Lago Epecuén es la 6ta. y última de las lagunas del sistema de las Encadenadas del Oeste, en el interior de la provincia de Buenos Aires, alimentado por la laguna La Paraguaya y arroyos como el Pigüé y el Pull Grande. Wikipedia: "Su condición de última laguna del sistema hace que el nivel de sus aguas varíe constantemente". Es un dato relevante al recordar la tragedia de Villa Epecuén, provocada por el Estado.
Bautizada San Lucas por quien la descubrió en 1770 (Pablo Zizur), la laguna está ubicada en el fondo de una depresión y su nivel de agua (10 veces más salada que el del océano y de efectos curativos para varias enfermedades), disminuye por evaporación.
El pueblo, fundado por Arturo Vatteone en enero de 1921, promoció el loteo de tierras junto al "Mar de Epecuén", hasta donde llegaba el Ferrocarril Oeste (hoy Sarmiento), mientras que el Ferrocarril Midland y el Ferrocarril del Sud llevaban pasajeros hasta la estación Carhué (a 7 km.).
La imprevisión
En 1975, el gobierno provincial (Victorio Calabró) construyó el canal Ameghino, una obra de ingeniería que conectaba varias cuencas y regulaba el caudal de agua en todas las lagunas de la región.
La idea era estabilizar el caudal irregular de la laguna, que causaba serios trastornos a la actividad turística.
Pero los trabajos fueron abandonados por el Proceso de Reorganización Nacional en 1976 (otro ejemplo de que resultó una gran desorganización).
Fuertes lluvias en la década siguiente amenazaron con anegar al pueblo. La laguna crecía entre 50 y 60 centímetros por año y el terraplén defensivo de 4 metros de altura sobre la costa no había aumentado en altura equivalente.
En 1985 ocurrió la gran inundación de la provincia de Buenos Aires: 4,5 millones de hectáreas anegadas por un desborde del Río Salado.
Una fuerte crecida en noviembre de 1985 provocó el alerta de vecinos de Epecuén pero los funcionarios municipales y provinciales desestimaron las advertencias. El gobernador era Alejandro Armendáriz (UCR).
El 10/11/1985, el terraplén cedió. Epecuén se fue cubriendo de agua y sus casi 1.500 residentes estables perdieron todo.
2 años después llegó a su pico máximo de inundación. En el interín, los montos indemnizatorios provocaron muchas denuncias, en particular contra el ministro de Salud de la Nación, Aldo Neri, acusado por los vecinos damnificados de desviar la ayuda alimentaria a 'punteros' de la UCR.
Hacia mediados de 1993, Villa Epecuén se encontraba a 7 metros bajo el agua. Pero se realizaron obras para impedir el ingreso de caudales externos a la laguna. Luego la cota comenzó a descender lentamente.
En 2025 ha retrocedido casi en su totalidad. Quedan ruinas expuestas, que reciben una extraño y fúnebre visita turística. Nunca hubo un intento de recuperar parte de la arquitectura original, que le daría una perspectiva menos tétrica a la oferta vacacional.
Aniversario
Ezequiel Tambornini en Bichos de Campo:
"(...) Villa Epecuén, fundada en 1921 por Arturo Vatteone, se creó durante una fase climática seca. Jamás se tendría que haber incorporado en una zona inundable, pero el atractivo de montar el pueblo rodeando un lago con aguas termales resultó irresistible.
Ya en 1884, Florentino Ameghino, en su obra “Las secas y las inundaciones en la Provincia de Buenos Aires”, había advertido que la región pampeana requería una gestión integral de los excesos hídricos, los cuales –proponía el científico con los medios técnicos disponibles esa época– debían orientarse hacia reservorios designados para evitar inundaciones en vastas regiones productivas.
Primera gran lección. La ciencia no es un pasatiempo para gente con mucho tiempo libre, sino una herramienta esencial para comprender el entorno y evitar tomar decisiones que propicien una lucha –siempre desigual– contra la naturaleza.
Con la consolidación de la fase seca, el agua se fue retirando de la laguna de Epecuén y la gente de la zona comenzó a pedir de manera sistemática la realización de obras que permitiesen asegurar un determinado caudal, de manera tal de mantener el interés turístico.
Así en 1975 el gobierno bonaerense puso en marcha la construcción de un canal, denominado Ameghino, lo que representa una suerte de chiste malo, ya que el visionario científico argentino jamás habría aprobado una obra de tales características.
Cuando se produjo el golpe militar de marzo de 1976, la obra se abandonó y quedó entonces un vehículo enorme de agua (...).
Lamentablemente, en el 2do. tramo de la década del ’70 comenzó a instalarse una fase húmeda, que comenzó a propiciar lluvias cada vez mayores en la zona. La falta de gestión hídrica comenzó a impulsar conductas individuales que, si bien resolvían inconvenientes puntuales, empezaron a preparar el terreno para el desastre ocurrido a mediados de la década del ’80.
Canalizaciones irregulares en toda la zona de influencia de la cuenca endorreica, junto con medidas desesperadas –que llevaron a dinamitar alteos para evitar inundaciones locales–, hicieron que la laguna Epecuén, por su posición extrema en el área más baja de la depresión natural de la cuenca, fuese la receptora final de los excesos de agua desbordados de los arroyos y de toda la cadena lagunar. (...)
Es imposible recorrer la devastación presente en las ruinas sin pensar en los desastres que están ocurriendo en estos días en las zonas inundadas de la provincia de Buenos Aires, parte de las cuales se explican por la falta de gestión hídrica tanto a nivel nacional como provincial.
Los habitantes de Epecuén no sólo perdieron su patrimonio, sino también su identidad y su fuente de ingresos. Muchos residen actualmente en Carhué, pueblo cercano que está a pocos kilómetros de la villa (…) pero la clave de la recorrida (…) atestiguar qué sucede cuando los funcionarios de turno, en lugar de gestionar, se dedican a buscar culpables de los problemas que ocurren, precisamente, por la falta de gestión. (…)".
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