Dado que el COVID-19 se está propagando entre los ciervos, los científicos temen que los animales se estén convirtiendo en un reservorio de SARS-CoV-2, un hogar permanente para el virus y una fuente regular de brotes para otras especies, incluida la humana.
PANDEMIA SIN FIN
El COVID se propaga entre ciervos y peligran los humanos
Si los ciervos se vuelven reservorios naturales del Sars-coV-2, podrían causar brotes regulares del virus en otras especies, incluida la humana.
Aunque no está confirmada aún, la transmisión de ciervo a humano podría posponer el fin de la pandemia.
No sería la primera vez que sucede algo similar. Los camellos, por ejemplo, son un reservorio natural del coronavirus MERS-CoV que provoca el síndrome respiratorio de Oriente Medio, y que de vez en cuando salta a las personas.
El riesgo en este caso es que, una vez establecido en los ciervos, el SARS-CoV-2 podría mutar, evolucionar y posiblemente recombinarse con otros coronavirus.
“Si los animales pueden reinfectarse, al igual que las personas, entonces el virus no se desvanecerá; seguirá circulando”, explicó a Nature Suresh Kuchipudi, virólogo de la Universidad Estatal de Pensilvania (USA).
Hasta ahora, las variantes que los investigadores encontraron en los ejemplares reflejan las que se están propagando en los humanos que viven cerca. Sin embargo, algunos estudios sugieren que el SARS-CoV-2 en la naturaleza ya podría estar explorando nuevas vías de evolución a través de mutaciones que alteran el virus.
De hecho, algunos científicos sostienen que Ómicron, una versión altamente infecciosa, pasó un tiempo en un reservorio animal antes de aparecer en las personas.
Además, “una vez que entra en la vida silvestre no hay forma de controlarlo", advirtió Marietjie Venter, viróloga médica de la Universidad de Pretoria (Sudáfrica).
De momento, la epidemia está limitada a América del Norte. Cerca de 30 millones de ciervos viven en Estados Unidos, uno por cada 10 individuos, y otros millones viven en Canadá.
¿Cómo se contagiaron con Sars-coV-2 los ciervos?
La respuesta a cómo se infectaron inicialmente los ciervos sigue siendo un misterio para los científicos. “Hay una ventana abierta en alguna parte y no tenemos idea de cuál es”, ilustró Andrew Bowman, epidemiólogo veterinario de la Universidad Estatal de Ohio (USA) en diálogo con Nature.
Se sabe que los humanos propagan patógenos a la naturaleza, como la bacteria Escherichia coli y el virus del sarampión. Pero estos saltos o desbordamientos rara vez dan como resultado una transmisión sostenida, si es que alguna vez lo hacen.
El contacto directo, por ejemplo cuando se acarician o alimentan animales con la mano, podría ser un culpable. Una segunda vía podría ser la cría para la carne y una tercera los establecimientos de rehabilitación para cervatillos heridos.
Pero para Vanessa Hale, investigadora de salud animal en la Universidad Estatal de Ohio (USA), en estos escenarios no se establece suficiente contacto directo que explique los cientos de casos detectados hasta ahora.
Por eso, también se evalúa la ruta ambiental: a través de desechos humanos o el agua residual contaminada que se filtra en las fuentes de agua de los animales.
Fuente: Nature
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