CÓRDOBA. Una nueva muerte por éxtasis en Córdoba volvió a poner en el ojo de la tormenta a las fiestas y la cultura que rodea a la música electrónica. En esta ocasión, una joven de tan solo 28 años perdió la vida el pasado sábado fruto de un edema cerebral tras haber consumido dosis de la droga señalada en medio de una reconocida fiesta legal de electrónica en Malagueño, Córdoba.
La muerte de la mujer, que pereció horas después de haber sido internada en el Hospital Domingo Funes de Santa María de Punilla, significó la cuarta en ocho años bajo las mismas circunstancias, aunque en distintos eventos. Y eso desató la pregunta sobre la mortalidad en el consumo de éxtasis y la relación directa de esas muertes con la presencia en eventos festivos.
El éxtasis o MDMA es una droga psicoactiva que pertenece a la familia de las anfetaminas. Esta sustancia sintética, lanzada al mundo hace más de 50 años con finalidades terapéuticas, se volvió especialmente famosa a principios de los 70’ por sus capacidades alucinógenas en el cuerpo humano.
En 1985 la droga se declaró ilegal en Estados Unidos y pasó a producirse bajo esa condición. Desde entonces, numerosos países prohibieron su producción y consumo.
En la actualidad, su consumo está especialmente relacionado con sensaciones de bienestar o alegría instantánea, además de provocar una apertura emocional en los consumidores. Lógicamente esto generó que, con el correr de los años, el éxtasis se convierta en la “droga de las fiestas”, con especial anclaje en las fiestas electrónicas o raves que convocan a cientos de miles de jóvenes todos los fines de semana en todo el país.
Sin embargo, esas sensaciones no son las únicas consecuencias del éxtasis. En muchas ocasiones, el consumo de éxtasis está acompañado deshidratación, un aumento desmedido de la temperatura corporal, taquicardia, hipertensión o arritmia a nivel cardíaco, pérdida de conciencia, episodios psiquiátricos, convulsiones, accidentes cerebrovasculares e insuficiencia renal, entre otras.
Con todos esos efectos secundarios a cuestas, el consumo de éxtasis potencia su fatalidad si se tiene en cuenta que en las fiestas donde circula se baila de manera intensa y durante varias horas. Esto aumenta potencialmente el riesgo de muerte ya que dicha actividad se puede calificar como un ejercicio físico en el que el cuerpo se expone a condiciones extremas.
Y aún más peligroso se vuelve el combo cuando se mezcla con otras drogas como el alcohol. De hecho, en la cultura rave, el consumo de alcohol es limitado fruto de la presencia de otras drogas sintéticas que no pueden ser mezcladas.
Sobre su nivel de adicción, el éxtasis puede generar dependencia de contexto. Esto implica que son drogas que no necesariamente son de uso diario, aunque sí son detonadas por determinadas circunstancias.
Claro está que la música y la celebración no son los factores responsables de las muertes por éxtasis entre los jóvenes. Aunque si se tornan en circuitos propicios para la circulación de sustancias, sobre todo por la falta de control y prevención de las autoridades sobre los asistentes.
“En estos casos, por el exceso de movimiento, se produce una deshidratación grave, entonces los chicos piden agua y, si uno no está avezado en el tema, les da agua. Es impresionante la cantidad de líquido que pueden ingerir, hasta 20 litros. Esa sobrehidratación produce una presión en la sangre que hace que esa agua se meta con presión en las células”, explicó a Cadena 3 el doctor Daniel Gómez (M.P. 17927), especialista en toxicología y ex director del área en el Hospital de Urgencias. Esto mismo habría generado la muerte de la joven cordobesa.
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