Recordemos que Jair Bolsonaro era uno de los mandatarios latinoamericanos que ninguneo muchas veces la Cumbre organizada por Joe Biden: muchos rechazaban la no invitación a países “no democráticos”, según USA, como Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Entre ellos, Gabriel Boric de Chile, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y el propio Alberto Fernández, los cuales inclusive planteaban la organización de una contra cumbre de la CELAC al mismo momento de la de Los Ángeles, para demostrar una unión en contra de las exclusiones Joe Biden.
Bolsonaro, por su lado, argumentaba que no iba a asistir porque no quería aparecer para “solo sacarse una foto y sonreír'. Voy a hacer negocios y a tomar decisiones”.
Tengamos en cuenta que desde la llegada a Joe Biden a la Casa Blanca, con Jair Bolsonaro solo se cruzaron una vez en un G20 de 2021 en Roma, en lo que Jair Bolsonaro dice que lo “ignoro”, y que las relaciones entre Brasil y USA están “congeladas desde 2020”.
Ese cruce género tal bronca en Jair Bolsonaro que lo llevó a pensar que su presencia en la Cumbre sería inútil. en aparente alusión a los 79 años del presidente de USA, declaró:
Pero hay muchas razones para creer que este “congelamiento” de las relaciones entre Brasil y USA se deben más que nada a diferencias ideológicas entre uno y otro presidente: no olvidemos que Jair Bolsonaro era uno de los principales aliados de Donald Trump cuando estaba en la Casa Blanca.
Es más, Bolsonaro fue uno de los últimos presidentes en aceptar la victoria de Joe Biden tras las (aún continúan) miles de denuncias de los republicanos y de Donald Trump de que Joe Biden “le robó la elección.”
"Con Trump iba todo muy bien. Teníamos muchas cosas combinadas para hacer aquí, en Brasil. Entre otras cosas, explotar petróleo agregando valor para Brasil", explicó.
Moneda de cambio
Teniendo esto en cuenta, nos preguntamos que llevó a Jair Bolsonaro a cambiar de opinión.
Aparte de la confirmación de la cumbre, también se anunció que Joe Biden recibirá aparte a Jair Bolsonaro en lo que será una reunión privada para discutir cuestiones bilaterales.
Confirmó que cambió de opinión y decidió comparecer a la cita de Los Ángeles después de que, el pasado martes, recibió en Brasilia al exsenador demócrata Christopher Dodd, asesor especial designado por la Casa Blanca para la IX Cumbre de las Américas.
Dodd se encontraba haciendo una gira por el continente con el objetivo de endulzar directamente los oídos de los presidentes latinoamericanos para que asistan a la reunión. Clara señal de desesperación.
"Soy presidente de Brasil" y "no aceptó una pauta internacional solo para aparecer bien en una foto. Eso no va a pasar mientras yo sea presidente", subrayó el mandatario.
El principal asesor de Biden para América Latina, Juan González, confirmó que los dos se reunirán en Los Ángeles. Cuando se le preguntó si Biden expresara su preocupación por el cuestionamiento de Bolsonaro al sistema de votación de Brasil, solo dijo que USA "tiene confianza en las instituciones electorales de Brasil que han demostrado ser sólidas".
Dijo que las conversaciones entre Biden y Bolsonaro cubrirían un amplio espectro de temas bilaterales y globales “dada la importancia de la relación entre USA y Brasil”.
Joe Biden desesperado
Esta “oferta” de USA es muy similar a la hecha a Alberto Fernández, ¿no? Pero con Alberto Fernández se resolvió mediante una llamada telefónica hecha ayer miércoles, que visitará a Joe Biden en el mes de Julio, en Washington, también para tratar cuestiones relativas a la crisis alimentaria, la inflación global, afianzar la cooperación bilateral, entre otros.
La Casa Rosada comunicó: “Coincidieron en analizar diversos aspectos de la realidad mundial, entre los cuales sobresalieron la problemática de la inseguridad alimentaria, la transición energética, las nuevas cadenas regionales de valor y el cambio tecnológico con inclusión social, en un contexto donde sobresale la importancia de consolidar pasos concretos para garantizar la paz global”.
Estas “ofertas” hechas por Joe Biden demuestran nuevamente la desesperación que el presidente de USA tiene respecto al faltazo colectivo que los países latinoamericanos planeaban, sobre todo cuando Lopez Obrador ya confirmo que solo enviará a su canciller, no podía costearse que la economía más grande de la región tampoco asista.
Mucho menos en un contexto de inflación récord en USA, con las idas y vueltas con Rusia por la invasión a Ucrania, con China teniéndolo en la mira por sus acercamientos en Asia, y sobre todo, con las elecciones legislativas a la vuelta de la esquina.
El presidente de USA tiene en cuenta que la rebelión de su patio de atrás le iba a terminar resultando muy caro, entonces, saco a desplegar todas sus maniobras para evitar la crisis de legitimación que esto le hubiera provocado.
Cuando al Tío Sam le conviene
Sin embargo, resulta muy extraño que Washington enfatice la importancia de tener a Brasil en la cumbre cuando este era un claro aliado de Donald Trump, e inclusive trató de reconocer a Joe Biden como su nuevo presidente.
A parte de ello, Bolsonaro es catalogado como un populista de derecha, acusado múltiples veces de dictador, que coqueteo varias veces con cosas que USA le reclama a los países que no invitó a la cumbre (Venezuela, Cuba y Nicaragua).
El más reciente ejemplo es el hecho de que Jair Bolsonaro ya hizo públicas sus sospechas de que en las próximas elecciones presidenciales de Brasil en octubre, donde se enfrenta a Lula da Silva, su rival intentará cometer fraude, similar al “ocurrido” con Trump. Y también, bajo un clima de matanzas en USA gracias a la libre portación de armas, Bolsonaro planteó que busca que el acceso de estas a los ciudadanos se vuelva más libre en Brasil.
Pero cuando las papas queman, ojos que no ven, corazón que no siente. Joe Biden tendrá un costo político muy grande si esta Cumbre, la primera organizada por USA, fracasa bajo su gestión.
Esta reflexión fue bien presentada por el Vicerrector de la Universidad Torcuato Di Tella, Juan Gabriel Tokatlian, en El DiarioAR:
Hay que recordar que Bolsonaro fue un estrecho aliado de Donald Trump, es el símbolo de la regresión democrática en Brasil, es un caso emblemático de un mandatario propiciando el regreso de los militares al centro de la escena política, fue un altivo negacionista del COVID-19 con efectos dramáticos para la sociedad, su manejo del tema ambiental ha sido considerado funesto y ha impulsado un uso masivo de fusiles entre los ciudadanos con la consigna de que “un pueblo armado jamás será esclavizado”. En breve, es el epítome de un proyecto reaccionario.
Algunos observadores en Estados Unidos justifican su encuentro con Biden pues Bolsonaro es un mandatario electo. Pero ¿es Bolsonaro el arquetipo de demócrata al que hay que hacerle concesiones para que se presente a una cita continental? ¿Es este tipo de apoyo a la democracia que Washington quiere enviar a las Américas? En verdad la decisión es entendible sólo como un intento por salvar la Cumbre y en función de una cruda realpolitik que, por lo general, se impone cuando los intereses prácticos y las urgencias políticas priman por sobre los valores.
En breve, desde un principio Estados Unidos planteó erróneamente el tema de la democracia en las Américas y su presunto liderazgo en la materia ha quedado maltrecho. Así se pierde la oportunidad de deliberar madura y seriamente sobre un preocupante repliegue democrático en el continente, algo que también afecta al mundo.
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