La variante XBB.1.5 del virus que causa COVID-19 parece haber surgido en Nueva York o sus alrededores a fines de octubre. Aunque representaba el 4% de los casos a principios de diciembre, para fines de mes significó el 40% debido a su alta capacidad de propagación.
Tres años después de su aparición en China, las infecciones con SARS-CoV-2 no se detienen.
De acuerdo a las cifras de seguimiento de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), las hospitalizaciones también están aumentando, lo que genera temores de que esté a punto de causar nuevas olas en otros países.
La variante XBB.1.5 es uno de los últimos descendientes de Ómicron, la versión altamente transmisible de COVID que domina las infecciones globales hace meses, y evolucionó a partir de la fusión de dos variantes BA.2 diferentes.
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Algunas estimaciones estadounidenses sugieren que XBB.1.5 se está extendiendo más del doble de rápido que, por ejemplo, la variante BQ.1.1.
Lo que le ayuda a propagarse es una mutación inusual conocida como F486P, que modifica parte del virus al que apuntan muchos anticuerpos de la vacunación o de una infección previa.
Este cambio hace que los anticuerpos sean menos efectivos para neutralizar el virus.
Además de permitirle evadir los anticuerpos, no compromete lo bien que se adhiere a las células humanas. De hecho, se une a ellas incluso con más fuerza que XBB, la variante principal, lo que aumenta su infectividad.
De momento, no hay evidencia de que XBB.1.5 cause una enfermedad más grave que otras variantes de Ómicron, pero el hecho de que se esté propagando rápidamente es preocupante porque podría llegar a personas no vacunadas, vulnerables u hospitalizadas.
De acuerdo a Deutsche Welle, los síntomas son similares a los de cepas anteriores de Ómicron, pero es demasiado pronto para confirmarlo. La mayoría de las personas experimentan un malestar similar al resfriado.
Al mismo tiempo, la ola de influenza y otros virus respiratorios que están circulando podría poner en segundo plano cualquier aumento en COVID.
“Si contrae un virus, debería activar el sistema inmunitario innato, las defensas de primera línea del cuerpo contra los patógenos, ofreciendo al menos cierta protección contra los virus que siguen poco después. Entonces, si contrajo gripe u otro virus respiratorio durante la Navidad, sus defensas inmunológicas podrían resistir un breve encuentro con COVID”, sintetiza The Guardian.
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