Febrero arrancó con el Gobierno ajustando todavía más el mercado cambiario. Sin el superávit financiero de enero y con menos margen para recaudar, el Ejecutivo se vio obligado a cumplir con su palabra y bajar del crawling peg -minidevaluación diaria del dólar oficial- y ajustar la tasa de interés, moviendo las fichas con el objetivo de postergar una eventual devaluación.
FMI CERCA
El dólar en la cuerda floja: ¿Cuánto más puede sostenerse el ancla cambiaria?
Con menos margen para recaudar, el Ejecutivo se vio obligado a cumplir con su palabra de bajar la devaluación diaria del dólar y ajustar la tasa de interés.
Sin embargo, la estrategia de crawling peg al 1% mensual genera dudas entre los economistas, que advierten que la olla a presión del dólar libre sigue acumulando temperatura.
En el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC), el Banco Central sigue comprando dólares, beneficiado por la brecha entre la tasa en pesos y el ritmo de devaluación. Pero la gran incógnita sigue siendo cómo y cuándo saldrá del cepo.
Efecto crawling peg
El crawling peg al 1% mensual con tasas en baja genera incentivos para desarmar posiciones en pesos, pero al mismo tiempo, la intervención del BCRA en el mercado de bonos puede atenuar la volatilidad.
En teoría, un ajuste cambiario más lento ayuda a anclar expectativas y evitar una espiralización inflacionaria, pero también corre el riesgo de acumular tensiones que, cuando se liberen, generen un salto mayor.
¿Cuánto más se puede estirar la soga?
El oficialismo repite que no habrá salto devaluatorio, pero en el mercado dan por descontado que el sinceramiento del tipo de cambio es inevitable. El problema no es si se hará, sino cuándo y a qué costo.
El ministro de Economía insistió en que no liberará el cepo de un día para el otro, aunque dejó entrever que la salida dependerá de dos factores clave:
- Absorber los pesos excedentes para evitar que una devaluación se traslade de inmediato a los precios.
- Alinear la inflación con el crawling peg y las tasas internacionales, para evitar que la fuga al dólar se vuelva incontrolable.
En el mientras tanto, el Gobierno patchea la economía con esterilización de pesos y eliminación de retenciones, intentando que el mercado financiero no le explote en las manos antes de las elecciones.
El ajuste en cámara lenta
El economista Nau Bernues fue contundente: "Las anclas siguen vivas, pero con cada ajuste se achica el margen de maniobra". La receta de superávit fiscal, tasas en baja y dólar quieto funcionó para pasar el verano sin sobresaltos, pero el verdadero desafío será soportar la presión hasta fin de año.
Mientras tanto, los datos de actividad muestran un rebote del crédito del 53% interanual, lo que el Gobierno vende como un signo de reactivación. Pero los economistas advierten que este repunte se da en un contexto de tasas reales negativas y sin garantías de estabilidad cambiaria a largo plazo.
La baja en la tasa de interés fue una jugada arriesgada: si bien busca reactivar el crédito y aliviar a las empresas endeudadas, también puede desatar una nueva corrida contra el peso.
Llegar a las elecciones, cueste lo que cueste
El mercado tiene claro que la estrategia oficial es patear los problemas para adelante. La decisión del Banco Central de reducir el crawling peg al 1% mensual es una apuesta fuerte: si el agro liquida más dólares y el mercado sigue comprando la pax cambiaria, el Gobierno podría llegar a los comicios sin sobresaltos.
Pero el plan tiene su talón de Aquiles. Los analistas de Grupo SBS advierten que la actual estabilidad depende de que no se dispare la brecha cambiaria. Si el dólar libre empieza a recalentar, la presión sobre el oficial será insostenible.
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