El crédito al consumo terminó 2025 muy golpeado. Durante gran parte del año, las tasas altas, los ingresos que no alcanzaron y un mayor uso del financiamiento pusieron a muchas familias contra las cuerdas. El resultado fue una contundete suba de la mora.
Ese deterioro, tal como destacan desde Moody's, se trasladó de lleno al mercado de securitizaciones. Hubo menos emisiones, plazos más cortos y estructuras pensadas para resistir, no para crecer. La volatilidad financiera y la incertidumbre política hicieron que muchos jugadores eligieran esperar antes de volver a salir al mercado.
Sobre el cierre del año, el clima empezó a calmarse. Las tasas dejaron de moverse de forma brusca y el escenario político se volvió un poco más previsible. No alcanza para hablar de recuperación, pero sí para empezar a mirar 2026 con algo más de orden.
La mora sigue siendo el principal problema
En 2025, muchas familias tuvieron que elegir qué pagar. Aunque los salarios mejoraron en algunos meses, el aumento de tarifas y servicios se llevó buena parte de ese alivio. Eso hizo que más personas se atrasaran con las cuotas de los préstamos.
No todos los créditos se comportaron igual. Los préstamos que se cobran directamente del sueldo o la jubilación mostraron mejores resultados. En cambio, los créditos otorgados a personas con ingresos informales o fuera del sistema bancario siguen siendo los más frágiles.
También aumentó la cantidad de personas endeudadas con financieras no bancarias y creció la deuda promedio en términos reales. En pocas palabras: más gente tomando crédito y con menos margen para pagar.
Las estructuras resistieron, pero los pagos se estiraron
A pesar del mal año, las securitizaciones no colapsaron. Las protecciones funcionaron y permitieron que los inversores sigan cobrando, sobre todo en los tramos más seguros.
El costo fue otro: los pagos tardaron más en llegar. Muchas operaciones amortizaron más lento de lo previsto y eso alargó los plazos. Para el inversor conservador, esto puede ser tolerable. Para quien busca liquidez rápida, es una señal de cuidado.
En 2026 ganan peso los bancos
Con un contexto algo más estable, los bancos empiezan a prestar más. Eso genera una nueva necesidad: conseguir financiamiento sin cargar todo en los balances.
Las securitizaciones vuelven a aparecer como una herramienta útil. Las carteras bancarias, en general, tienen mejor calidad que las originadas por financieras no reguladas. Dentro de ese grupo hay créditos en pesos a tasa fija y préstamos ajustados por inflación.
Los créditos en pesos suelen ser más fáciles de manejar. Los ajustados por inflación dependen mucho de cómo evolucionen los precios, los salarios y el empleo.
También empiezan a aparecer las hipotecas como activo a securitizar. No de forma masiva, pero sí como una señal de que el mercado intenta, de a poco, ir a plazos más largos.
El límite sigue estando del lado de los inversores
Del lado de la demanda, la cautela sigue siendo alta. La mayoría de los inversores prefiere instrumentos de corto plazo, con liquidez diaria y bajo riesgo.
Argentina no cuenta con grandes inversores de largo plazo, como fondos de pensión privados. Eso limita el desarrollo de productos más largos. La llegada de capital extranjero podría ayudar, pero solo si la estabilidad se sostiene en el tiempo.
Un año para ordenar, no para festejar
2026 arranca como un año de transición. La mora sigue alta y el crédito no se normaliza de un día para el otro. El mercado sigue caminando con cuidado.
La diferencia con 2025 es que empieza a haber más orden y menos ruido. Para las securitizaciones, no es una solución definitiva, pero sí un primer paso para dejar atrás un año que dejó más problemas que certezas.
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