El 23 de mayo de 1936, la ciudad de Buenos Aires presenciaba la inauguración de un coloso de piedra que, con el tiempo, se convertiría en su monumento más emblemático: el Obelisco. Sin embargo, su imponente figura de 67,5 metros de altura, erguida entre las avenidas Corrientes y 9 de Julio, dio lugar a una encendida disputa.
COLOSO DE BUENOS AIRES
La inauguración del Obelisco, el ícono porteño que nació entre polémicas
El Obelisco de Buenos Aires se inauguró el 23 de mayo de 1936 y se transformó en un ícono de la ciudad. Símbolo del modernismo, su construcción tuvo polémica.
Entre el modernismo y la controversia
La idea de construir un obelisco para conmemorar el cuarto centenario de la fundación de Buenos Aires surgió en el seno del gobierno municipal liderado por Mariano de Vedia y Mitre, un abogado, escritor y político que ocupó el cargo de intendente entre 1932 y 1938. Vedia y Mitre, en un plan para modernizar la ciudad, buscaba erigir un monumento que reflejara el espíritu pujante de la ciudad y su proyección hacia el futuro.
Sin embargo, la propuesta fue tan innovadora como controversial: el predio elegido para la construcción era ocupado por la iglesia de San Nicolás de Bari, un edificio antiquísimo que había sido testigo de importantes acontecimientos en la historia de la ciudad. Entre ellos, el bautismo de Mariano Moreno y Manuel Dorrego, y el descanso final del cura Manuel Alberti, el primer miembro fallecido de la Junta de 1810. Además, en la torre del templo flameó por primera vez la bandera argentina el 23 de agosto de 1812.
La demolición del San Nicolás de Bari para dar paso al Obelisco generó un fuerte rechazo por parte de sectores más tradicionalistas, quienes lo consideraban una herida a la memoria histórica de la ciudad y una falta de respeto a los valores religiosos.
A pesar de las protestas, Vedia y Mitre se mantuvo firme en su decisión, considerando que el Obelisco era el símbolo que necesitaba Buenos Aires para establecerse como una ciudad cosmopolita y pujante.
El Obelisco, una obra colosal en tiempo récord
El 16 de agosto de 1931, tras un largo juicio, la Municipalidad finalmente ganó la batalla legal contra la Curia y se procedió a la demolición del templo San Nicolás de Bari. Un año después, en 1932, se presentó el proyecto del Obelisco, obra del reconocido arquitecto Alberto Prebisch y uno de los principales exponentes del modernismo argentino.
Prebisch concibió un diseño sobrio y elegante, inspirado en los obeliscos de la antigua Roma y Egipto. El suyo tendría una altura de 67,5 metros, una base de 6,8 metros por lado y una única puerta de acceso. En su interior, una escalera de 206 escalones con 7 descansos conduciría a la cúspide, donde se ubicaría un mirador con cuatro ventanas que ofrecerían vistas panorámicas de la ciudad.
Las obras del Obelisco comenzaron el 20 de marzo de 1936 bajo la dirección de la empresa constructora alemana Compañía General de Obras Públicas S.A. (GEOPE), con un equipo de 157 obreros que trabajó incansablemente para completar la obra en tiempo récord. Aunque el ritmo acelerado de estas tareas se vio empañado por la muerte de uno de los obreros, el italiano José Cosentino, en un accidente laboral.
Así, el 23 de mayo de 1936, a las 15 horas, quedaba inaugurado oficialmente el Obelisco en el marco de una solemne ceremonia presidida por el presidente Agustín Pedro Justo ante una multitud congregada en la Plaza de la República.
Desde su inauguración, el Obelisco fue testigo de la historia de Argentina, entre manifestaciones políticas, celebraciones populares y tragedias. Fue escenario de películas, canciones y poemas y, hasta el día de hoy, es un punto de referencia obligado para turistas y porteños por igual.
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