Mientras la industria argentina se debate entre crisis institucionales y parálisis creativa, Cris Tapia Marchiori demostró que la innovación no espera a nadie. Agarró una cámara, se fue a Dock Sud y filmó la película más valiente del 2025. Gatillero no es solo cine, es la prueba de que el género puede ser el futuro del cine nacional.
WESTERN EN DOCK SUD
Es la mejor película argentina del 2025 y nadie habla de ella: Filmada sin cortes
La película más arriesgada del año nació en los márgenes y está demoliendo todo lo que sabías sobre el cine nacional. Argentina tiene una joya de zona sur.
03 de agosto de 2025 - 22:53
Sin lugar a dudas, tenés una cita pendiente con el cine nacional. Esta película lo amerita y de sobra.
El plano secuencia de 90 minutos no es marketing: es pura genialidad narrativa. Como Alfonso Cuarón en Gravedad o Sam Mendes en 1917, Tapia Marchiori entendió que la técnica debe servir a la historia, no al ego. Acá cada movimiento de cámara construye tensión real, cada diálogo suena auténtico porque no hay lugar para el artificio.
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El western que nació en los containers
Sergio Podeley encarna a El Galgo con una naturalidad que revienta la pantalla. Este no es el típico antihéroe cinematográfico: es un tipo real, quebrado, que sobrevive en un territorio donde las reglas las escriben los narcos. Isla Maciel se transforma en el nuevo Tombstone, pero con la brutalidad social que solo Argentina sabe retratar.
La decisión de filmar en locaciones reales no es casual. Dock Sud no es decorado: es personaje. Cada container, cada esquina, cada sombra cuenta la historia de un país que convive con la violencia como rutina diaria. Julieta Díaz y Matías Desiderio completan un elenco que entiende que están haciendo algo más grande que entretenimiento.
Acá está el drama: Gatillero debería estar compitiendo en Cannes, Berlín o Venecia, pero se estrena en dos salas porteñas mientras todos hablan de la nueva serie de Netflix. Tapia Marchiori logró lo que directores con presupuestos millonarios no consiguen: una experiencia cinematográfica que te deja pegado a la butaca.
La fotografía de Martín Sapia captura la estética del abandono sin romantizarla. El sonido de Emiliano Biaiñ y Marcos Zoppi construye un paisaje sonoro que te mete en el barro y la pólvora. Es cine industrial, sucio, honesto.
Cuando el talento no espera permisos
En medio de las tensiones institucionales que atraviesa el sector audiovisual argentino, con el INCAA enfrentando cuestionamientos sobre su funcionamiento y el Colectivo de Cineastas reclamando mayor participación en las decisiones, Gatillero surge como un ejemplo de lo que es posible cuando la creatividad encuentra su camino. Tapia Marchiori demostró que se puede hacer cine de calidad mundial con recursos limitados pero con una visión clara.
Se estrenó paradójicamente en salas del mismo INCAA que está siendo cuestionado, recordándonos que más allá de las disputas burocráticas, el cine argentino tiene historias poderosas que contar. Gatillero no es una declaración política: es pura demostración de que el talento trasciende las coyunturas institucionales.
En un país donde el cine enfrenta desafíos institucionales y presupuestarios, demuestra que la innovación encuentra su camino. Es hora de celebrar el talento que trasciende las circunstancias.
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