En los últimos meses, se instaló una idea atractiva y preocupante. La inteligencia artificial (IA) estaría destruyendo empleos. La narrativa, repetida por empresarios y medios en distintos países, encontró eco en la Argentina, donde la incertidumbre laboral y la falta de horizonte económico alimentan la sospecha de que la tecnología vino a reemplazar personas.
Sin embargo, la evidencia muestra otra cosa. El deterioro del empleo profesional tiene mucho más que ver con un ciclo económico agotado que con los avances de ChatGPT o los robots de Silicon Valley.
Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, advirtió que desaparecerán categorías enteras de empleos. Dario Amodei, de Anthropic, fue más lejos y anticipó que la inteligencia artificial podría eliminar la mitad de los puestos administrativos de nivel inicial. Elon Musk, fiel a su estilo, proclamó que la IA y los robots reemplazarán todos los trabajos.
Los despidos masivos en gigantes como Amazon, UPS y Target parecieron confirmar el pronóstico más catastrófico.
Las empresas justificaron los recortes por la necesidad de operar con mayor eficiencia y liberar recursos para invertir en IA. Meta también redujo su unidad de inteligencia artificial. Los primeros afectados fueron justamente los trabajadores de oficina, el grupo señalado por Silicon Valley como más expuesto.
Los números detrás del mito
Pese al ruido mediático, los datos cuentan una historia diferente. Las empresas estadounidenses anunciaron casi un millón de despidos en lo que va del año, un 50% más que en 2024, aunque el motivo principal no es tecnológico sino macroeconómico. La tasa de contratación cayó al nivel más bajo en una década y más de una cuarta parte de los desempleados lleva medio año sin conseguir trabajo.
Erik Brynjolfsson, investigador de la Universidad de Stanford, detectó que el empleo entre jóvenes de 22 a 25 años en sectores expuestos a la IA, como el desarrollo de software, cayó 13% entre fines de 2022 y comienzos de 2025 en comparación con trabajadores mayores.
Un estudio de Harvard con datos de Revelio Labs llegó a conclusiones similares. Las empresas que contrataron talento para áreas vinculadas a la IA redujeron su búsqueda de personal junior. La causa no fue el reemplazo tecnológico, sino el endurecimiento de las condiciones financieras y el freno en la inversión.
El Economic Innovation Group observó que entre 2022 y 2025 la tasa de desempleo del grupo más expuesto a la IA subió apenas 0,3 puntos porcentuales, frente a casi 1 punto para el menos expuesto. La supuesta ola de reemplazo masivo no aparece reflejada en las estadísticas.
Un ciclo que se enfría
La explicación más sólida pasa por el ciclo económico. La economía de los servicios profesionales se desacelera después del auge pospandemia. Sectores como tecnología, consultoría, medios y servicios empresariales crecieron con fuerza en 2021 y 2022 y ahora atraviesan una etapa de ajuste.
El fenómeno también se replica en la Argentina. Después del rebote poscovid, la demanda de perfiles tecnológicos y profesionales perdió dinamismo.
Incluso en el desarrollo de software, el rubro más vinculado a la inteligencia artificial, se observa un patrón de auge y caída. Las búsquedas se duplicaron durante 2020 y 2021 impulsadas por startups y consultoras, pero comenzaron a desplomarse a partir de mediados de 2023.
Las inversiones de venture capital en América Latina cayeron 70% respecto de los máximos de 2021, según la Asociación Latinoamericana de Capital Privado (LAVCA). Las empresas hoy priorizan rentabilidad sobre expansión.
El contexto local
En el contexto argentino, el relato del empleo desplazado por la inteligencia artificial adquiere un matiz diferente. La combinación de inflación persistente, ajuste fiscal y contracción del crédito genera un clima de desconfianza estructural.
Esto implica que casi la mitad de los trabajadores carece de registro formal, obra social o jubilación.
En materia de adopción tecnológica, un estudio de Bain & Company advierte que el 67% de las empresas argentinas tienen menos del 20% de sus iniciativas de IA en etapa de escalado, lo que muestra que la transformación está lejos de estar madura. A su vez, un informe de Randstad Argentina indica que el 81% de las empresas ya aplica IA de algún tipo, aunque no especifica si esa aplicación reemplaza o desplaza trabajadores.
En la Argentina, el escenario laboral sigue marcando fuertes desigualdades. Los jóvenes, en particular, enfrentan tasas de informalidad de cerca del 59% entre quienes tienen menos de 29 años, mucho más que el promedio. El ingreso real de muchos profesionales está estancado, mientras la economía colectiva no ofrece suficientes vacantes formales para absorber las nuevas generaciones.
La visión de que la IA es la “culpable” se convierte, entonces, en un distractor y el verdadero problema es la falta de crecimiento, de inversión productiva y de formalización.
Una desaceleración internacional
Los datos de The Economist y del Yale Budget Lab tampoco registran un cambio estructural en la composición de los empleos desde la aparición de ChatGPT. La desaceleración impacta sobre todo en los jóvenes graduados, que suelen ser los más golpeados en las fases contractivas.
Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, reconoció que las empresas están contratando menos graduados, aunque aclaró que se trata de un fenómeno cíclico.
La brecha salarial entre universitarios y trabajadores sin título se estancó. Los graduados representan hoy un tercio de los desempleados de largo plazo frente a una quinta parte hace dos décadas. En la Argentina, la tendencia es similar. Los ingresos profesionales crecen por debajo de la inflación, mientras que los oficios y empleos técnicos muestran una demanda más estable.
IA: Lo que se viene
La inteligencia artificial no está destruyendo empleo, aunque sí modifica su estructura. Las tareas rutinarias son cada vez más automatizadas y eso obliga a los trabajadores a migrar hacia actividades de mayor valor agregado.
En la Argentina, la adopción de herramientas de inteligencia artificial todavía se encuentra en una fase inicial. Un estudio de Randstad reveló que ocho de cada diez empresas argentinas ya incorporan algún tipo de solución de IA en sus operaciones, aunque la mayoría se limita a usos básicos, como chatbots, análisis de datos o automatización de tareas.
Otro relevamiento de Bain & Company señala que el 67% de las firmas locales tiene menos del 20% de sus proyectos de IA en una etapa de escala, lo que evidencia un proceso de adopción incipiente y fragmentado.
La amenaza real no proviene de la tecnología, sino de una economía que no crece, no innova y no logra absorber talento, con o sin algoritmos.
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