Marco Antonio, el carismático emperador de Roma, nunca tuvo al lado a una frágil doncella. Su esposa, una mujer de la alta alcurnia romana llamada Fulvia, mientras él conquistaba las tierras inhóspitas del este y comenzaba un amorío con Cleopatra, le salvaba el pellejo de un complot y lideraba un Ejército junto a su cuñado.
NO SUMISA
Fulvia, mujer de Marco Antonio, tríada con Cleopatra y una rebelión por el césar
Fulvia, la esposa de Marco Antonio, le salvó el pellejo más de una vez, pese a estar enterada del romance con Cleopatra. Poderosa, comandó una rebelión y no estuvo a la sombra del emperador de Roma.
Fulvia, perteneciente a una familia de la élite romana y heredera de una gran fortuna, se casó en terceras nupcias con Marco Antonio, a sus jóvenes dieciocho años. En todo ese matrimonio, lejos de permanecer bajo el ala protectora del emperador, se atrevió a liderar una guerra para salvar el honor de su marido, mientras él estaba a los arrumacos en Egipto.
La mujer del césar, quien se casó cuando él aún era un simple mortal, fue definida por Plutarco, un pensador romano, como "obtinada e intrometida" debido a que no podían concebir el rol destacado de una fémina en dicho imperio.
"No se preocupaba por hilar o llevar la casa, ni se dignaba gobernar a un hombre de posición privada, sino que deseaba gobernar a un gobernante y mandar a un comandante. Por eso, Cleopatra le debía a Fulvia el haber enseñado a Antonio a soportar el dominio de una mujer".
Del mismo modo, el filósofo Velleio Paterculo manifestó que Fulvia "no tenía nada femenino excepto el cuerpo" (“nihil muliebre praeter corpus gerens”), ya que consideraba que no poseía aquellas cualidades de modestia y rescato que se esperaban de una mujer en ese entonces, a las que, incluso, equiparaban con un esclavo si no eran nobles.
Fulvia lideró un Ejército para salvar el imperio de Marco Antonio
Con el asesinato de Julio César en el 44 a.C, Marco Antonio, un aliado del césar, se empezó a batir a duelo con el hijo adoptivo del emperador, Octavio, por la sucesión al trono.
En ese contexto de disputas, el político y pensador Marco Tulio Cicerón (conocido como Cicerón), muy influente en Roma, intentó posicionarse como defensor de la República y enemigo de Marco Antonio. De hecho, escribió una serie de discursos llamados las Filípicas (inspiradas en las de Demóstenes contra Filipo de Macedonia), donde ataca duramente a Marco Antonio y también a Fulvia.
Es que la mujer de Marco Antonio, Fulvia, intervenía demasiado activamente en la política para una mujer de la época, lo cual usó para ridiculizarlo en el Senado, así como culpó a ambos de actos de corrupción y ejemplificó el rol activo de la mujer como un símbolo del desorden moral.
Cicerón acusó a Marco Antonio de déspota y corrupto, y propuso al Senado convertrirlo en enemigo del estado. Pero subestimó por completo a Fulvia, su esposa, ya que esta no se doblegó a sus palabras.
En ese entonces, mientras Marco Antonio se refugiaba en la Galia Cisalpina, Fulvia estuvo toda la noche yendo a casa de los senadores más influyentes, junto a la madre de Antonio y el hijo que tuvo con éste, para influenciarlos para que no condenaran de muerte a su maridi.
De hecho, se plantó en la entrada del Senado vestida de riguroso luto, suplicando y llorando, un gesto que conmocionó a todos los senadores, quienes le perdonaron la vida a Marco Antonio.
Más tarde, cuando su esposo se alió con Octavio, el heredero adoptivo al trono, y con Lépido, un político y general romano, en conjunto conformaron el Segundo Triunvirato y fijaron el destino de muerte de Cicerón.
Los tres se repartieron el poder y los territorios romanos, así como iniciaron una implacable persecución contra sus rivales, a través de proscripciones, ejecuciones y confiscaciones a sus bienes, en las que estuvo presente Fulvia, claramente para vengarse.
En ese sentido, según el historiador Dion Casio, Fulvia se aprovechó de su poder para “matar a muchos, por odio o por dinero, entre los que se encontraban hombres que ni siquiera eran conocidos por su marido. Pues al menos una vez dijo él al ver la cabeza de uno de ellos: ‘A ese no lo conozco’ ".
Fue ella quien ordenó (y participó) en que se expusieran la cabeza de Cicerón en el Foro Romano. De manera despiadada, y ante todos los presentes, le sacó la lengua y la perforó con alfileres, en venganza.
"Fulvia tomó la cabeza de Cicerón en sus manos, y tras observarla con burla, abrió la boca, le sacó la lengua —la lengua con la que tanto había hablado contra Marco Antonio— y la atravesó con los alfileres que llevaba en el cabello", relató Dion Casio.
Más adelante, cuando Marco Antonio yacía en una campaña militar en Oriente, Fulvia y su cuñado Lucio Antonio iniciaron una rebelión para tomar el control político de Roma, y a la vez, levantaron un ejército contra Octavio.
Según los historiadores de la época, Lucio, el hermano de Marco Antonio, y Fulvia se opusieron a la campaña de expropiaciones de Octavio para asentar a los veteranos y ello fue lo que desembocó en la guerra de Perusia en el año 41 a.C.
Al respecto, Muchos culparon a Fulvia del inicio de la guerra, e incluso apuntan como causa los celos por la relación que mantenía Antonio con Cleopatra en Egipto. Según Apiano, Manio convenció a Fulvia de que "mientras Italia estuviera en paz Antonio se quedaría con Cleopatra, pero que una guerra lo traería de vuelta rápidamente"
Fulvia y su Ejército tomaron la ciudad de Preneste, que se convirtió en el cuartel general de las tropas de Marco Antonio. Dion Casio asegura que allí Fulvia "planeaba todo con los senadores y caballeros, y enviaba instrucciones a todas partes donde era necesario".
Se han hallado algunos proyectiles romanos, tallados en madera, los cuales fueron arrojados por los soldados de Octavio contra las tropas de Marco Antonio, con textos vejatorios y de carácter sexual dedicados a Fulvia y a su cuñado, Lucio. Uno de ellos dice: "Lucio Antonio, calvo, y Fulvia, abrid el culo".
Esto exhibe que Fulvia fue una figura destacada en Roma y temida por los rivales de Marco Antonio.
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