¿Qué tendrán que ver los egipcios con Alejandro Magno y la Revolución francesa? Aquí va. El universo de la peluquería, inagotable espacio de creatividad por donde el peluquero no se limita a los peinados, cortes o tintes, sino también a las herramientas que esgrime a la hora de esculpir sus obras: pinzas, depiladores, tijeras, espejos, cosméticos o agujas, y en especial a las manos guiadas por la creatividad propia. Pero, tampoco exageremos porque existe la alopecía. En ese caso ¿la barba será la clave?
PELUQUERO
Fueron los egipcios, Alejandro Magno y Leonard Autie
Día Internacional y Nacional del Peluquero: De los egipcios, pasando por Alejandro Magno y la Revolución francesa hasta 2022.
El cabello, a través de la historia, ha sido determinante al identificar etnias, culturas y eras a lo largo de la historia de la humanidad.
En el antiguo Egipto, cuna de la confección de pelucas, éstas eran un símbolo de superioridad. Las bailarinas y servidumbre, por ejemplo, lucían su pelo natural.
Los egipcios tenían preferencias por el pelo negro, corto y liso, los griegos por el rubio crespo y largo. Si no se era rubio natural se tenían con jabones o aceites, tintes que venían de Fenicia, posiblemente, esos fueron los primeros tintes para el pelo de la historia.
Los griegos siempre lucieron barbas largas, hasta que Alejandro Magno empezó a obligar a sus soldados a cortarla y así les siguieron los ciudadanos.
Los filósofos, en cambio, se negaban a seguir esa regla y siempre portaron barba, por lo que la barba se convirtió en un símbolo de sabiduría.
Poniendo las barbas en remojo
Si de barbas hablamos, los primeros barberos de la historia aparecieron alrededor del 303 a.C; fueron formados en Grecia y llegaron eventualmente a Roma. Se les decía “tonsor” y sus actividades eran rasurar barbas, cortar cabello, teñirlos y cuidar las manos y los pies.
Bajo el reinado de Luis XIII, la peluquería se hizo más simple. Desaparecen los peinados altos y se empiezan a mostrar más naturales. Por entonces, las mujeres comenzaron a cubrir su cabeza con velos largos.
El culto a la belleza personal renació, valga la redundancia, durante el Renacimiento, pero ya no de forma extravagante sino práctica; las mujeres arreglaban sus cabellos rubios naturales o tinturados en sus propias casas.
En el siglo XV los rubios venecianos marcaron tendencia y para conseguirlos utilizaban un gorro con huequitos por donde sacaban el pelo y aplicaban el tinte, luego lo secaban al sol y lo lavaban con cenizas y claras de huevo. Por este tiempo también aparecieron los postizos muy elaborados.
Con la Revolución francesa, la sencillez invadió las peluquerías, las pelucas exageradas y enharinadas quedaron totalmente prohibidas, pues a la gente se le hacía inconcebible el desperdicio de harina habiendo tanta gente muriéndose de hambre y además, se consideraban una completa falta al principio de la igualdad.
En este tiempo, las mujeres empezaron a lucir sus cabellos naturales, y en peinados adaptados de la antigüedad “a lo Cleopatra” o “a lo Plotine”, también por esta época nace el corte de cabello muy corto por primera vez en la historia de la civilización occidental: el corte “a la Titus ” (que marcó una actitud distendida y permitió a la mujer una libertad hasta aquel entonces, desconocida. Otros estilos de cortos, nacieron por esa época: corte “a la Brutus” o “a la Caracalla”.
En este periodo, la peluquería empieza a profesionalizarse y a ser reconocida en la sociedad. Las exigencias de los franceses en el siglo XIX eran tan grandes que es el mismo pueblo francés el que jerarquiza este oficio, elevándolo al nivel de arte.
Las fronteras entre la burguesía, la moda y las tendencias se desvanecieron a posteriori de la Revolución, haciéndose el acceso a los salones y peluquerías más asequibles y por ende, abarcativo de un público más amplio y heterogéneo.
A estas alturas, las mujeres vuelven a cuidar su apariencia como en la antigüedad lo hacían las mujeres destinadas a ser consortes de los integrantes de la nobleza (la moda siempre vuelve). Lo hacen mediante exfoliantes y cremas para ocultar las arrugas y disimular manchas propias de la piel. El maquillaje elegido es muy natural y suave, la paleta se nutre de matizados en grises verdes y azules.
Peluquería ¿orfebrería y misceláneas?
En cierta oportunidad el peluquero de María Antonieta le propuso guardar los cabellos de ella, y el de su hijo para hacer alguna joya. Lo propio sucedió luego de su majestad sufriera una recaída de salud post-parto y habiendo perdido gran cantidad de pelo, se refugiara en el uso de pelucas para conservar la estima propia.
Aquel acontecimiento hizo tendencia y desató una moda: las mujeres decoraban sus casas o hacían pequeños artefactos con el pelo; también se hacían cuadros.
En virtud al intenso uso de pelucas, se inició la compraventa de cabello y generalmente el acto de cortar el pelo se llevaba a cabo en ferias o mercados porque era una buena ocasión para reunir a la gente. El barbero ponía los cabellos en la entrada de sus puestos y la gente hacía el intercambio de su pelo, por dinero. Las mujeres pobres eran las que acostumbraban más a este tipo de intercambios por dinero; ¿Se acuerdan de Les Miserablès, de Víctor Hugo?
Siglo XX
Desde el 1900 en adelane estuvo marcado por la introducción de los progresos tecnológicos asociados a productos cosméticos y utensilios usados en peluquería.
La fusión de la moda y la peluquería se deja evidenciar en la publicidad y en el cine.
En el periodo que abarca la década 1910-1920 aparecieron aparatos de permanente caliente; técnica que ofrecía rizados duraderos. En esta época también surgen los primeros secadores de pie.
Las primeras estrellas del mundo del cine lucían pelo oscuro, piel clara y cabello corto, a lo que llamaban femme fatale, al estilo del peinado que hizo famoso a Coco Channel.
Con la 1ra. Guerra Mundial, las mujeres tuvieron que adoptar un tipo de estilo más cómodo y ligero gracias a que se vieron obligadas a buscar trabajo. Aquí es cuando la mujer empieza a lavarse el cabello, depilarse las piernas y las axilas, pintarse las uñas y a usar desodorante.
En los años '50, los peinados cortos se asumen de elegancia refinada. Sumado a ello, se busca el corte al estilo Jaqueline Kennedy, los estilos cortos, largos y semi recogidos.
Los hombres, por su parte, asumen el pelo largo; todo un mensaje revolucionario para la época. Las influencias americanas seducen Francia y las tendencias se imponen a nivel social y cultural.
Los años '70 estuvieron marcados por los contrastes, la imagen se libera en tal magnitud, que se exageran los detalles: las cadenas se convierten en joyas, llegan los tatuajes, los cabellos de colores con combinaciones nunca antes vistos y juegos de texturas y longitudes.
A esta altura, década de los '80 y '90, la permanente desaparece (sólo es asumida por adultas mayores) y llegan los cabellos lisos, todo esto influenciado por las estrellas del pop y del rock.
El boom es el volumen que se obtiene con laca y las mechas. Los recogidos necesitan volumen, lo que da paso a que se introduzcan las pelucas y los apliques.
Hoy la moda no obedece a nada, todo está permitido, todo es todo; pelo corto o rapado, andrógino, agresivo, rizado, liso, con o sin volumen, capul recto o despuntado, texturas y extensiones (naturales o sintéticas) todo vale para conseguir la apariencia y estética buscada, y la industria responde perfectamente a la demanda con artefactos que le permiten a la peluquería cumplir los objetivos.
Homenaje
No están todos los que son, pero te presentamos a 10 peluqueros estilistas, que han llevado, en distintos momentos de la historia, la peluquería al nivel del arte.
Leonard Autie. El estilista de María Antonieta es el primero del que se tiene registro. De ser un humilde peluquero en el sur de Francia, se convirtió en el hombre al que la Reina confió su cabeza. Ideó el pouf para levantar el pelo y recurrió a todo tipo de artilugios y pomadas para lograr sus extravagantes creaciones, que fueron la causa de la extravagancia de la reina.
Marcel Grateau. Gracias a su invento: las tenazas 'Marcel', las mujeres de finales del siglo XIX y principios del XX pudieron llevar el pelo ondulado instituyendo así una moda. Pronto se convirtió en el peluquero más solicitado; sus clientas pagaban hasta 500 francos por sus servicios. Su inventiva no se limitó a ese artefacto, también patentó un líquido para peinarse y brillantinas para el pelo.
Antonie de Paris. Mientras que Coco Chanel, quien era su cliente, liberaba a las mujeres de su época del corsé e instituía los pantalones, Antoine revolucionaba el peinado femenino. Empezó cambiando los hábitos de higiene obligando a las mujeres a lavarse el pelo. Creó el atrevido corte à la garçon, inspirado en Juana de Arco, que pronto se convirtió en un signo de liberación femenina.
Alexandre de Paris. Celebridades, integrantes de la realeza europea y socialités- –la Duquesa de Windsor, Audrey Hepburn, María Callas– acudían a su salón parisino en busca de sus exclusivos looks. Las pasarelas de Yves Saint Laurent, Christina Lacroix y Karl Lagerfeld se engalanaron con sus creaciones. Se hizo famoso por sus elegantes rodetes y recogidos, especialmente por su interpretación del llamado french twist.
Sydney Guilaroff. Al conocerlo, Joan Crawford decidió llevárselo a la Metro Goldwyn Mayer. Ahí contribuyó a crear la imagen de los personajes de las películas. Gracias a él se reconoció la labor del estilismo en el cine, de hecho, fue el primer peluquero en aparecer en los créditos cinematográficos. Creó el corte Bob que popularizó Louise Brooks y peinó a Grace Kelly el día de su boda.
Vidal Sasoon. A través de sus innovadores cortes, como el de Cinco Puntas, rompió con el clasicismo que imperaba en los 60, para fundar la peluquería moderna. Las mujeres de entonces se sintieron muy identificadas con su innovador estilo. Su salón se convirtió en un laboratorio en el que experimentaba nuevos cortes y técnicas. Estableció una importante cadena de salones y una reconocida línea de productos para el pelo.
Kenneth Battelle. No pudo ser psiquiatra, como hubiera querido, pero salvó las cabezas de muchas mujeres rescatándolas de ineptos estilistas, entre ellas a Marylin Monroe. A él se debe el “bouffant” de Jackie Kennedy y el estiloso look de Audrey Hepburn. Su salón ocupó la mansión Vandebilt, en Nueva York, ahí, asistentes uniformadas servían a las clientas canapés y bebidas. No se merecían menos tras esperar tres meses para una cita.
Gene Shacove. Llegó a Hollywood para seducir a las bellezas que rondaban la meca del cine. Pronto se convirtió en “estilista de las celebridades” y en personaje habitual de fiestas y convivios del jet set. Puso de moda los cortes a la 'despeiné' que creó para Jill St. John y Joey Heatherton y las melenas cortas. Su vida inspiró la película Shampoo, protagonizada por Warren Beatty.
Paul Mitchell. Dos de sus inventos: los cortes “wash and wear” y la pistola secadora cambiaron radicalmente la rutina de lavado y peinado de las mujeres. Dejó la Gran Bretaña estableciéndose en Nueva York donde fundó Superhair Salon. Los Clubs de Corte, en donde se formaron estilistas de todo el mundo, fueron una de sus innovadores ideas. En 1980, junto a John Paul DeJoria, estableció su famosa línea de productos para el pelo.
Christiaan Houtenbos. Solo tenía 20 años cuando llegó de Países Bajos a ocupar un lugar en el área de cortes del salón neoyorquino Coiffures Americana. Sus cortes, sueltos y desenfadados, llamaron la atención de importantes editores de moda con quienes comenzó a trabajar en un nuevo ideal de mujer sofisticada pero sencilla. Su misión, desde entonces y hasta la fecha, ha sido ofrecer a la mujer “comodidad y seguridad”.
--------------------------
Otras lecturas de Urgente24:
Denunciarán a Alberto Fernández por "amenaza de asesinato"
CFK y el 17 de octubre ¿nacimiento o defunción?
Argentina perdió US$757 M por bajón de intercambio comercial