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DOMESTICACIÓN

Control, censura y mentira: La trilogía madurista

En Venezuela, a pesar de la censura, los medios han sido actores políticos principales, ellos son, en parte, causa y solución de la crisis.

“La primera víctima de la guerra es la verdad”, esta frase parece tener varios autores, algunos se la atribuyen al dramaturgo griego Esquilo, otros al senador estadounidense Hiram Johnson y también a Arthur Ponsonby político británico. El control del relato (construcción de la realidad) depende de factores que están determinados por la propiedad de los medios, la naturaleza del conflicto y por la presencia o ausencia de censura.

En la actualidad las guerras tienen una variedad de desarrollos, guerras virtuales, asimétricas, convencionales, cibernéticas y la combinación de todas en un conflicto de gran escala. En Venezuela se desarrolla desde hace más de 20 años distintos tipos de guerra (no bélica) y se han ensayado estrategias diversas de ofensiva y contraofensiva.

Los medios de comunicación han sido un bastión importante en esa guerra, en ellos se han reflejado los hechos y las fantasías de los relatos de los bandos en pugnas. Desde la consolidación del castro-comunismo hasta el paraíso de la Venezuela Premium. Todos los relatos caben en un país que ha transitado un conflicto continuado que ya perdió su orientación ideológica y que por ahora sólo se basa en el discurso de control y poder, sin proyecto ni propuestas.

Los medios en Venezuela estaban concentrados por dos grandes grupos económicos Empresas Cisneros (canal de TV, Venevisión) y el Grupo 1BC (canal de TV, RCTV), entre estos dos se repartían la torta del mapa de propiedad de medios y de influencia en la opinión pública y las decisiones gubernamentales, en la década de los 80 un tercer grupo intentó emerger en este escenario, pero nunca alcanzó la relevancia que disputara la hegemonía de estas empresas.

Con la llegada de Chávez al poder, los medios iniciaron un reacomodo y una negociación interna para convertirse en mayores influenciadores en los nuevos mandos, al inicio algunos diarios como El Nacional, El Nuevo País, Últimas Noticias y canales de Tv como Venevisión, intentaron estar cerca de Chávez, servirle de plataforma comunicacional, pero la luna de miel duró poco y rápidamente la enemistad fue creciendo entre el nuevo presidente y los dueños de los medios.

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La escalada de conflicto logró tener momentos muy álgidos, siendo los medios de comunicación la vanguardia política en el golpe de Estado del 2002 y del Paro petrolero 2002-2003. Globovisión, propiedad de la familia Zuloaga, Venevisión de Gustavo Cisneros, RCTV de Marcel Granier y Peter Bottom, Televen de Omar Camero, El Nacional de Miguel Enrique Otero, El Universal de Andrés Mata, Tal Cual de Hans Neumann y Teodoro Petkoff encabezaron como punta de lanza de la batalla por el poder en Venezuela, siendo los partidos políticos los elementos de artillería que era usados en los cañones de los medios para cumplir sus planes.

A partir de diciembre de 1999, con el proceso de aprobación de la nueva constitución nacional se dio el punto de partida de una conflictividad que se cristalizó en un primer momento con el derrocamiento de Chávez en el 2002 y que luego se mantuvo intensamente hasta finales de 2004, luego de la victoria de Chávez en Referéndum Presidencial (RP).

En ese momento, Venevisión quien era el principal medio y que operaba como jefe de la estrategia de medios debilita su posicionamiento y se repliega, este cambio fue causado por acuerdos de tolerancia entre los mandos del canal y el gobierno nacional, pero a pesar de esto la conflictividad no cesa.

Luego del RP, el liderazgo de la vanguardia mediática fue ocupado por Globovisión, canal exclusivamente de noticias, de manos de Alberto Federico Ravel como director, fue el laboratorio y el “jefe” de la oposición política venezolana hasta el 2012, con distintos niveles de conflictividad y siempre operando para estimular el conflicto y agravar la crisis.

La asimetría del poder mediático en los primeros años de gobierno de Chávez era muy notoria, el gobierno contaba con Venezolana de Televisión (VTV) y Radio Nacional de Venezuela (RNV) y algunos pocos medios aliados y regionales.

Adicionalmente a la cantidad de medios su calidad era poco menos que deficiente y mediocre. Pero la situación cambia y el gobierno comienza a participar en la guerra comunicacional con mayor resonancia y fuerza. Logra crecer en influencia, muy desorganizadamente, pero comienza a dar sus pasos en lo que Andrés Izarra (3 veces ministro de comunicación de Chávez) llamó la “Hegemonía Comunicacional”, si bien es cierto que nunca se alcanzó, no es menos cierto que se consiguió un importante debilitamiento de la estrategia opositora y entrar en una disputa más simétrica.

Durante los últimos dos años del gobierno de Chávez, el aparato comunicacional y de propaganda funcionaba acoplado, articulado en una estrategia común, uniformizado en la elaboración y distribución de mensajes y con una inversión respetable en promoción y propaganda.

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Con la muerte de Chávez, todos los resortes comunicacionales que se habían creado y que funcionaban como muro de contención al ataque opositor fueron desmantelados para darle paso a una estrategia nueva. La nueva visión de la comunicación no se basa en el fortalecimiento de los medios públicos y el apoyo a los medios comunitarios sino en debilitar a través de la censura, la represión y el control a través de la adquisición forzada la propiedad de los medios, de esta manera se avanzó en la compra de Globovisión por parte de empresarios aliados a Maduro, siendo el Grupo Gorrín sus nuevos dueños.

Con esta compra se pierde la cabeza de la estrategia mediática opositora, pero no bastaría con eso, adicionalmente se adueñan de los diarios Últimas Noticias, propiedad de la Cadena Capriles y en el 2014 también se adueñan del diario El Universal uno de los más antiguos a través de una empresa española llamada Epalisticia.

En lo digital también compran por intermediación de Samark López Bello el segundo portar web informativo más leído llamado Noticias 24 (era propiedad de Frank de Prada), y bloquean al primero La Patilla de Alberto Federico Ravel, pero no bastó con la compra de medios, se procedió a cerrar mas de 70 estaciones radios, se limitó la distribución de papel y finalmente se suspendió la importación de papel logrando la casi desaparición de la prensa escrita. En Venezuela como nunca antes en la historia republicana la censura y autocensura en los medios de comunicación es una característica naturalizada.

La represión alcanzó lo digital, casi 20 medios digitales han sido bloqueados impidiendo su visualización a menos que se use una VPN que triangule el acceso a internet y burle el bloqueo de esos DNS. 18 medios internacionales como la BBC, CNN, NTN24, Antena 3, entre otros, han sido bloqueados impidiendo su difusión por servicios por suscripción o por vía web, se ha creado una cortina hermética que, a través, de la prohibición procura silenciar a las oposiciones y reducir la conflictividad.

La estrategia de medios del madurismo ha sido compleja y basada en la firme determinación de neutralizar cualquier “amenaza” posible o potencial, actuando sobre los medios con tribunales, con el regulador de telecomunicaciones, la superintendencia tributaria y las fuerzas especiales de la Policía Nacional Bolivariana o el Servicio de Inteligencia.

Incluso se actúa sobre individualidades que expresen su opinión a través de redes sociales, en distintos informes de organizaciones de DDHH e instituciones cómo la Corte Penal Internacional o la Comisión de DDHH de la ONU, han reflejado la sistemática represión por parte del ejecutivo nacional haciendo uso del Estado en su conjunto.

En la Venezuela actual no existen condiciones democráticas para el ejercicio de la comunicación como un derecho humano, menos aún para hacer uso de los medios para manifestar reclamos legítimos de gremios o sectores que claman por justicia y reivindicaciones. Cómo diría el poeta español Antonio Machado “El arma más destructiva que utiliza el fascismo es la mentira”.

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