Con la ficción de que USA renacerá de la cruel derrota que sufrió con la globalización -que ganó China-, Donald Trump recupera la fantasía de Lee Iaccoca contra japoneses y surcoreanos. Trump cree que toda la tecnología del mundo se instalará (gratis) en su territorio porque los aranceles triunfarán. Al final, Trump es un Aldo Ferrer estadounidense. Guillermo Moreno debería ser 'trumpista'. La Cámpora debería abrazar ese ideario....
THE ECONOMIST
"La fantasía de Donald Trump de fabricar chips Made in USA"
The Economist cree que el Compre Nacional de Donald Trump es inviable. Aldo Ferrer contemporáneo, los chips Made in USA, imposible.
La fábula de 'USA para los estadounidenses' no resiste lógica porque la matriz de producción de la tierra de Trump está articulada en sentido contrario, y demorará años, energía, dinero y elecciones (además de inflación), modificarla.
La revista The Economist le dedicó una nota muy interesante a propósito del ocaso de Intel:
Intel
Cómo ha caído la poderosa Intel. Hace medio siglo, el fabricante estadounidense de chips era sinónimo de vanguardia; dominó el mercado de chips para computadoras personales y, en el año 2000, se convirtió brevemente en la segunda empresa más valiosa del mundo.
Sin embargo, hoy en día, Intel, con una capitalización bursátil de US$ 100.000 millones, ni siquiera es la 15ta. empresa de chips más valiosa, y prácticamente no suministra ninguno de los chips avanzados utilizados para la inteligencia artificial (IA).
Antaño un icono de la destreza tecnológica y comercial de USA, últimamente ha sido blanco de subsidios y protección. Mientras publicábamos esto, el presidente Donald Trump incluso estaba considerando una cuasinacionalización.
Sin embargo, los chips también representan una dura prueba para los defensores de la política industrial. Su fabricación es un prodigio de especialización, complejidad y globalización. En estas condiciones, intervenir en los mercados es propenso al fracaso, como ilustra tan vívidamente Intel .
Para ver cuánto puede salir mal, considere sus problemas.
El suicidio de una corporación
La arrogancia hizo que la empresa se perdiera tanto la ola de smartphones como la de inteligencia artificial , perdiendo ante empresas como Arm, Nvidia y TSMC.
La Ley CHIPS, de Joe Biden, cuyo objetivo era impulsar la fabricación nacional de chips, prometía a Intel US$ 8.000 millones en subvenciones y hasta US$ 12.000 millones en préstamos. Pero la empresa se encuentra en crisis. Se espera que una fábrica en Ohio, que debía abrir este año, comience a operar a principios de la década de 2030. Intel está muy endeudada y apenas genera suficiente efectivo para mantenerse a flote.
Las sumas necesarias para rescatarla siguen creciendo. Según una estimación, Intel necesitará invertir más de 50 000 millones de dólares en los próximos años para tener éxito en la fabricación de chips de vanguardia. Incluso si el gobierno invirtiera esa cantidad en la empresa, no tendría garantía de éxito. Se dice que la compañía tiene dificultades con su último proceso de fabricación. Sus ventas están cayendo y su situación corre el riesgo de agravarse aún más.
El gobierno de Biden fracasó con Intel, pero Trump podría empeorar las cosas. Ha amenazado con imponer aranceles a las importaciones de chips y podría intentar presionar a empresas como Nvidia para que utilicen a Intel en la fabricación de semiconductores.
Estas medidas podrían ganar tiempo para Intel, pero serían contraproducentes para USA. La fabricación de chips no es un fin en sí misma, sino un insumo fundamental que el sector tecnológico estadounidense necesita para ser líder mundial. Obligar a las empresas a conformarse con algo inferior a lo mejor debilitaría su ventaja competitiva.
¿Qué debería hacer Estados Unidos?
Una lección es no depositar las esperanzas del país en mantener intacta a Intel. Podría vender su negocio de fabricación a un inversor adinerado, como SoftBank, que, según se informa, ha expresado interés en comprarlo y esta semana anunció una inversión de US$ 2.000 millones en Intel.
O podría vender su división de diseño e invertir los beneficios en fabricación.
Incluso entonces, Intel podría no alcanzar a TSMC. En cualquier caso, el gobierno federal no debería malgastar el dinero. Adquirir una participación en Intel solo complicaría las cosas.
Esto nos lleva a una 2da. lección: mirar más allá de Intel y resolver los problemas de otros fabricantes de chips.
TSMC busca expandirse. Se está quedando sin terreno para fábricas gigantes en Taiwán y su fuerza laboral está envejeciendo. Ya se ha comprometido a invertir US$ 165.000 millones dpara traer la fabricación de chips a USA.
Una fábrica está produciendo chips de 4 nanómetros (nm) y otra está programada para comenzar a fabricar chips más avanzados para 2028.
Samsung, un fabricante de chips surcoreano que está teniendo más éxito que Intel, está estableciendo una fábrica en Texas. Pero el progreso ha sido lento: tanto Samsung como TSMC han luchado con la falta de trabajadores cualificados y retrasos en la obtención de permisos.
Una razón es que la cadena de suministro está altamente especializada, con insumos clave provenientes de todo el mundo, incluyendo máquinas de litografía ultravioleta extrema de los Países Bajos y herramientas para la fabricación de chips de Japón.
La otra es que Taiwán y su seguridad seguirán siendo cruciales. Incluso para finales de esta década, cuando se prevé que la 3ra. fábrica de TSMC en USA comience a producir chips de 2 nm, es probable que 66% de estos semiconductores se fabriquen en la isla. El modelo de TSMC se basa en innovar primero en casa, antes de expandir sus avances a nivel mundial.
Taiwán no es tan sencillo
Para mantener la resiliencia de las cadenas de suministro de chips estadounidenses, Trump necesita una estrategia coherente y bien pensada, una tarea difícil para un hombre que gobierna por impulsos. No es de extrañar que esté yendo en la dirección equivocada.
En Taiwán, se ha mostrado arrogante, confiado en que China no invadirá bajo su mando, pero no ha ofrecido a la isla un apoyo constante. Sus aranceles sobre todo tipo de insumos elevarán los costos de fabricación en USA; los aranceles prometidos sobre las importaciones de chips perjudicarán a los consumidores estadounidenses. A Trump le encanta la incertidumbre, pero los fabricantes de chips necesitan estabilidad.
Una política sensata sobre chips haría atractiva la construcción de fábricas en USA al flexibilizar las normas sobre permisos y crear programas para la formación de ingenieros. En lugar de usar los aranceles como palanca, el gobierno debería favorecer la importación de maquinaria y personal que apoya la fabricación de chips.
Dado el consenso bipartidista sobre la importancia de los semiconductores, el gobierno debería buscar una política que cuente con el apoyo demócrata, con la promesa de continuidad de un presidente a otro.
Los nacionalistas económicos también deberían considerar el progreso de los fabricantes de chips de los países aliados como una contribución a la seguridad de USA.
Samsung pretende comenzar a producir chips de 2 nm en Corea del Sur a finales de 2025.
Rapidus, una startup japonesa de fabricación de chips con una sólida financiación, está logrando avances impresionantes. Ambos países tienen una tradición de excelencia en la fabricación y podrían tener más posibilidades de emular a Taiwán.
La industria de fabricación de chips tardó décadas en evolucionar. Está construida para una era de globalización. Cuando los nacionalistas económicos basan sus políticas en la autarquía, se imponen una tarea innecesariamente difícil, si no imposible."
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