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LA TUMBA ABIERTA DESDE DENTRO

Pascua y la banalización de las tradiciones

La historia se ha encargado de dejar mojones en el camino. Sucesos, como la Pascua, que culturizados, batallen contra el vacío existencial que diezma la pulsión vital.

Pascua es traducida como "paso". En las tradiciones judeocristianas, paso de muerte a vida. Sin embargo, durante siglos, se ha tratado férreamente de banalizar su significado y significante.

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Pascua

Pascua

¿Es la banalización de los hechos históricos trascendentes fin de las tradiciones y de su cultura identitaria?

El escritor F. Coronado, de orígen azteca, menciona un concepto interesante acerca de la banalidad, haciendo referencia a M. Cioran en "Breviario de podredumbre". La equipara a vacuidad (cond. de vacío) y a estupidez.

Nada nuevo se expresa cuando se dice que en estos tiempos líquidos, en los que la palabra se adecua al formato, todo acaecer se diversifica y divulga en microsegundos. Esto sucede merced a la red digital que nos envuelve y en la que estamos atrapados.

Todo se replica de modo superficial en un oleaje continuo de titulares ambiguos y/o tendenciosos. Quienes se interesan en leer "la letra chica", encuentran en sendas ocaciones, medacidades y falaces sofismas.

Así, una importante porción de la información se plantea con un enfoque banal, manipulador y viciado de origen. La banalidad se impone tanto en asuntos de entretenimiento como en temas considerados más trascendentes: política, educación, arte y otras manifestaciones de la cultura. El efecto final es que la banalización se extiende como una epidemia que contamina y todos, cohabitamos el hedor a trivialidad que se respira.

La cultura

“Banalidad” es aquello que tiene cualidad de banal (según el DRAE), y “banalización” es la acción y efecto de banalizar, es decir, el resultado de tratar algo de manera trivial.

¿Como se las arreglaron los acontecimientos imprescindibles para perdurar a través de la historia y pese a estos y otros embates no tan semánticos? Pues, mediante la cultura; el arte de "ser siendo", iterativamente, a lo largo del tiempo.

Culturizar un hecho es instituirlo, entronizarlo en la memoria asignándosele, inteligentemente, una fecha, un día, una hora, un nacimiento, una lucha, una muerte... y, en el caso ÚNICO de Jesucristo, una resurrección, es decir, un retorno a la corporalidad. De esta manera, Jesús de Belén de Judea, no es, ni ha sido jamas un recuerdo, ya que le asiste la vida en este mismo instante en el que Ud. lee esta nota, y en el que yo la redactara.

Todos, sin excepción, somos propietarios de un hecho que ocupa un espacio casi tangible en nuestra memoria; esas cosas, personas, creencias, sucesos que al romperse y caerse de la realidad, se han inmortalizado en el pensamiento.

Eso es lo sustancial, lo "no banal". Esos acontecimientos son formatos arquitectónicos, incluso con definición de estilo estético que definen claramente un lugar y un tiempo.

Pascua: una tumba vacía que revela el mensaje

La Arquitectura tiene algo que decir a este respecto: "el edificio es al espacio lo que el recuerdo es al tiempo".

En la era de la banalización todo es venal, en su doble acepción de vendible y sobornable. La banalidad se vende como marca de moda en los medios de comunicación masivos que, al mismo tiempo, imponen una pseudo cultura a base de insistencia y publicidad.

Sólo hay competencia entre quienes aceptan sus reglas; se elimina o se niega cualquier voz disonante. La banalización fomenta el consumo y lo liga descaradamente a la felicidad. “Tanto ganás/ tanto comprás/ tanto tenés/ tanto valés”, es el estribillo de la canción del éxito; el coro de la banalidad está dirigido por la todopoderosa economía del consumo, que mercantilizó la cultura para convertirla en industria del entretenimiento.

Guy Debord publicó, en 1967, un libro, La sociedad del espectáculo. En su texto, Debord apunta : “el espectáculo se muestra a la vez como la sociedad misma, como una parte de la sociedad y como instrumento de unificación. El espectáculo no es un conjunto de imágenes, sino una relación social entre personas mediatizada por imágenes”.

La cibercultura tampoco se salva de la banalización. Al principio se trató de una cultura minoritaria, pero con la popularización de internet se ha transformado en cultura de masas.

El cepo cultural impide revisar las ideas que están mal.

En definitiva, la banalización es una realidad alarmante que apenas deja espacio para la creatividad y la auténtica cultura; todo lo desvirtúa, hace perder los puntos de referencia y resulta difícil distinguir lo genuino de lo adulterado.

Hannah Arendt y la banalización del mal

En "Eichmann en Jerusalén: un informe sobre la banalidad del mal", la escritora, sobreviviente de los campos de exterminio nazi, acendró este epitafio sobre la memoria que se tuviera en el futuro en relación al torturador.

En el caso de La Pascua, existe una resistencia (pulsión vital) que lucha contra el olvido y la banalización del hecho. Le asisten a los guerreros válidas razones comprobables, a saber:

Un tiempo: El año 0-1 de la era cristiana; un espacio: el huerto de Los Olivos; una escultura: una cueva a modo de tumba cuya puerta, habiéndo sida cerrada desde fuera, fue abierta desde dentro.

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