CÓRDOBA. Productores pyme de leche y productos derivados advirtieron una situación “insostenible” referida a la rentabilidad de la actividad. En medio de un contexto de bajo consumo y altos costos productivos, las estructuras pequeñas y medianas no son capaces de soportar el combo que sí pueden atravesar las grandes empresas.
El principal diferencial está en la exportación. Mientras que las lácteas mayores aprovechan el contexto concentrando la mayor parte de la baja demanda general y exportando los excedentes productivos, las pymes quedan con poco margen de maniobra para colocar sus productos.
Esto fue explicado por la Asociación de Pymes Lácteas de Córdoba (PyLaCor), desde donde se denunció una situación terminal. Según los productores cordobeses, el incremento de los costos productivos están siendo completamente amortiguados por las fábricas ya que no pueden ser trasladados a precios debido al bajo nivel de consumo existente.
Ese esquema expone a las empresas a un nivel de rentabilidad insostenible, que no solo conduce a pérdidas económicas sino también al desperdicio de alimentos.
La leche, el sostén de una región
En la zona núcleo, y más concretamente en la frontera entre Córdoba y Santa Fe, la actividad láctea tiene un fuerte impacto en la economía de varias ciudades. Con miles de empleos apuntados a ese rubro, la salud de las empresas pequeñas y medianas que trabajan con leche es crucial para la estabilidad de los vecinos de la zona.
Sin medidas económicas que apunten a aumentar el nivel de actividad económica a la vista, la preocupación superó los niveles de tolerancia de los productores, que ahora se muestran desesperados. Un cierre masivo de empresas podría implicar no sólo la destrucción de puestos de trabajo directos, sino también de otros tantos que se benefician del producido por las lácteas.
Exceso de leche
La situación del mercado interno va a contramano de la temporada a nivel técnico. Con las lluvias impactando de lleno en el forraje, el alimento para los animales, la producción de litros de leche se disparó exponencialmente con un aumento intermensual de 4 millones de litros.
En cualquier país del mundo con producción láctea eso representaría una ventaja. Sin embargo, en Argentina se tradujo como una saturación de mercado, en la que los tambos pusieron a disposición una gran cantidad de litros que no llegan a ser procesados por las fábricas lácteas, generando excesos de stock y consecuentes problemas.
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