Otro capítulo lleno de culebrones para la familia real inglesa, tras el escandaloso desalojo que tuvieron que atravesar los duques de Sussex y manzanas de la discordia en el clan Windsor, Harry y Meghan: La pareja que renunció a las obligaciones reales se vieron obligados a también relegar este lugar, regalado por la difunta Reina Isabel II.
Según Page Six, la pareja recibió un aviso de desalojo del Palacio de Buckingham solo 24 horas después de la publicación de las memorias del príncipe Harry, “Spare: En la sombra”, en las que hizo varias acusaciones muy dañinas contra los miembros de su familia.
Éstas incluían afirmaciones en torno a su hermano, el príncipe William, que recientemente ha tenido bastante protagonismo debido a las acusaciones de infidelidad, también previas a la coronación de su padre, el actual Rey Carlos III.
La propiedad, llamada Frogmore Cottage, fue construida en el mandato de la Reina Charlotte, (sí, la misma de la serie de Netflix, Bridgerton) y terminó siendo un regalo de bodas para Meghan y Harry de parte de la mismísima Reina Isabel II.
Sale Harry, entra Andrew: "Un castigo cruel"
En un momento en el que la comunicación entre Harry y su familia ha alcanzado un mínimo histórico, la institución no le ha dado muchos detalles a la pareja. Les dijeron que necesitan la propiedad para otra persona.
Ahora se ha hecho público quién era ese “alguien más”: El príncipe Andrew. La semana pasada el Rey Carlos le dio las llames de Frogmore al hijo de la difunta Reina, quien fue despojado de sus títulos reales y patrocinios en medio de las acusaciones de abuso sexual por parte de Virginia Giuffre, víctima de Jeffrey Epstein.
Según el diario The Sun, Andrew se resiste a aceptar Frogmore Cottage, pero deberá mudarse a una propiedad más pequeña que su mansión Royal Lodge porque los gastos de mantenimiento de la propiedad son estratosféricos y corren por cuenta del príncipe.
Además, el Rey Carlos retirará la subvención anual de 249.000 libras esterlinas en abril, por lo que ha quedado muy claro que Andrew ya no puede permitirse vivir en Royal Lodge sin la financiación adicional del Fondo del Ducado de Lancaster.
Si bien el duque de York sólo paga 250 libras a la semana por el alquiler de la mansión de 30 millones, los costos tanto de mantenimiento como funcionamiento de la propiedad de 30 habitaciones y 98 acres quedan a su cargo, y se acercan a los 400 mil libras esterlinas al año.
Uno de los amigos íntimos de Harry y Meghan comentó a Page Six que estas medidas tomadas por la dinastía Windsor son "un castigo cruel”, y que “Es como si la familia quisiera eliminarlos de la foto para siempre”.
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