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Netflix: Ginny y Georgia, esa ficción linda de familias tipo

La serie de Netflix Ginny y Georgia refleja una realidad que no escapa a ningún ámbito o país: La violencia doméstica y las "malas madres"

Hablemos de malas madres. Pero no al estilo Gilmore Girls, que muestran a esa imagen ideal de "mala madre" cool y joven que es la mejor amiga de su hija adolescente, sino de las malas madres en serio. Que son básicamente las del 99% restante. Netflix quiso apurarse a sacar la segunda temporada de su serie sobre malas madres, Ginny y Georgia, con resultados bastante realistas.

Pero primero, vamos a remontarnos un poco hacia atrás, a los años '90. Bourdieu nos habla de una idea de familia muy coherente, ya que para el filósofo francés, la familia es en realidad una ficción. Una novela apoyada en un conjunto de palabras que se esconden tras una apariencia en particular y construyen la realidad social prescribiendo un modo de existencia.

Ginny y Georgia: Temporada 2 | Tráiler oficial | Netflix

El discurso familiar supone a la familia como universo social aparte, idealizando su interior como sagrado, cual reino de la privacía. Ustedes se preguntarán qué tiene que ver esto con una serie de Netflix para maratonear, pero aunque no parezca está profundamente ligado a este concepto de familia como ficción para aparentar, frente al resto de los seres sociales.

Dicho de otro modo, piensen en su círculo más cercano, ¿Cuántos de sus amigos/parientes crecieron en un entorno de familia nuclear? Si la respuesta es pocos o casi ninguno, entonces Bourdieu tenía más razón de la que creíamos. Sí, la visión de familia tradicional es una ficción, sostenida por la sociedad para que no se vaya todo al garete, pero ficción al fin.

Georgia Miller (interpretada por la infravalorada Brianne Howley) es un personaje tridimensional, es una mala madre que quiere hacerse amiga de su hija como un tropo narrativo convencional, sí, pero realidad estadounidense clase media aparte, es una ficción en sí misma. Se convence e intenta convencer a otros que ella es su propio núcleo familiar, aunque no provenga de una familia como las ficciones de Bourdieu especifican.

De hecho, no es sorpresa alguna que esta serie sea la más vista de Netflix en este momento, ya que estadísticamente, el público puede empatizar muy rápido con estos temas de la ficción familiar.

Ginny y Georgia en Netflix: Casi sin saberlo sacan los trapitos al sol

El último estudio del Cippec (Centro de Implementación de Políticas públicas para la Equidad y el Crecimiento) mostró un considerable aumento progresivo de las familias monoparentales, lo que se traduce que los hogares conformados por mamá, papá e hijos cada vez son más excepcionales.

Entonces, la historia de una madre como Georgia que sólo quiere proteger a sus hijos ante cualquier costo no es una fantasía, sino que se construye dentro de un parámetro que la realidad de los sujetos, de las audiencias, consideran factible, y hasta verosímil.

Pero pasemos a Ginny. La angustiada adolescente que se flagela con un mechero. Vamos a hacer un llamado de atención para los millenials sin comprensión lectora: Mostrar a un joven pasando por dolores, ansiedades, o circunstancias tóxicas, no lo convierte en un personaje deprimente, sino todo lo contrario, es una cachetada a la realidad sobre conductas a las que hay que prestarles atención, en lugar de hacer como que no existen.

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Ginny y Georgia, una serie de Netflix sobre los vínculos complicados que enmascaran a las familias

Ginny y Georgia, una serie de Netflix sobre los vínculos complicados que enmascaran a las familias

Los vínculos malsanos romantizados, la falta de responsabilidad afectiva, quien no estuvo expuesto a tales circunstancias durante la juventud, que tire la primera piedra. Es absurdo, y un tanto hipócrita, pretender que esas cosas no son reales, cuando tenemos estadísticas que comprueban lo contrario.

De acuerdo al Indec, el 82,1% de las mujeres mayores de 14 años, fueron agredidas por una pareja o ex pareja, y no es un dato menor cuando a eso le sumamos el conflicto poblacional, incapaz de mantener la ficción hermosa de la familia tipo.

Que Ginny y Georgia sea otro éxito de Netflix, no tiene que ver con su "espectacular" trama o actuaciones convincentes, mucho menos con la cuota queer agregada por default, sino que apela a sentimientos y comportamientos humanos cada vez más normalizados, en una teatralidad social que se desvive por mantenerse a flote como si las malas madres no existieran, pero los padres ausentes tampoco.

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