Un caso de abuso sexual y suministro de droga, con un sacerdote como protagonista una vez más, conmociona a España. Francisco Javier C.V, un párroco “común” de la Diócesis de Málaga -e hijo de una exmonja de clausura- sedó a cuatro mujeres para violarlas.
La Policía de España detuvo a este sacerdote español de 33 años, tras que su pareja, una feligresa, proporcionó a las autoridades unos videos de las violaciones perpetradas por él hacia otras mujeres, que eran amigas y estaban seminconscientes, lo que abrió una investigación judicial que terminó con el encarcelamiento.
La novia 'secreta' fue quien halló los videos de tales vejaciones en una computadora de la casa que compartían con él en Melilla, ciudad donde Francisco fue capellán de una cárcel y párroco de Santa María Micaela.
Este sacerdote, Francisco, fue monje trinitario desde los 18 años y en el 2017 terminó el Seminario. Su primer destino como cura sería Ardales, un pequeño pueblo de Málaga. Según ABC, vivió en la casa parroquial de la localidad hasta el 2021, momento en el que se marchó a Sevilla, y ya tenía victimas en sus espaldas. Pero al conocerse la existencia del material que encontró la novia, el Obispado lo sacó de Melilla y lo mandó a Yunquera y El Burgo, otro dos pueblos de Málaga.
Por lo tanto, lo que más desató el enojo social es que, según la Policía, las autoridades eclesiásticas de Melilla habían sido notificadas de ello -por parte de la propia novia-, y decidieron tapar el caso.
Pese a acusaciones de ocultamiento por parte de la Iglesia, la Diócesis de Málaga emitió un comunicado este lunes en el que aseguró que “desde que se conocieron los hechos, este Obispado colabora con los requerimientos de la Justicia y continuará ofreciendo su cooperación para cuantas gestiones sean necesarias con el fin de facilitar la investigación que aclare los hechos”.
La Justicia reveló que ninguna de las víctimas había sido conscientes del abuso y que las mismas pertenecían al círculo del cura, quien aprovechó supuestos viajes para agredirlas y drogarlas.
Este cura que evidentemente no practicaba el celibato (porque tenía una novia en “cada destino” según testimonios) cometió las agresiones sexuales contra al menos cuatro mujeres en las jurisdicciones de Madrid, Córdoba y Melilla, en donde desempeñó sus servicios de Fé.
"Después del que tuvimos antes, al que le gustaba el vino, este cura parecía muy normal", dice un vecino de El Burgo (Málaga) al diario El Español, lo que exhibe cierta incredulidad en torno a las ‘buenas costumbres’ del sacerdocio. El hombre también reveló ante el medio que este párroco habría marchado de forma imprevista, pero que ahora caen en la cuenta de que huía de malos actos.
Este hombre de Dios es definido como un joven con buen sentido del humor, según testimonios, que jamás se desarraigó de las cuestiones mundanas como ir reuniones con amigos ajenos al clero, concurrir fiestas de fin de semanas, jugar juegos de mesa, coleccionar muñecos Funk Pop y ‘pasarse de copas’.
Incluso, en una entrevista publicada en la web de la Diócesis de Málaga en 2019, ya como sacerdote, el párroco Francisco lanzó que no se podía “ser sacerdote de forma aislada" y de hecho condenó la pederastia.
“Son una vergüenza”, afirmó en dicha entrevista y dijo que los sacerdotes acusados “no deben ser juzgados de forma pública” sino por la Justicia. “Y a continuación que la Iglesia tome una decisión. (...) No puedes reivindicar hacia fuera lo que no haces de puertas adentro. Atajar los problemas es algo muy importante para la Iglesia de hoy”, había dicho.
Escándalo en la Iglesia de Bolivia: Pedofilia enchastró la sotana
Tras la difusión de un diario del sacerdote español Alfonso Pedrajas, en el que admitió haber abusado 85 niños en el país andino, la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB) reconoció haber sido “sorda” a las víctimas y ahora la Justicia local investiga a religiosos por denuncias de pedofilia.
“Hice daño a mucha gente (¿85?), demasiada”, dice un fragmento del escrito de 383 páginas en una computadora portátil que el sobrino del sacerdote, Fernando Pedrajas, entregó al diario El País. “El depredador sexual en cuestión fue mi tío Alfonso Pedrajas Moreno, más conocido como Padre Pica", reconoce.
A raíz del destape, el Ministerio Público investiga ocho denuncias de abuso sexual a menores por parte de altos jerarcas católicos que ejercieron su oficio sacerdotal en La Paz, Cochabamba, Santa Cruz, Tarija y Sucre.
Unos siete curas de la Compañía de Jesús y un secretario de la Conferencia Episcopal de Bolivia (CEB) fueron salpicados por las develaciones del diario del sacerdote español -ya fallecido-, que consecuentemente provocaron una ola de denuncias.
La Compañía de Jesús finalmente certificó “la verosimilitud del hecho denunciado” con una investigación que concluyó el 4 de abril de 2023. La orden también informó detalles del caso Roma Pedrosa, cura fallecido en el 2019, denunciado por abusos en Charagua, Santa Cruz y del que se conoció aberrante “material fotográfico de las violaciones”.
Sin embargo, el fiscal general del Estado Juan Lanchipa citó como los implicados a los difuntos jesuitas Pedrajas, Antonio ‘Tuco’ Gausset Capdevila, Alejandro Mestre y Luis María ‘Lucho’ Roma Padrosa. Otros curas jesuitas que están imputados por abuso sexual en Bolivia: Francesco ‘Chesco’ Peris, Carlos ‘Vicu’ Villamil (fallecido) y Francisco ‘Pifa’ Pifarré.
"Estos años de impunidad no pueden extenderse indefinidamente sin que la justicia establezca las responsabilidades y las víctimas cierren un capítulo atroz donde el único consuelo que tendrán es el derecho a la verdad, la justicia y el no encubrimiento de los hechos sucedidos", manifestó el presidente boliviano Luis Arce, quien envió una carta oficial al Sumo Pontífice para acceder a los archivos clasificados.
Mugre debajo del altar
El sacerdote pederasta Pedrajas pisó Bolivia en 1971 para realizar labores de sacerdocio y educativas en los colegios de Fe y Alegría. La mayor cantidad de abusos sexuales de menores los cometió en el Colegio Juan XXIII de la ciudad de Cochabamba, centro del país.
Este colegio era un internado que recibía niños y niñas de bajos recursos y zonas rurales para formarlos académicamente con contención alimentaria-social, un caso análogo al de Padre Grassi en la Fundación Felices los Niños. A pesar de que Pedrajas notificó a sus superiores de sus abusos, según lo escrito en su diario, nunca fue sancionado ni apartado de su rol de docente.
Ello concuerda con lo relatado por Hilarión Baldivieso, de la asociación de ex alumnos de ese mismo centro educativo, quien confirmó los abusos en conferencia de prensa y dijo que los habían denunciado a sus superiores.
De hecho, el ex alumno manifestó su preocupación por “la desidia que ha tenido esta organización católica de no haber denunciado estos hechos y, más bien, brindar una cobertura y protección de estos hechos aberrantes".
En cuanto al cura Carlos ‘Vicu’ Villamil (fallecido) ofició también en el Colegio Juan XXIII y solía llevar a los niños para abusarlos al gallinero del establecimiento.
La orden jesuítica conocía tales aberraciones ya que había finalizado la investigación de un caso de violación en 1961 atribuido a Mestre, fallecido en 1988, cuya víctima era un estudiante del colegio San Calixto de La Paz.
No es un dato menor que Mestre se desempeñó como obispo auxiliar de Sucre (1976-1982), arzobispo de La Paz (1982-1987) y secretario general de la CEB entre 1980 y 1981, coincidente con la dictadura de Luis García Meza.
Otro jerarca de la Iglesia católica Boliviana acusado de pederastia es el difunto 'Tuco' Gausset, padeciente de una enfermedad neurodegenerativa y por eso se movilizaba en silla de ruedas. Dada su enfermedad, el cura necesitaba asistencia permanente de algún alumno y aprovechó su condición para abusar de decenas de niños en Sucre. Su último cargo antes de su fallecimiento fue en el rol de director de las escuelas de Fe y Alegría.
Un tercer director del colegio Juan XXIII (1988-1992) implicado fue Pifarré, amigo íntimo de Pedrajas.
En relación a los encubridores, el sacerdote Marcos Recolons facilitó la llegada a Bolivia de Luis Tó González, quien en 1992 fue sentenciado en España por violar a una niña de ocho años, según testimonios. Y el cura Ramón Alaix le habría dicho a un seminarista cuando denunció los abusos que “los trapitos sucios se lavan en casa" y que no debía "ventilar estos temas”, así que lo expulsó de la Compañía de Jesús en el 2001.
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