La aprobación del Presupuesto 2026 no solo le dio al Gobierno de Javier Milei una victoria legislativa clave. También dejó al descubierto una reconfiguración silenciosa (pero profunda) del poder en el Senado, donde la vicepresidenta Victoria Villarruel quedó reducida a un rol estrictamente protocolar, lejos del centro de las decisiones políticas.
FIN
Jaque mate en el Senado: El Gobierno corre a Villarruel del tablero y consolida su propio esquema de poder
Victoria Villarruel quedó totalmente aislada con la reconfiguración del bloque de LLA en el Senado. La Casa Rosada avisa que ella solo hace temas protocolares.
La sesión que cerró el año parlamentario mostró con claridad un nuevo reparto de funciones dentro del oficialismo. Mientras Villarruel se limitó a presidir el debate, verificar el quórum y cumplir con las formalidades reglamentarias, la verdadera negociación ocurrió fuera de su órbita. Los acuerdos, los llamados y el conteo de votos se cocinaron en otros despachos, bajo la conducción directa de la Casa Rosada.
Con la nueva composición de la Cámara Alta -tras la asunción de 20 senadores de La Libertad Avanza- el Ejecutivo logró ordenar un esquema propio de interlocución política que ya no pasa por la vicepresidenta. En el oficialismo lo dicen sin rodeos: la etapa de Villarruel como articuladora quedó atrás.
Victoria Villarruel: Un rol institucional, sin poder real
Durante la sesión, la vicepresidenta se mostró activa en el plano formal, pero ausente en el plano político. El control del debate y el pulso de la sesión quedaron en manos del presidente provisional del Senado, Bartolomé Abdala, mientras las gestiones con gobernadores y bloques dialoguistas se resolvían por canales paralelos.
En ese esquema, Villarruel no participó de las conversaciones decisivas ni fue parte del cierre político que permitió avanzar con el Presupuesto. Su figura quedó asociada exclusivamente al cumplimiento del reglamento, un contraste marcado con el protagonismo que había tenido en los primeros meses de la gestión.
Los nuevos interlocutores del poder en el Senado
El mensaje fue reforzado con gestos. Al finalizar la votación, la foto política no incluyó a la vicepresidenta. En cambio, mostraba a Patricia Bullrich, Diego Santilli y Martín Menem celebrando la sanción del Presupuesto. Una imagen que funcionó como señal interna y externa sobre quiénes concentran hoy la conducción política del oficialismo en el Congreso.
Bullrich, cada vez más empoderada en el Senado, se consolidó como la principal referencia para el diálogo legislativo. Santilli, desde el Ministerio del Interior, volvió a mostrar su peso en la relación con los gobernadores. Menem, por su parte, se afianza como el operador clave entre ambas cámaras.
Las redes sociales terminaron de sellar el mensaje. Los posteos destacaron el “equilibrio fiscal” y la “responsabilidad política” del nuevo Congreso, sin menciones a Villarruel. En política, las omisiones también hablan.
Una decisión tomada en la Casa Rosada
Puertas adentro, el corrimiento de la vicepresidenta no es casual ni coyuntural. En el entorno presidencial aseguran que la decisión es mantenerla al margen de la construcción política, tanto dentro del Senado como fuera de él. Eso incluye no solo las negociaciones legislativas, sino también los encuentros informales donde se definen climas y lealtades.
La dinámica se repite: las reuniones clave ya no se organizan en los salones del Senado ni pasan por el despacho de Villarruel. El Ejecutivo eligió otros canales y otros nombres para avanzar con su agenda, que ahora tiene como próximo objetivo la reforma laboral prevista para febrero.
Un Senado con nuevo eje de poder
El resultado es un Senado donde la vicepresidenta conserva la lapicera institucional, pero perdió peso político. El control de la agenda, la negociación con la oposición y la articulación con las provincias quedaron concentrados en un núcleo reducido que responde directamente al Presidente.
La aprobación del Presupuesto fue, en ese sentido, algo más que una ley clave: fue la confirmación de que el oficialismo ya ordenó su propio tablero. Y en ese tablero, Victoria Villarruel sigue sentada en la presidencia, pero ya no mueve las piezas.
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