Julio María Sanguinetti, ex presidente uruguayo, decía en una entrevista a un medio local que los tiempos han cambiado, y que no hay "ausencia de liderazgos", sino que más bien "han cambiado los escenarios y la política": "Es un momento de tránsito. Hay liderazgos muy fuertes. El de Donald Trump es de una potencia como no se recuerda en USA en muchas décadas. Putin es un zar ruso con una capacidad de liderazgo gigantesca, y muchos otros. Pero ¿son todos líderes autoritarios? ¡si! Entonces el tema no es la falta de líderes sino que tipo de líderes querríamos tener. Nos gustaría un Andreotti o un Craxi en Italia,un Mitterrand o a un Chirac en Francia. Pero son líderes de un tiempo. Yo pertenezco a una generación donde esos eran los líderes. Conviví con Alfonsín, Sarney, Henrique Cardoso, Lagos, Betancur. Éramos muy representativos de una época que no es la de hoy. Los modos de comunicación son distintos. Nosotros éramos una generación de letrados, de gente de formación más jurídica y discursiva, no líderes disruptivos de imágenes comunicacionales. Hoy es otro mundo que exige otro tipo de liderazgo. Pero soy optimista porque hay líderes más jóvenes que saben comunicarse con los medios actuales y con modos que son válidos, no autoritarios como ocurre en mi país con el ex presidente Lacalle Pou, con Ojeda y con el actual presidente Orsi. Quizás hace treinta años hubieran parecido poca cosa frente a los discursos de los doctores, pero hoy sería a la inversa, los doctores parecemos obsoletos. Javier Milei también es un fenómeno de comunicación propio de este tiempo, más cercano a la forma de los líderes que mencioné al principio, pero siempre atado a la institucionalidad argentina, que no creo que vaya a rebasarla. Como tampoco creo que Trump se va a llevar puesta la institucionalidad norteamericana. Que sea un político populista no quiere decir que transforme la democracia norteamericana en una democracia populista degradada. No va a poder. Las fuerzas de las instituciones por suerte sigue siendo fuerte".
¿COMO UN MONO CON NAVAJA?
Peligro: Javier Milei emula a Donald Trump sin notar que Donald Trump mira a Xi y su China
Más que una motosierra, ¿es posible que Javier Milei sostenga una navaja? Acaso, ¿comprende realmente el rumbo de Donald Trump? ¿Ha notado, como lo hacen en USA, su capitalismo de Estado versión estadounidense que emula a China?
Sanguinetti hablaba de lo que le compete: la política, pero ¿qué pasa con la economía? ¿Puede Donald Trump cambiar la economía y el rumbo de su país?
Según el prestigioso medio estadounidense 'Wall Street Journal', mientras que hace un década, la opinión general creía que a medida que China se liberalizaba, su economía se asemejaría a la estadounidense, ahora parece por el contrario, que el capitalismo estadounidense es el que se está empezando a parecer al de China...
A lo que se refiere el medio es a un " capitalismo de Estado", muy lejos del que proclama en la Argentina Javier Milei, justamente amparándose en la exitosa economía estadounidese... ¿Será entonces que el argentino ni siquiera sabe interpretar el modelo que mira?
Pues, para explicarlo el medio cita algunos ejemplos recientes que incluyen "la exigencia del presidente Donald Trump de que el director ejecutivo de Intel renuncie"; "la 'acción de oro' que Washington recibirá en US Steel como condición para la adquisición de Nippon Steel" (que puede usar para influir en las decisiones de la empresa); "y los 1,5 billones de dólares de inversión prometida por socios comerciales que Trump planea dirigir personalmente".
Remarca que "Estados Unidos no ha llegado tan lejos como China ni siquiera como practicantes más moderados del capitalismo de Estado, como Rusia, Brasil y, en ocasiones, Francia. Por lo tanto, llamemos a esta variante "capitalismo de Estado con características estadounidenses"".
Lo dice tomando las palabras utilizadas por China cuando habla de su híbrido como un "socialismo con características chinas".
El artículo continúa afirmando que "no estaríamos incursionando en el capitalismo de Estado si no fuera por la creencia, tanto del público como de ambos partidos, de que el capitalismo de libre mercado no funcionaba. Ese sistema incentivó a los directores ejecutivos, que buscaban maximizar sus ganancias, a trasladar la producción al extranjero. El resultado fue una reducción de la fuerza laboral manufacturera, la dependencia de China para productos vitales como minerales críticos y una inversión insuficiente en las industrias del futuro, como las energías limpias y los semiconductores.
(...) Muchos en Occidente admiran a China por su capacidad para impulsar el crecimiento mediante grandes logros en la construcción de infraestructura, el avance científico y la promoción de industrias favorecidas. Los esfuerzos estadounidenses a menudo se ven obstaculizados por los controles, contrapesos y compromisos de la democracia pluralista".
En su próximo libro, “Breakneck: China's Quest to Engineer the Future”, el autor Dan Wang escribe: “China es un estado de ingeniería, que construye a lo grande a una velocidad vertiginosa, en contraste con la sociedad de abogados de los Estados Unidos, que bloquea todo lo que puede, bueno y malo”.
Y sentencia: "Para sus admiradores, el atractivo de Trump reside en su disposición a derribar esos obstáculos legales. Ha impuesto aranceles a diversos países y sectores, usurpando la autoridad que supuestamente le corresponde al Congreso".
Los problemas con el capitalismo de Estado
Por otro lado, habla de las razones por las que el capitalismo de Estado nunca se popularizó, y menciona que "el Estado no puede asignar el capital con mayor eficiencia que los mercados privados. Esto suele generar distorsiones, despilfarro y favoritismo. Rusia, Brasil y Francia han crecido mucho más lentamente que Estados Unidos".
Pero además, afirma que el capitalismo de Estado es un medio de control político, no solo económico: "Xi despliega despiadadamente palancas económicas para aplastar cualquier desafío a la supremacía del partido. En 2020, el cofundador de Alibaba , Jack Ma, posiblemente el líder empresarial más famoso del país, criticó a los reguladores chinos por sofocar la innovación financiera. Las represalias no se hicieron esperar. Los reguladores cancelaron la oferta pública inicial de Ant Group, la empresa financiera de Ma, y finalmente la multaron con 2.800 millones de dólares por comportamiento anticompetitivo. Ma desapareció brevemente de la vista pública".
Y lo mismo afirma para Donald Trump: "Trump también ha desplegado órdenes ejecutivas y poderes regulatorios contra compañías de medios, bancos, bufetes de abogados y otras empresas que cree que se oponen a él, mientras recompensa a los ejecutivos que se alinean con sus prioridades".
En efecto, recuerda que durante su primer mandato, "los directores ejecutivos solían manifestarse abiertamente cuando discrepaban con sus políticas, como las de inmigración y comercio. Ahora, lo colman de donaciones y elogios, o guardan silencio la mayor parte del tiempo".
Recuerda que Donald Trump también "busca el control político de agencias que durante mucho tiempo han operado con distancia de la Casa Blanca, como la Oficina de Estadísticas Laborales y la Reserva Federal. Esto también evoca a China, donde la burocracia está totalmente subordinada al partido gobernante".
Similar a la apreciación de Sanguinetti, en su artículo, desde el Wall Street Journal afirman que "la democracia estadounidense restringe al Estado mediante un poder judicial independiente, la libertad de expresión, el debido proceso y la distribución del poder entre los múltiples niveles y ramas del gobierno".
Pero a diferencia del uruguayo aclara que el capitalismo de Estado puede sí llevarse puesto al capitalismo de libre mercado en Estados Unidos si sus controles no son eficientes...
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