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Inmunidad: ¿Por qué las vacunas COVID-19 no son de por vida?

El antídoto contra el sarampión dura toda la vida y el de tétanos una década. Pero las vacunas COVID-19 parecen no durar tanto, ¿por qué?

En primer lugar, el objetivo de una vacuna es brindar la protección que a veces brinda la infección natural, pero sin el riesgo de desarrollar la enfermedad grave, o peor, la muerte.

Los tres niveles de defensa con los que puede contar una vacuna son: contra la infección y la transmisión, contra enfermedades graves y la transmisión, o únicamente contra enfermedades graves.

Entonces, la eficacia de las vacunas depende de la respuesta inmune que induce, de la rapidez con la que se descomponen los anticuerpos generados, de si el virus o bacteria tiende a mutar y de la ubicación de la infección en el cuerpo humano.

Por eso, los científicos determinan un umbral de protección, que es el nivel de inmunidad suficiente para que las vacunas logren evitar la enfermedad.

"Una vacuna realmente buena hace que alguien no se infecte incluso si está expuesto al virus", dijo Rustom Antia, profesor de biología en la Universidad de Emory (Estados Unidos), entrevistado por Jo Craven McGinty para The Wall Street Journal.

Anticuerpos e inmunidad

Además de las células T, los científicos toman los niveles de anticuerpos o anticuerpos neutralizantes por mililitro de sangre para determinar la protección con la que cuenta una persona.

Por ejemplo, para el tétanos se definió en 1942 un umbral de 0,01 unidades internacionales por mililitro. Para el sarampión, la medida se fijó en 1985 en 0,02 unidades internacionales por mililitro como el nivel necesario para prevenir la infección.

Respecto a estas enfermedades, la magnitud de las respuestas a las vacunas, combinadas con las tasas de descomposición de los anticuerpos, producen respuestas inmunes duraderas.

Los anticuerpos contra el sarampión se descomponen lentamente y los del tétanos se descomponen más rápido, pero la vacuna hace que el cuerpo produzca mucho más de lo que necesita, contrarrestando la disminución.

Si se realiza un seguimiento de la disminución de anticuerpos a lo largo del tiempo, se puede calcular la durabilidad de la protección. Con las vacunas COVID-19 “no lo sabemos", explicó Mark Slifka, profesor de la Universidad de Ciencias y Salud de Oregon (Estados Unidos) a The Wall Street Journal.

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La próxima generación de vacunas COVID-19 serán eficaces contra nuevas variantes y mejorarán la inmunidad en el tracto respiratorio inferior y superior.

La próxima generación de vacunas COVID-19 serán eficaces contra nuevas variantes y mejorarán la inmunidad en el tracto respiratorio inferior y superior.

Vacunas COVID-19

Históricamente, las vacunas más eficaces han utilizado virus replicantes, que esencialmente provocan inmunidad de por vida. Estos son los casos de las vacunas contra el sarampión y la varicela.

Las vacunas que no se replican y las vacunas a base de proteínas (como la del tétanos) no duran tanto, pero su eficacia puede mejorarse con la adición de un adyuvante, una sustancia que mejora la magnitud de la respuesta.

Las vacunas contra el tétanos y la hepatitis A utilizan un adyuvante.

Pero en el caso de las vacunas COVID-19 hay mucha variedad. La de Johnson & Johnson, AstraZeneca y Sputnik V usan adenovirus no replicantes. Las vacunas COVID-19 de ARNm de Pfizer y Moderna funcionan de manera diferente y no contienen ningún virus.

Pero el SARS-coV-2 ha complicado un poco más el panorama porque ha demostrado una tendencia a mutar para escapar de la inmunidad. La OMS detectó al menos cuatro variantes de preocupación y cinco de interés.

Es muy diferente en los casos del sarampión, las paperas, la rubéola y la varicela, ya que casi no mutan.

Otro ejemplo es la gripe, que también muta y requiere todos los años la actualización de la vacuna. De esta forma, otorga una protección por unos seis meses.

Nueva generación de vacunas COVID-19

Además de la esperanza de las vacunas, algunos se han centrado en buscar la inmunidad colectiva. Sin embargo, es poco probable que suceda ya que dura un periodo de tiempo modesto y depende de cuán rápido mute el virus.

Otro problema que trae el coronavirus es que puede replicarse tanto en el tracto respiratorio superior (nariz, cavidad nasal, boca, garganta, faringe) como en el inferior (tráquea y, dentro de los pulmones, bronquios, bronquiolos y alvéolos).

Por lo tanto, se puede bloquear la enfermedad grave si hay anticuerpos en el tracto respiratorio inferior pero no la enfermedad leve en casos de infecciones en el superior.

En el futuro, la próxima generación de vacunas COVID-19 se actualizarán para combatir las nuevas variantes y también mejorarán la inmunidad en las superficies húmedas de la nariz y los pulmones.

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