A principios de este año el estado de Florida, Estados Unidos, aprobó una ley que prohíbe a los docentes hablar a menores de 8 años sobre identidad de género y sexualidad en las escuelas. La ley es conocida como “Don´t say gay" -"No digas gay”-.
Empleados de Disney realizaron huelgas masivas en la compañía. Los trabajadores reclamaron al CEO de la empresa, Bob Chapek, que tomara una postura contraria a dicha legislación "anti LGBTQ+".
Finalmente, Disney se manifestó de forma crítica frente a la ley "Don´t say Gay” promulgada por el gobernador republicano Ron DeSantis. Pero esta postura, le costó a la compañía la revocación y detención de las donaciones políticas especiales que brindaba el estado de Florida al Parque temático Disney World, en Orlando.
La relación de Disney con las autoridades del estado de Florida se volvió compleja y el beneficio del cual gozaba desde 1967 dejó de estar vigente.
Desde hace años, Disney mantenía una doble postura respecto a la inclusión de la comunidad LGBTQ+. Durante décadas, los ejecutivos de la compañía buscaron incluirlos tratando de ocultar estas propuestas a la derecha conservadora.
Por ejemplo, según un informe de Financial Times, desde 2009, en el parque de Orlando se realiza la fiesta Riptide. Una de las fiestas LGBTQ+ más grandes del mundo.
Aunque oficialmente, Disney no patrocina ni organiza el evento, sino que solamente "ofrece el parque acuático". A pesar de que recibe una gran suma de dinero, no sólo por alquilar el parque sino por las consumiciones de los participantes de la fiesta.
“Podes soltarte el pelo y ser quien eres aquí ”, aseguró Ed Czemerych, uno de los organizadores de la fiesta en una entrevista con Financial Times. “Si quieres usar alas de Tinker Bell o un pin con forma de Mickey con los colores del arcoíris en tu sombrero, te sientes cómodo”, sostuvo.
Según aseguró Sean Griffin en el informe del Financial Times, profesor de cine y televisión en la Universidad Metodista del Sur en Texas, Disney identificó por primera vez a las personas LGBTQ+ para ampliar el mercado a mediados de la década de 1980. Por dos razones apuntó a cautivar un nuevo público:
- Se trataba de un público que generaba un flujo de ingresos pequeño pero no insignificante, ya que gastaban mucho dinero en los parques.
- Para mantener la buena voluntad entre el personal de la empresa, en la cual muchos de los trabajadores se identifican como LGBTQ+.
Así, Disney comenzó a hacer un guiño a la comunidad LGBTQ+. Según Griffin, por ejemplo, Úrsula en La Sirenita tenía un extraño parecido con una drag queen y personajes como Dumbo o el patito feo fueron rechazados por extraños o por ser diferentes y esa diferencia se convirtió en la clave del éxito.
Aunque la compañía recientemente empezó a mostrarse públicamente de forma concreta a favor de la comunidad LGBTQ+. Y lo transmitió a través de su merchandising, por ejemplo, comenzó a vender en las tiendas de sus parques vinchas de Micky Mouse en forma de orejas con colores del arcoíris llamadas "Rainbow Love".
Además, en sus contenidos y personajes. Sus nuevas películas, como Lightyear o Thor: Love and Thunder, incluyeron escenas y personajes LGBTQ+. Por ejemplo, la escena de un beso entre dos mujeres.
En las últimas horas trascendió que ya no habrán "hadas madrinas" en los parques. Estas medidas y nuevos contenidos, abrieron la polémica e implicaron la censura en distintos países, lo que implica también pérdida de espectadores y números en la taquilla.
Diferentes medios internacionales, como Fox News también acusaron a Disney de "impulsar una agenda sexual en los niños pequeños", según afirmó la conductora Laura Ingraham. Al igual que la red social de Twitter donde se realizaron hashtags boicoteando a la empresa como por ejemplo, #boycottdisney.
Recordemos que las acciones cayeron el último año un 41%. Habrá que ver como continúan impactando en el público y en la industria estas nuevas medidas y qué postura adoptará la empresa.
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