En el año 897, en la basílica donde hoy se alza la de San Pedro, ocurrió uno de los episodios más tétricos de la historia del papado. El papa Esteban VI presidió lo que se conoce como el “Sínodo del Cadáver o Cadavérico” en el que juzgó a su antecesor, quien había muerto hace meses. En un trono, frente a la curia romana, el cadáver del papa Formoso I, yacía sentado y vestido con los ropajes papales para rendir cuentas por sus supuestos delitos.
El juicio póstumo del papa Formoso fue consecuencia directa de lo que los historiadores llaman como el saeculum obscurum o «siglo oscuro» que se vivió en el papado entre el siglo IX y principios de XI, con el asesinato por envenenamiento de varios pontífices, la sucesión de más de 27 papas y la pugna por el poder entre emperadores carolingios y los leales al Sacro Imperio Romano.
Tanto los carolingios (especialmente bajo Carlomagno y sus sucesores) como los emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico (a partir de Otón I en el siglo X) querían controlar al papa porque tenía una enorme autoridad religiosa en Europa occidental y era una forma de legitimar el poder imperial.
En ese sentido, los carolingios defendieron al papa ante amenazas externas (como los lombardos) y, a cambio, Carlomagno fue coronado emperador por el papa en el año 800. Esto creó una alianza, pero también dependencia mutua.
En este contexto aparece la figura de Formoso, un sacerdote consagrado como obispo de Porto en el 864 (por el papa Nicolás I). Dicho obispo, en el 877, apoyó públicamente la investidura de Arnulfo de Carintia, rey de Francia Oriental y sobrino de Carlomagno, desafiando al Papa de ese momento, Juan VIII, quien juraba lealtad al emperador Carlos II el Calvo.
Carolingios y el Sacro Imperio Romano Germano por el poder papal: En el medio, Formoso
El enfrentamiento con el papa Juan VIII le valió a Formoso su puesto de obispo y la excomunión.
Sin embargo, con el advenimiento al poder de Marino I, en 882, recuperó su cargo de obispo. Unos ocho añoS después, fue elegido como Papa, por lo que ocupó el trono de San Pedro en Roma, mientras, casi al mismo tiempo, el duque Guido III, que pertenecía a la familia de los Spoleto, fue proclamado emperador del Sacro Imperio.
En ese momento, empezaron las desconfianzas y rivalidades entre la familia Spoleto y el papa Formoso. El emperador, leal a los Spoleto, exigió a Formoso que dirigiera la ceremonia en la que nombraría a su hijo Lamberto, de solo 12 años, cogobernante.
Pero el papa Formoso se negó porque lo consideraba un “mal cristiano” y porque no quería arrodillar su papado al Sacro Imperio. Para su desgracia, con la muerte del padre, Lamberto pasó a liderar el Imperio y fomentó incursiones militares en los territorios pontificios, lo que llevaría al papa Formoso ha no tener que quedarse de brazos cruzados.
Entonces, Formoso pidió socorro al rey Francia Oriental, Arnulfo, al que le ofreció el trono imperial si conseguía acabar con los Spoleto. Para el añi 895, Arnulfo reunió a su ejército, cruzó los Alpes y avanzó hacia Roma. Mientras, los Spoleto encarcelaban al papa Formoso en Sant’Angelo.
Sin embargo, cuando Arnulfo entró en Roma un año después, liberó a Formoso y éste le coronó emperador en el atrio de la antigua basílica de San Pedro.
Todo marchaba a la perfección, hasta que en abril del 896, Formoso I murió en circunstancias algo sospechosas (se cree que fue envenenado), y su sucesor duró solo 15 días en el cargo, por lo que los Spoleto aprovecharon a un papa leal a ellos, a Esteban VI, aliado de Lamberto.
El Sínodo Cadavérico, la venganza de los Spoleto
La familia Spoleto, de la alta alcurnia del Sacro Imperio Romano Germano, impulsó un juicio post mortem contra Formoso, su archirrival que murió bajo circunstancias sospechosas.
Meses después, el papa Esteban VI, aliado lombardo, convocó a un sínodo peculiar: “Sínodo del Cadáver o Cadavérico”, en el que sometieron a juicio al cadáver de Formoso, claramente para invalidar el papado anterior y juzgarlo por supuestos crímenes contra la Iglesia. Pero, en realidad, era una simple vendetta de los Spoleto.
Siguiendo la doctrina del corpus delicti, en la que se requería la presencia del acusado, exhumaron el cuerpo de Formoso I, lo vistieron con sus ropajes papales y sentaron en un trono para juzgarlo, a pesar de su avanzado estado de descomposición.
Aunque no podía defenderse porque estaba muerto, hicieron una pantomima y le pusieron a un diácono para que actuase como defensor. Finalmente, Formoso I fue condenado, se anularon todas sus decisiones y nombramientos de sacerdotes y obispos, así como se le aplicó la damnatio memoriae (una condena al olvido). El papa Esteban VI, quien presidió dicho juicio, ordenó destruir todos los documentos, registros y objetos que pertenecieran a su antecesor, borrando su legado y su figura de la historia para siempre.
Según el mito, al cadáver del difunto papa Formoso le cortaron los tres dedos de la mano derecha, aquellos con los que impartía bendiciones a sus fieles, y el cuerpo fue arrojado al río Tíber. Se dice que un pesacador encoentrosu cuerpo flotando en el río y decidió darle santa sepultura en secreto
Otra versión sostiene que el Papa Teodoro II ordenó rescatar el cadáver y lo enterró con honores en la Basílica de San Pedro. Pero, pese a las especulaciones, su paradero sigue siendo incierto.
El polémico juicio contra Formoso, según los historiadores, llenó de furia a los carolingios y a los fieles del humillado Formoso, quienes, meses después, iniciaron una revuelta en Roma y encarcelaron al papa Esteban VI. Dicho pontífice, quien presidió el sínodo postmortem contra Formoso, finalmente murió estrangulado durante su cautiverio.
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