Pampita vivió un robo en su casa de Palermo que dejó al barrio entero con la guardia baja: ladrones que parecían profesionales se movieron con total impunidad durante horas. Ahora, mientras la investigación avanza, la modelo tomó una decisión drástica para protegerse, aunque lo que más le dolió no fueron las joyas ni el dinero.
"SON CHORROS EN SERIO"
El robo a Pampita destapó la inseguridad en Barrio Parque: Así se movieron los ladrones
El robo a Pampita dejó en evidencia que ni Barrio Parque es intocable. Los ladrones se movieron con calma y organización, quebrando la burbuja de seguridad.
El golpe que expuso la vulnerabilidad de Barrio Parque
Según reveló Infobae, los delincuentes cortaron la luz de la vivienda, desactivaron la alarma y entraron por el fondo, justo por el lado que da a las vías del tren. Se quedaron adentro más de seis horas, moviéndose con calma, comiendo y bebiendo de lo que había, organizados y con fuerza suficiente como para cargar una caja fuerte de gran tamaño hasta una Volkswagen Suran.
En América TV, Fernando Burlando (abogado de la conductora y también vecino de la zona) sostuvo tajante: "Si los ves, te provoca escalofríos la impunidad con la que se manejaron (...) Estos son chorros en serio". Y no exagera, porque según las cámaras analizadas por la Policía de la Ciudad y la Fiscalía 48, al menos siete personas formaban parte de la banda. Con capuchas, viseras y ropa oscura, se movieron como profesionales, incluso utilizando reposeras de la pileta para trepar y forzar los accesos.
En un barrio con garitas policiales en cada esquina, un grupo de ladrones pudo entrar, revolver todo, comer y beber adentro como si fuera su casa, y salir con el botín sin que nadie los frenara. Que uno de los autos usados en la huida llevara patente original es hoy la pista clave para los investigadores. Pero el daño ya está hecho: los vecinos saben que la "burbuja" de Barrio Parque ya no existe.
El tesoro perdido de Pampita que no se mide en dinero
Entre carteras, anteojos y dinero, lo más buscado por Pampita eran los cuatro celulares viejos donde guardaba videos y fotos de su hija Blanca, fallecida en 2012. La angustia fue tal que Burlando ofreció una recompensa pública, según contó La Nación. Finalmente, dos trabajadores que encontraron los aparatos en Lanús los entregaron y se los devolvieron.
En el streaming Rumis, Pampita contó cómo se sintió luego de recuperarlos y no pudo contener el llanto: "Todos los que hemos perdido familiares sabemos lo que es ver un video o escuchar la risa de esa persona que tanto amamos. Ese material para mí era muy importante". Más tarde aclaró: "No soy una persona rica. No tengo dinero ahorrado. Lo único importante eran los teléfonos. Ayer recé todo el día. Le pedía a Dios, obviamente a mi hija".
Lo que podría haber sido un robo de lujo terminó mostrando otra cara: el golpe emocional de perder recuerdos que no se pueden reemplazar con plata. Ese costado humano, íntimo, hace que el caso trascienda lo policial.
Hoy Pampita intenta blindar su casa para no volver a pasar por lo mismo. Pero más allá de las medidas de seguridad, el robo dejó claro que la vulnerabilidad es total, incluso para quienes viven en las zonas más caras y vigiladas. Y ahí está la paradoja argentina: blindamos paredes y ventanas, pero lo que más duele perder sigue siendo lo único que no tiene precio.
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