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Carlos Rodríguez: Sin plan, Milei empuja al país a la depresión

Carlos Rodríguez, referente histórico del CEMA, plantea un análisis demoledor sobre la economía de Javier Milei.

Carlos Rodríguez, referente histórico del CEMA, plantea un diagnóstico crudo sobre la economía de Javier Milei. “Estamos yendo a una depresión económica y no veo cómo se va a recuperar la caída de la inversión”. Su crítica se apoya en dos ejes. Por un lado, un ajuste que califica como base caja y sin diseño macro. Por otro, la ausencia de un plan de ingresos que ordene salarios, jubilaciones y contratos frente al shock inflacionario y regulatorio.

En comunicación con La Nación, el economista sostiene que el Gobierno operó con una sola variable como faro, la inflación, y dejó en segundo plano la consistencia del equilibrio fiscal y de los incentivos privados.

Hubo recorte transversal de partidas desde transferencias a provincias, obra pública y sueldos, pero sin priorización sectorial. Hubo recorte transversal de partidas desde transferencias a provincias, obra pública y sueldos, pero sin priorización sectorial.

El resultado que describe es un boom de bonos públicos y una recesión privada, con proyectos que “se hacen pomada” mientras los tenedores de AL30 celebran el cobro y el riesgo país cede (hoy arriba de los 1.100 puntos básicos).

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Ajuste sin prioridades y señales confusas al capital

Rodríguez no discute la necesidad de bajar el déficit, aunque subraya que debe hacerse eficientemente. Pide distinguir entre gasto productivo y gasto improductivo para minimizar el costo sobre el sector privado. Observa un uso extensivo del impuesto PAIS y una deriva pesificadora que contrasta con la promesa original de dolarización primero y de competencia de monedas después.

Con ese combo, concluye, “la única señal es escondé la plata porque te la sacan”, un mensaje que desalienta consumo e inversión. Con ese combo, concluye, “la única señal es escondé la plata porque te la sacan”, un mensaje que desalienta consumo e inversión.

Tampoco ve bases para una recuperación rápida en V. A diferencia de un shock exógeno como el Covid, aquí cambió la estructura de reglas desde el 10 de diciembre. Menciona licuación de jubilaciones, reinstalación de Ganancias en agenda, suba del impuesto PAIS y topes en paritarias, en un mercado laboral que aún no fue flexibilizado. En ese marco, proyecta recesión más que rebote.

La ingeniería financiera bajo la lupa

El corazón técnico de su crítica está en el balance del BCRA y en la calidad de la acumulación de reservas. Señala que los pasivos remunerados frente a la base monetaria están en una relación de cuatro a uno, un descalce que condiciona cualquier salida ordenada. Apunta a los Bopreal como mecanismo clave que permitió mostrar compras netas por US$7000 millones y, a su juicio, no mejora el patrimonio del Central porque cambia pasivos de forma sin resolver el fondo.

Sin swap con China, sin encajes de depósitos y descontando la deuda con importadores, Rodríguez cree que la posición de reservas sigue negativa. Sin swap con China, sin encajes de depósitos y descontando la deuda con importadores, Rodríguez cree que la posición de reservas sigue negativa.

Sobre el cepo, su conclusión es lapidaria. Con pasivos por más de $33 billones, liberar controles requeriría algo “similar a un Plan Bonexpara desactivar los compromisos. Como ese camino no está en la mesa, infiere que la liberalización no llegará en el corto plazo.

Inflación, licuadora y la trampa del ingreso

Rodríguez acepta que la inflación mensual bajó desde el pico y remarca que parte del descenso responde al propio salto previo. Lo resume con una provocación. “La manera más fácil de bajar la inflación es subirla y después festejar la caída”. Remite a un 25% que se desacelera hacia 11%, lejos del 6% que menciona como referencia de la etapa previa.

El problema central insiste, está en los ingresos. El problema central insiste, está en los ingresos.

Sin una política de ingresos explícita, los jubilados y los empleados públicos absorbieron el ajuste vía licuación, y ahora crece la presión para recomponer salarios y haberes.

Esa dinámica, explica, erosiona la recaudación y empuja a más impuestos para sostener la caja, lo que a su vez profundiza la recesión. El círculo vicioso es claro. Menos actividad, menos ingresos tributarios, más presión fiscal, nuevo golpe a la actividad. “El Estado no es el demonio” remarca, y reclama seleccionar con bisturí dónde recortar para no destruir capacidad operativa en áreas críticas.

Política, gobernabilidad y costos de transición

El economista también pone el foco en la gobernabilidad. Observa tensiones con gobernadores, cambios de postura frente a prepagas y universidades, y una coalición con conflictos internos. Advierte que con menos transferencias discrecionales será difícil sumar votos para la Ley Bases, y que sin capacidad de gestión las facultades delegadas pierden potencia real.

A su juicio, la apuesta a la licuación más suba de impuestos tendrá un costo político alto, porque el impacto está concentrado en clase media y jubilados.

Tipo de cambio y régimen monetario

Sobre el tipo de cambio, Rodríguez cuestiona la idea de un nivel “de equilibrio” estático y prefiere flotación con correcciones. Recuerda la devaluación inicial y el posterior sendero de 2% mensual que convive con pasivos elevados.

En ese contexto, sentencia que dolarización ya no está en agenda y que el discurso oficial mutó hacia competencia de monedas, aunque sin un plan claro que alinee expectativas.

Qué implican sus advertencias para la City

El mensaje hacia los operadores es concreto. Un rally de Bonos en dólares puede convivir con una prima de riesgo privada en alza si el Estado absorbe recursos del sector productivo. Si la inversión no despega, la mejora en paridades soberanas no alcanza para reanimar actividad. En ese marco, la lectura de corto plazo es defensiva.

Mejora financiera en lo público, tensión en lo privado, cepo prolongado, matriz de pasivos pesada y sensibilidad política creciente ante la reapertura de la discusión salarial y previsional.

Para los gestores, la advertencia de Rodríguez funciona como contracara del optimismo que suele sugerir la baja del riesgo país. Si el ajuste se apoya en no pagar y en licuar, sin reformas que eleven productividad y reglas pro inversión, el rebote pierde probabilidad. La calidad del equilibrio importa tanto como el número.

Lo que pide el economista

Rodríguez reclama un plan económico que ordene prioridades y proteja la base productiva. Selección de gasto a recortar, eliminación de distorsiones tributarias que traban el comercio exterior y la inversión, diseño de una política de ingresos que estabilice el frente social sin disparar el déficit, y una hoja de ruta para desarmar pasivos del BCRA sin bloquear el crédito al sector privado.

En resumen, señales consistentes que inviten a invertir, producir y contratar.

¿Depresión al caer?

La entrevista deja una conclusión que golpea. Depresión al caer, inversión frenada, reservas apoyadas en deuda y un ajuste que, sin fines y prioridades, erosiona al privado mientras alivia al soberano. En el tablero de la City, el consejo implícito es no dejarse llevar solo por la foto de los bonos.

La película que describe Rodríguez exige mirar ingresos, pasivos, reglas y señales. La película que describe Rodríguez exige mirar ingresos, pasivos, reglas y señales.

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