aunque se generaron propuestas económicas y migratorias, como la "Asociación de las Américas para la Prosperidad Económica", cuyo objetivo es acercar las cadenas de suministro a casa, reformar el Banco Interamericano de Desarrollo, optimizar la inversión y poner las acciones climáticas "a toda marcha".
Y por el lado migratorio, el presidente de USA anunció programas para ayudar a la contratación de trabajadores centroamericanos temporales como parte de una serie de acciones, según documentos de la Casa Blanca.
Por esta declaración, impulsada por Washington, los veinte países firmantes se han comprometido a fortalecer y expandir las vías de migración legal mediante programas de trabajo temporal, reunificación familiar y regularización, prometiendo ayudar a los países que albergan una gran cantidad de migrantes a enfrentarlos.
"Con esta declaración, estamos transformando nuestro enfoque para gestionar la migración en América. Cada uno de nosotros reconoce los desafíos que compartimos y la responsabilidad y el impacto en todas nuestras naciones", dijo Joe Biden.
Sin embargo, el plan para la prosperidad económica, que parece ser un trabajo en progreso, no llega a ofrecer alivio arancelario e inicialmente se centrará en países que ya tienen acuerdos comerciales con USA
Pero este plan económico tocaba cuestiones que parecían estar más dirigidos a segmentos de la base demócrata que a los líderes latinoamericanos o sus poblaciones.
La insistencia en abordar la inmigración reflejó debates internos no resueltos. E incluso la lista de invitados fue una respuesta a las presiones políticas internas: si Joe Biden hubiera invitado a Cuba, Nicaragua y Venezuela, habría mucho que pagar en Florida y en el Congreso.
Recordemos que la administración demócrata se enfrenta con todas las de perder a las legislativas en noviembre próximo.
Humillado en su propia casa
Teniendo en cuenta que la cumbre se concibió como una oportunidad para reconstruir la influencia de USA y contrarrestar las crecientes incursiones económicas de China en la región después de años de relativa negligencia bajo el expresidente Donald Trump, los esfuerzos de Joe Biden no solo no bastaron, sino que tuvieron su efecto contrario.
Durante los dos días y medio de la cumbre, parecía que se estaban llevando a cabo dos cumbres simultáneamente: En uno, Joe Biden y sus funcionarios estaban impulsando propuestas más dirigidas a cuestiones domesticas que hemisféricas, y en el otro, los líderes latinoamericanos enfatizaron un conjunto alternativo de temas: hablaron sobre la pobreza y la desigualdad; el impacto económico de la creciente inflación; el costo de los alimentos, el combustible y el aumento de la carga de la deuda de sus países, el cambio climático, el tráfico de armas y los efectos económicos de la guerra de Rusia contra Ucrania.
Joe Biden también fue objeto de críticas por parte de dos presidentes que siguieron a su discurso de apertura en Los Ángeles, en el que expuso su plan para una nueva asociación económica de USA con América Latina.
Poco después del discurso de Biden que ensalzó las virtudes de la democracia en la región, el primer ministro de Belice, John Briceño, criticó la exclusión de la Cuba gobernada por comunistas y la izquierdista Venezuela, calificando el "bloqueo ilegal contra Cuba" como una "afrenta a la humanidad".
Alberto Fernández siguió a Briceño y también le tiró unos palitos al presidente de USA: declaró que "el silencio de los ausentes nos está llamando" e insistió en que el país anfitrión no tiene la facultad de imponer el "derecho de admisión" a la conferencia.
"Definitivamente hubiéramos deseado una Cumbre de las Américas diferente", dijo Fernández. Este discurso fue elogiado por Nicolás Maduro, el gran excluido de la reunión. “Alberto Fernández ha hecho un discurso firme, claro, valiente y puso todo en su lugar.
Gabriel Boric de Chile, y Marcelo Ebrard, Ministro de Relaciones Exteriores de México, que viajo en representación de AMLO, tampoco se quedaron atrás:
En respuesta y en total negación, una vez mas, Joe Biden les dijo a los líderes:
Hegemonía en declive
Cuando era vicepresidente, Joe Biden visitó 16 veces Latinoamérica como enlace de Barack Obama en la región. Ahora se vio reducido a rogar que los países asistieran a su cumbre: AMLO ignoró múltiples súplicas para suavizar su postura; Nayib Bukele de El Salvador se negó incluso a recibir llamadas de funcionarios estadounidenses en los días previos a la cumbre; Xiomara Castro, la presidenta hondureña, a cuya toma de posesión asistió Harris en enero, también se mantuvieron alejados, y Jair Bolsonaro cambio de parecer luego de que un enviado del presidente le haya ofrecido una reunión bilateral con Joe Biden a cambio de su presencia.
Los líderes de Bolivia, Guatemala y San Vicente y las Granadinas también optaron por no participar.
La actitud de los líderes latinoamericanos en esta cumbre representa la consolidación de una tendencia de larga data. Aunque esta se va aumentando de a poco, demuestra que los países latinoamericanos coinciden en el rechazo de la hegemonía clásica de USA en el continente, y que están en busca de obtener mayor autonomía en lugar de obligarse (o ser obligados) a seguir los pasos de USA.
Esto, acompañado a la alta posibilidad que más líderes de izquierda surjan en el subcontinente, como en Brasil con Lula da Silva y en Colombia con Gustavo Petro, confirman aún más esta tendencia de despegue hacia USA.
La administración de Joe Biden no ha sabido contener y tampoco ha buscado tener en cuenta los intereses y necesidades de los países de la región. Teniendo siempre en mente las cuestiones domésticas y las elecciones de medio término, el descuido hacia Latinoamérica le va a costar caro al presidente de USA.
Con China consolidándose cada vez mas en la región, y muchos países que se han negado a seguir las sanciones impuestas hacia Rusia desde el inicio de la guerra, Joe Biden tiene todas las de perder.
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