Después de varias críticas tibias y algún que otro palo fuerte, Avatar: Fuego y Cenizas llegó a los cines y dejó una sensación rara, de esas que no se resuelven mirando los titulares o porcentajes fríos. James Cameron volvió a ser discutido después de que Rotten Tomatoes mostrara algo que la crítica no esperaba, pero el público sí.
OTRA VEZ LA GRIETA
'Avatar: Fuego y Cenizas' no convenció a la crítica, pero el público igual la bancó
Para la crítica está floja, pero el público volvió a elegirla. James Cameron podrá fallar en reseñas con 'Avatar: Fuego y Cenizas' pero ganar igual en la sala.
La grieta de siempre: Críticos agotados y espectadores fieles
El primer golpe vino de Rotten Tomatoes, donde Avatar: Fuego y Cenizas debutó con un 69% de aprobación de la crítica, el registro más bajo de toda la franquicia. Para ponerlo en contexto: la Avatar original (2009) había conseguido 81%, mientras que Avatar: El camino del agua (2022) se quedó con 76%. Una tendencia clara que varios medios marcaron sin vueltas.
The Hollywood Reporter fue al hueso al definirla como "la entrega más repetitiva de la saga, con una sensación de ‘esto ya lo vi’ difícil de ignorar". Variety coincidió en otro punto sensible y advirtió que "no se siente tan visualmente inédita como la anterior". Desde NSS Magazine incluso se preguntaron, sin demasiada sutileza, qué más queda para contar en Avatar 4 y 5.
Ahora bien, cuando se publicó el dato del público, la discusión cambió de tono. El público le dio un 92% de aprobación, un número que la deja al mismo nivel de El camino del agua y por encima de la primera Avatar, con un 82%. La grieta entre los críticos y el público volvió a asomar, algo que ya había pasado en 2022, y que confirma que Cameron juega en otro nivel, donde la experiencia vale más que el análisis fino del guion.
Lo que funciona, lo que cansa y cómo James Cameron deja todo servido para 'Avatar 4'
No todo es puro entusiasmo. Hay algunos que incluso, aunque salieron conformes del cine, tuvieron la misma queja: las más de 3 horas de duración se sienten bastante, sobre todo porque la historia repite los mismos conflictos, los mismos climas y las mismas resoluciones que la saga ya usó antes. La misma amenaza de humanos, la familia Sully puesta a prueba, la gran batalla final con escalada épica y criaturas imponentes... todo eso vuelve a estar ahí, para bien o para mal.
Desde Los Angeles Times lo dijeron sin vueltas, aunque con cierta indulgencia: "En lugar de dejarme llevar por la narrativa, me acomodé para disfrutar los detalles", escribió la crítica Amy Nicholson, destacando que el disfrute pasa más por la observación del mundo que por el relato.
Lo que sí suma puntos es el cierre. Cameron logra cerrar una trilogía sin clausurar el universo, algo que no es menor. El arco emocional de Jake y Neytiri encuentra una resolución más madura, mientras que otros personajes, como Kiri y Spider, quedan claramente posicionados como ejes del futuro. Por su lado, funcionan como anzuelo para una posible secuela el destino ambiguo de Quaritch y la supervivencia de Varang, pero sin caer en el final abierto barato.
En síntesis, Avatar: Fuego y Cenizas no enamora a todos, no sorprende como antes y tampoco pretende hacerlo. Es una película consciente de su desgaste, pero también de su potencia como espectáculo, y el público, una vez más, parece haber entendido el pacto.
El planeta de Pandora ya no deslumbra como en 2009, pero sigue convocando, y mientras la gente siga yendo al cine, Cameron va a seguir contando la historia a su manera, le guste o no a la crítica.
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