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PANDEMIA

Los fabricantes de vacunas se preparan para una variante peor que Delta

Los fabricantes de vacunas están actualizando sus dosis y probándolas en las personas para prepararse para las siguientes etapas de la pandemia post Delta.

Los fabricantes de vacunas COVID-19 se están preparando para la posible aparición de una “variante de escape”: una nueva cepa dominante del virus SARS-CoV-2 que evada la inmunidad generada a través de vacunas ya aplicadas y de las infecciones previas.

La revista científica Nature habló con tres fabricantes de vacunas COVID-19, Pfizer, Moderna y AstraZeneca, para saber exactamente cómo se están preparando.

En los últimos meses, las tres compañías han realizado ensayos generales practicando con variantes conocidas del SARS-CoV-2. Esto implica actualizar sus vacunas para que coincidan con variantes como Beta y Delta, probarlas en estudios clínicos, ajustar sus flujos de trabajo internos y enviarlos a los reguladores.

Su objetivo aceitar los procesos para poder moverse ágilmente si surge una verdadera variante de escape.

En algún momento, inevitablemente, tendremos que fabricar vacunas variantes, si las vacunas son la forma en que se mantendrá la inmunidad de la población, pero no estamos en el punto en el que podamos predecir con seguridad la evolución del virus En algún momento, inevitablemente, tendremos que fabricar vacunas variantes, si las vacunas son la forma en que se mantendrá la inmunidad de la población, pero no estamos en el punto en el que podamos predecir con seguridad la evolución del virus

Dijo a Nature Paul Bieniasz, virólogo de la Universidad Rockefeller en la ciudad de Nueva York.

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Nuevas vacunas COVID-19

La primera generación de vacunas COVID-19 resiste a la variante Delta y otras variantes conocidas, al menos en la prevención de enfermedades graves y hospitalizaciones.

Pfizer, Moderna y AstraZeneca dicen que sus vacunas, que se basan en la cepa original del SARS-CoV-2 que se detectó por primera vez en Wuhan, China, aún ofrecen la mejor protección contra todas las variantes conocidas, incluso Delta.

Si surge una variante de escape, los fabricantes de vacunas de ARN como Pfizer y Moderna probablemente podrían diseñar y sintetizar un prototipo inicial de la dosis contra ella en unos pocos días.

Hacer una vacuna de ARN generalmente implica generar una nueva secuencia genética y encapsularla en una sustancia grasa como un lípido.

Las vacunas de vectores virales, como la de AstraZeneca, se generan insertando la secuencia genética clave en un virus portador inofensivo, cultivando grandes cantidades del virus en un biorreactor y purificándolos.

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Rediseño de las vacunas COVID-19

El problema es que, antes de que estas dosis puedan implementarse, tendrán que probarse en humanos y eso llevará tiempo. Por este motivo los fabricantes de vacunas están haciendo simulacros.

Pfizer, con su socio BioNTech, con sede en Mainz, Alemania, está probando una vacuna de ARN específico de Beta en un ensayo clínico aleatorizado controlado con placebo con hasta 930 participantes.

En agosto, las empresas comenzaron una prueba de una vacuna multivalente que se dirige a las variantes Delta y Alpha.

Moderna, con sede en Cambridge, Massachusetts, está reclutando cohortes de 300 a 500 participantes para probar nuevas vacunas de ARN contra Beta, Delta y una combinación de Beta y la cepa original.

AstraZeneca, con sede en Cambridge, Reino Unido, ha comenzado un gran estudio de una vacuna de vector viral específico para Beta. Lanzado en junio, el estudio está inscribiendo a más de 2.800 participantes, muchos de los cuales ya han sido vacunados con una vacuna de ARN mensajero o con la vacuna de vector viral de primera generación de AstraZeneca.

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Efectividad en el mundo real

El segundo gran inconveniente para los fabricantes de vacunas COVID-19 será cómo determinar la verdadera eficacia en el mundo real, más allá de los ensayos clínicos.

Esto se debe a que puede ser difícil encontrar voluntarios que aún no hayan recibido una vacuna, pero que estén dispuestos a inscribirse en un ensayo experimental de una nueva. También puede haber preocupaciones éticas en torno al reclutamiento de grupos de placebo, dado que ya se dispone de vacunas eficaces.

La alternativa es diseñar estudios de inmunogenicidad que midan las respuestas inmunitarias desencadenadas por las nuevas vacunas. Por ejemplo, un aumento en los niveles de anticuerpos o de células B, y las compararían con los efectos de la vacuna de primera generación.

Aún no está claro cómo las autoridades de salud pública determinarán que una variante se ha escapado y, por lo tanto, que el mundo necesita una nueva vacuna COVID-19.

Se espera que el proceso de actualización de las vacunas COVID-19 eventualmente sea tan simplificado como sucede cada año con la vacuna para la gripe.

Fuente: Nature

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