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José Alperovich le tuvo miedo a la Justicia y dejó a Marianela Mirra sin casamiento

Marianela Mirra y José Alperovich iban a dar hoy el "sí" con fiesta, pero algo pasó en Puerto Madero y todo se achicó de golpe. ¿Qué detonó el giro inesperado?

La boda entre Marianela Mirra y José Alperovich traía expectativa y rareza desde el primer minuto, y terminó lleno de silencios, recortes y decisiones a contrarreloj que nadie imaginaba. Ahora, con el casamiento en pausa y el clima judicial respirándoles en la nuca, queda una pregunta incómoda dando vueltas sobre lo que realmente pasó puertas adentro.

José Alperovich no se casa por miedo a la Justicia

Aunque la idea era hacer una fiesta bien íntima, en TN terminaron contando algo que muchos sospechaban: "Iba a haber una fiesta real, con más de 20 invitados pero tuvieron que tirarse para atrás". Y no es que se les pinchó el entusiasmo, sino que a Alperovich le agarró miedo de que el movimiento de gente en su departamento de Puerto Madero (el mismo en el que cumple prisión domiciliaria por una condena de 16 años por abuso sexual) desatara un enojo judicial difícil de revertir.

En TN, explicaron que el exgobernador tucumano sintió que una fiesta podía tentar al destino. Después del lío por la foto de Cristina con economistas, cualquier evento que parezca "vida normal" cuando uno está detenido viene con sospecha incluida. Por eso empezó a bajar invitados uno por uno, incluso a gente que ya tenía pasajes en mano, con mensajes que sonaban a disculpa.

La escena, contada por Marcos Barroca desde la puerta del edificio, lo deja más claro que cualquier análisis: "Va a haber una ceremonia normal, con dos testigos. Después, un delivery y a comer como todos los días". Eso es todo. Sin pompa, sin baile, sin nada parecido a un festejo, apenas la validación formal de una relación que arrastra veinte años de idas, vueltas y tormentas mediáticas.

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La boda se achicó por miedo a que la Justicia reaccionara ante un festejo dentro del arresto domiciliario de José Alperovich. Invitados bajados, tobillera electrónica y un casamiento reducido a dos testigos y delivery.

La boda se achicó por miedo a que la Justicia reaccionara ante un festejo dentro del arresto domiciliario de José Alperovich. Invitados bajados, tobillera electrónica y un casamiento reducido a dos testigos y delivery.

Desde el piso, Valeria Sampedro y Nacho Otero lo interpretaron como una señal de época: "Armar una fiesta cuando trascendió la noticia no cayó nada bien en la Justicia", dijeron en El Trece, rematando con un análisis obvio pero necesario: "Si estás detenido, no podés hacerte la vida loca".

Y la verdad es que toda esta historia muestra la tensión entre el deseo íntimo de la pareja y las condiciones duras (y a veces humillantes) del arresto domiciliario, que no permite circular libremente ni siquiera dentro del propio edificio.

La épica íntima de Marianela Mirra y el ruido que no la deja en paz

Mientras todo esto se definía, Marianela Mirra estaba jugando su propio partido mediático. Entre que corrían rumores de embarazo, que después desmentía rotundamente, y aclaraciones cruzadas, terminó poniéndose al frente del relato. A Laura Ubfal le llegó la versión por un amigo de la pareja, pero fue la propia Marianela la que, a través de una amiga, salió a frenar el tema: "Marianela afirma que no está embarazada y agrega que ‘nunca hubo inseminación’".

Lo que llama la atención es que la ex Gran Hermano había dejado correr antes una versión distinta, algo que, según su entorno, buscaba "inquietar" a la familia de Alperovich, un clan que nunca la terminó de aceptar del todo. Ahora lo niega y dice que no quiere conflictos: incluso deslizó que "le haría juicio a Fernanda Iglesias" por haber hablado del tema, pero prefiere no hacerlo "para no opacar este momento".

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Marianela Mirra enfrentó rumores de embarazo, se defendió y reforzó la idea de un amor sostenido pese al contexto judicial.

Marianela Mirra enfrentó rumores de embarazo, se defendió y reforzó la idea de un amor sostenido pese al contexto judicial.

En sus frases hay algo de defensa y algo de construcción épica, como cuando afirma: "Nos casamos por amor, es una ceremonia con testigos y apenas pediremos un delivery… sólo coronamos 20 años de amor". Y también cuando marca su propia posición económica: "Me caso sin un peso", explicando que "José cedió todo así está contenta Betty, su hermano y los hijos", en referencia a la exesposa del político y al reparto patrimonial.

Lo más fuerte es su mirada sobre la causa judicial: "No hay nada más que las ganas de creer que pueden venir tiempos mejores, luego de semejante denuncia falsa". Para muchos suena provocador, para otros es simplemente la voz de alguien que eligió sostener un vínculo incluso en un contexto muy adverso. La frase final que le dijo a una amiga resume su postura entre convicción y ciega de amor: "Lo acompañaré siempre, es mi decisión. Algo que no vieron nunca, seguro, pero estoy feliz".

Puede incomodar, puede generar bronca, puede dejar dudas. Pero una cosa es clara: es un capítulo más de una relación que siempre pareció caminar por el borde entre lo íntimo, lo político y lo judicial. Que ahora encuentra su forma más concentrada: una boda mínima, vigilada y sin fiesta. Una postal que sintetiza, quizás mejor que nada, el tipo de amor que eligieron sostener.

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