En la civilización del Antiguo Egipto, el matrimonio no requería concurrir a un templo para un rito religioso de unión, ya que sólo bastaba con convocar a un escriba y dictarle un contrato, que estipulaba los derechos de propiedad, las condiciones económicas y qué pasaría en caso de separación.
ACUERDO NUPCIAL
Antiguo Egipto: Matrimonio, sexo, divorcio e indeminización por infidelidad
En el Antiguo Egipto, el matrimonio, un acuerdo social y contractual. Se permitía el divorcio —no había estigma— y si ocurría una infidelidad o maltrato, se devolvía la dote multiplicada. El sexo y la pena por la infidelidad.
Dicho acuerdo social y contractual, ante la mirada de ambas familias que velaban por sus derechos, garantizaba la continuidad del linaje, la organización del patrimonio y la supervivencia de las prácticas sociales e identitarias.
Por tanto, una mujer estaba casada con un hombre cuando entraba a su casa con los bienes acordados. Cualquier posesión material que la novia aportara al matrimonio se mantenía suyo y, aunque la función del acuerdo nupcial era dejar descendencia, también se esperaba que las parejas se amaran.
La egiptóloga Barbara Watterson comenta sobre ello:
“Tomar esposa parece haber sido sinónimo de establecer un hogar. Se esperaba que un hombre amara a su esposa, como deja claro el siguiente llamamiento del sabio Ptah-hotep: ‘Ama a tu esposa, aliméntala, vístela, y hazla feliz…pero no le dejes tomar la delantera!’, otro sabio, Ani, propuso una receta para una vida feliz: ‘No mandes a tu esposa en su propia casa cuando sabes que ella es eficiente. No le repitas constantemente ¿Dónde está? ¡Tráemelo!’¡especialmente cuando sabes que está en el lugar donde debería estar! (15)’”.
La mujer, aunque en caso de divorcio estaba bajo tutela de su padre y hermano que velaban por su seguridad, cuando se separaba, sea por el motivo que fuera, los hijos del matrimonio pertenecían con ella y se iban a su nuevo hogar.
En cuanto a las mujeres solteras, eran libres de tener sexo con cualquiera que eligieran y el Papiro médico Ebers, escrito en torno a 1542 a.C., proporciona recetas para anticonceptivos. Uno de ellos dice:
El Antiguo Egipto, entre los contratos nupciales y lazos de sangre
En la cultura del Antiguo Egipto, los faraones y sus sucesores solían casarse entre hermanos, debido a que creían que el heredero real tendría más sangre "pura". Asimismo, en los contratos nupciales, se obligaba a pagar una compensación económica en caso de adulterio y maltrato, otorgando más derechos y libertades a las féminas, en comparación con otras culturas.
De eso habla el historiador Don Nardo:
“En la mayoría de las sociedades antiguas, las mujeres eran poco más que propiedad a los ojos de la mayoría de los hombres y el énfasis en esas sociedades radicaba casi siempre en cómo las mujeres podían o debían hacer felices a los hombres. Por descontado, como en otras tierras antiguas, Egipto estaba en gran parte dominado por los hombres y en la mayoría de los casos se esperaba que las mujeres hicieran la voluntad de sus maridos. No obstante, muchas parejas egipcias parecen haber disfrutado de relaciones positivas y amorosas”.
En ese sentido, las pinturas en tumba y los jeroglíficos muestran a los esposos bebiendo y trabajando por el bien común, por lo que el matrimonio se arreglaba en beneficio de ambos, y, según el historiador Nardo, se esperaba que se llegaran a amar.
"Aunque el hombre no estuviera profundamente enamorado de su esposa, podría encontrar algo de felicidad con el conocimiento de que ella estuviera satisfecha, de buen grado mantenía el hogar ordenado y bien administrado y enseñara a los hijos buenos modales. También el hombre podía sentirse orgulloso por el hecho de trabajar duro para poner comida en la mesa y un tejado sobre sus cabezas".
Por ejemplo, al faráon egipcio Akenatón (1353-1336 a.C.). se lo pinta siempre con su joven esposa y hermanastra Anksenamón (en torno a 1350 a.C.) y las imágenes de ambos juntos se encuentran entre las representaciones más interesantes del amor romántico del antiguo Egipto.
Según egiptólogo Zahi Hawass, los gestos, la proximidad y la postura revelan la devoción mutua:
"A juzgar por su representación en el arte que ocupa la tumba dorada del rey, este era realmente el caso [que se amaban]. Podemos sentir el amor entre ellos cuando vemos a la reina de pie delante de su marido dándole flores y acompañándole mientras cazaba".
Numerosos historiadores y egiptologos, por tanto, han precisado que el matrimonio en la cultura egipcia era un contrato social y legal, en el que también podía haber amor romántico, y el cual, sin duda, le daba ciertas garantías a la mujer.
Sobre esa línea, tal como hemos mencionado, cuando la mujer era maltratada o engañada, debía recibir la dote multiplicada y una compensación económica de parte de su marido.
A su vez, enamorarse y respetarse dentro de las nupcias era bien visto, y el divorcio estaba contemplado (no había estigma) si no resultaba el matrimonio. De hecho, solo bastaba con que una de las partes decidiera dejar de convivir.
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