La Argentina vive una paradoja : mientras Javier Milei declara su amor incondicional por Estados Unidos e Israel, el mercado interno se rinde ante China sin necesidad de acuerdos diplomáticos. El contrabando y la importación masiva de productos asiáticos baratos arrasan con lo poco que queda de la industria nacional.
COMERCIO EXTERIOR
Mientras Javier Milei abraza a USA, el bolsillo argentino financia a China
Milei mira al Norte pero la billetera va directo al Oriente. Entre la recesión y las fronteras, China se queda con el mercado mientras la Pyme nacional agoniza.
El contrabando que Javier Milei no frena
La recesión golpeó fuerte y el consumo cayó en picada. Cuando el bolsillo se achica, el argentino busca lo más barato. Y ahí aparece China, lista para ofrecer juguetes, electrónica y textiles a precios imposibles de competir. El resultado es demoledor para las fábricas locales.
El sector juguetero es el ejemplo perfecto de esta tormenta. Según reveló Página 12, la industria enfrenta una combinación mortal: caída del consumo, exceso de stock y contrabando descontrolado. Los juguetes chinos inundan las góndolas y los negocios informales, mientras las fábricas argentinas cierran sus puertas.
La Triple Frontera funciona como un colador gigante. En Misiones, la Gendarmería secuestró una camioneta robada con 22.500 paquetes de cigarrillos, pero ese operativo es apenas un parche en una hemorragia constante. Por esa ruta entran toneladas de mercadería ilegal: electrónica, ropa, accesorios.
La frontera porosa no solo destruye a la industria nacional, también valida canales criminales que benefician a los proveedores asiáticos. El fisco pierde millones en impuestos mientras La Salada y los manteros se abastecen directo desde China.
La ironía perfecta con redoble de tambores asiáticos
Estados Unidos podrá tener la amistad del Presidente, pero China se queda con el dinero real del consumo diario. Cada vez que un argentino compra un juguete barato en un marketplace o un cargador trucho en Once, está financiando al gigante asiático que el Gobierno dice rechazar.
El modelo es perverso: si se abren las importaciones, entra producto chino legal que destruye a la Pyme. Si hay crisis y pobreza, la gente recurre al mercado informal que se nutre del contrabando asiático.
En ambos escenarios, China gana. La Argentina pierde.
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