El partido entre Independiente y Universidad de Chile, por los octavos de final de la Copa Libertadores, quedó cancelado por una escalada de violencia en las tribunas del estadio. El encuentro se detuvo cuando iban apenas un par de minutos del segundo tiempo, porque la facción de la U. arrojaba proyectiles contra la hinchada del Rojo.
Independiente vs. U. de Chile: otra página oscura y violenta en el fútbol sudamericano
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Independiente vs. Universidad de Chile tuvo que suspenderse por una escalada de violencia brutal en las tribunas. Heridos, desmanes y una increíble pasividad de las fuerzas policiales.
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El partido entre Independiente y Universidad de Chile está oficialmente cancelado
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Las fuerzas de seguridad, hasta ahora, brillan por su ausencia
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La facción de Independiente ingresó a la zona de la facción de la U. y comenzó una batalla campal
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VIDEO: fanáticos de la U. de Chile prendieron fuego butacas de la tribuna
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VIDEO: la hincha chilena arrojó una bomba de estruendo al sector de la hinchada argentina
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La voz del estadio asegura que si los fanáticos de Universidad de Chile no se retiran de la tribuna, el club será sancionado
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Los hinchas de Independiente huyen de la popular para resguardarse en la platea
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Menos de 2 minutos jugados y el partido se detiene porque el caos en la tribuna no se detiene
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La voz del estadio le pidió a los hinchas de la U. de Chile que desalojen la tribuna
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El partido corre riesgo de suspenderse por disturbios en la tribuna visitante
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Final del 1T
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Equipo confirmado en Independiente
El término es, efectivamente, cancelado y no suspendido. La CONMEBOL decidió cancelar el cotejo y no dar posibilidad a que se juegue el tiempo restante en el futuro. Aun no se sabe cuál será la resolución final con respecto al ganador de este partido.
La escalada de violencia había iniciado sobre el final del primer tiempo, y a medida que corrían los minutos todo se fue volviendo paulatinamente un caos.
La hinchada de la U. estaba ubicada en la popular sur alta, y desde allí empezaron a lanzar objetos contundentes contra la hinchada de Independiente, que se encontraba en la tribuna exactamente debajo. Mampostería, piedras, palos, butacas, botellas. Los fanáticos del Rojo comenzaron a recibir proyectiles de todo tipo.
Lo que para el final del primer tiempo eran solo algunos desmanes, ya para cuando se quiso empezar el segundo tiempo la situación era preocupante. La segunda etapa tardó en comenzar, y una vez que decidieron hacerlo no pudieron jugar más de dos minutos porque lo que sucedía en las tribunas era insostenible.
Hinchas chilenos no dejaban de agredir a la zona de la tribuna local, ante una impasividad realmente llamativa del operativo policial, que contó con unos 600 efectivos de seguridad. En ningún momento, ni en ese instante ni cuando se tornó una batalla campal, el cuerpo de policías ingresó a la tribuna para tratar de dispersar a los inadaptados.
Un deplorable accionar del operativo de seguridad, que en espectáculos deportivos está a cargo del equipo local en conjunto con el gobierno local. En este caso, Independiente y el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Expusieron no solo una falta de previsión para evitarlo, sino una pasmosa incapacidad de reacción ante el caos reinante.
Porque lo que ocurría en las tribunas a esa altura era eso, un caos. La organización del evento apenas atinó a pedir con la voz del estadio que los inadaptados de Chile desalojaran la tribuna. Una, dos, tres veces. Incluso amenazó con sancionar al club. Lógicamente, y para sorpresa de nadie, a ninguno de los hinchas se le movió un pelo.
Desde el campo, los futbolistas y cuerpos técnicos de ambos equipos hacían lo que podían y trataban de pedir calma. Mientras tanto, los hinchas de Independiente corrían para ponerse a resguardo. Niños, familias, todos estaban a merced de la violencia. Hubo varios heridos y para el cierre de esta nota no hubo que lamentar ningún fallecimiento.
Butacas prendidas fuego, bombas de estruendo de una tribuna a la otra, elementos contundentes. Todo volaba con una crueldad que impedía continuar con otra cosa que no fuera contener la situación. Las autoridades no suspendían el partido porque esperaban que se solucionara, pero todo empeoraría. Siempre con la pasividad increíble de las fuerzas de seguridad, que jamás intervinieron aunque fuese para detener la escalada.
Luego de 45 minutos, futbolistas y cuerpo técnico se metieron en los vestuarios. Al rato, la organización del evento suspendió el cotejo. El fútbol paró. La brutalidad no.
Todo se agravó. El grupo chileno, luego de los desmanes, comenzó a dispersarse y desalojar la tribuna. Se había ido un 80% del total cuando un grupo de hinchas de Independiente (probablemente pertenecientes a la barrabrava), subieron a la tribuna a suplir la falta de orden por parte de las autoridades: hicieron justicia por mano propia.
Se trenzaron en una batalla campal contra los fanáticos de la U que habían quedado, enfrentándose a puño limpio y con palos. Fue llamativa la libertad con la que ingresaron a la tribuna y cómo ningún cordón policial se lo impidió. Otro accionar lamentable de las fuerzas de seguridad.
Las imágenes, que rápidamente circularon por las redes sociales, mostraban chilenos ensangrentados, desnudos y corriendo por su vida. Hasta pudo verse cómo uno saltó desde la tribuna al vacío (se desconoce su estado de salud) para evitar la paliza de los (también inadaptados) de Independiente. Los heridos estaban claros. Al cierre de esta nota, no se informaron fallecimientos.
Otra página oscura se escribió en el fútbol sudamericano. La CONMEBOL deberá ser ejemplar en las sanciones que se apliquen pero no solo: es necesario una revisión profunda (autocrítica mediante) de las garantías de seguridad que corren en los partidos de las competencias internacionales. Más allá de los brutales acontecimientos, lo que ocurrió esta noche no es un caso aislado. Los hechos de violencia, que no suceden solo entre fanáticos agresivos sino que ocurren también con feroces operativos de autoridades policiales, exigen cartas en el asunto de manera urgente.
Está claro que las responsabilidades más directas (dejando de lado a los inadaptados que actuaron con crueldad) le caben a Independiente y a las fuerzas de seguridad, que estaban a cargo de la organización del espectáculo deportivo. Sin embargo, es imprescindible que CONMEBOL se ajuste el nudo de la corbata e imponga un marco de normativas estrictas y serias que garanticen que eventos como estos no vuelvan a ocurrir.
De lo contrario, campañas como "Basta de racismo" son frases vacías para la tribuna del marketing: puro show.
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