Hace dos décadas, el mundo del fútbol argentino fue testigo de un cambio significativo: la irrupción de mujeres en el arbitraje del fútbol. Florencia Romano, nacida el 26 de octubre de 1970, se convirtió en una pionera en esta transformación.
el inicio de una tendencia
Florencia Romano: la pionera del arbitraje femenino
Florencia Romano, pionera en el arbitraje de fútbol en Argentina, desafió prejuicios y abrió puertas para las mujeres árbitras.
Un desafío inicial
Florencia Romano, originaria de Tucumán, llegó a Buenos Aires con un sueño en mente, lista para conquistar la gran ciudad. Había acumulado experiencia dirigiendo 450 partidos en la Liga Amateur, un impresionante logro por sí mismo. Sin embargo, cuando buscó consejo del presidente del Consejo de Árbitros de San Miguel sobre su participación en la Primera División, se encontró con la desaprobación. Le aconsejaron no mezclarse con los hombres en ese nivel, pero a pesar de los obstáculos, ella estaba decidida a forjar su camino en el arbitraje.
Desde una edad temprana, aprendió a enfrentar los prejuicios. En su infancia, se cortó el pelo y presentó un documento apócrifo para jugar como arquero en Tucumán Central. Incluso adoptó el nombre “Roque” porque su segundo nombre era Raquel. Aunque su padre le enseñó a jugar al fútbol, su madre la inscribió en una escuela de modelaje. Romano estaba decidida a superar estos obstáculos y continuar su camino en el mundo del fútbol.
Florencia Romano ante la AFA
Julio Grondona, histórico presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), se mostró reticente a la idea de que una mujer dirigiera partidos de hombres. Sin embargo, el Sindicato de Árbitros de la República Argentina (SADRA) apoyó a Romano, y Guillermo Marconi, secretario gremial del sindicato, respaldó su decisión. A pesar de la oposición inicial, Romano no se rindió y lideró un reclamo que llegó al Congreso de la Nación. La huelga de hambre que inició frente a la sede de la AFA generó un impacto significativo.
Finalmente, en 1998, dirigió su primer partido bajo la órbita de la AFA en un duelo entre Victoriano Arenas y Club Social y Deportivo Muñiz. La audiencia, que incluía un ambiente futbolero tradicionalmente masculino, la recibió con cánticos y expectación. Su determinación la llevó a convertirse en referí internacional y a dirigir el Mundial Femenino de Estados Unidos 2003. A pesar de sus logros, nunca se le dio la oportunidad de dirigir partidos en la Primera División del fútbol argentino.
Hoy, Romano se encuentra alejada de la actividad arbitral y exploró su faceta como artista plástica en su Tucumán natal. Sin embargo, su legado persiste como un faro de inspiración para las mujeres árbitras en Argentina y en todo el mundo. Su historia abrió las puertas para que otras mujeres, como Estela Alvarez de Oliveira y Gisela Trucco, se destaquen en el arbitraje y sigan derribando barreras.
A nivel internacional, mujeres como Stephanie Frappart, Bibiana Steinhaus y Ekaterina Kostyunina han demostrado su capacidad en ligas de alto nivel, destacándose por su habilidad en el arbitraje. La historia de Florencia Romano es un recordatorio de que la pasión no conoce límites de género, y que las mujeres pueden ser una parte integral de la comunidad futbolística.