El mercado cambiario volvió a tensionar al límite el esquema oficial. Este miércoles (17/9), el dólar mayorista se negoció en $1.474,50, exactamente en el techo de la banda cambiaria fijada por el Banco Central (BCRA). La autoridad monetaria no tuvo margen: salió a vender US$ 53 millones para defender el límite y evitar que la cotización se disparara aún más.
Las reservas brutas del Central quedaron en US$39.777 millones luego de la intervención. El problema no es solo la magnitud de la venta, sino el destino de esos fondos. Cada dólar que se utiliza para contener la cotización deja menos margen para afrontar los compromisos de deuda en moneda extranjera. En otras palabras, el organismo gasta municiones en una pelea diaria en lugar de guardarlas para los vencimientos que ya están en el calendario.
El mercado lee esa dinámica como un factor de riesgo adicional. La defensa del techo de la banda compromete la capacidad del país de cumplir con sus acreedores en los próximos meses, lo que explica la fragilidad de los bonos y el salto del riesgo país.
Impacto inmediato en los bonos
La curva soberana en dólares cerró con pérdidas de hasta 4,5% en el GD41 y caídas de entre 3% y 4% en otros títulos de corto plazo. Con paridades que apenas se sostienen entre el 50 y el 55%. Cada venta de reservas para defender al peso incrementa la percepción de un default futuro.
El riesgo país se mostró en 1.167 puntos básicos, un número que refleja datos de la rueda anterior. Si se ajustara a la caída de los bonos de hoy, debería haber marcado otra suba. En el último mes escaló casi 40% y en lo que va del año acumula un explosivo 83,8%. La confusión que generan los registros con retraso no cambia la tendencia de fondo, que es de deterioro constante.
El dilema sin salida
El Banco Central enfrenta una disyuntiva cada vez más peligrosa. Si vende dólares para defender la banda, consume reservas que el mercado espera ver disponibles para pagar deuda. Si se abstiene de intervenir, el tipo de cambio se dispara y la corrida se traslada a los dólares paralelos y a la deuda soberana.
La conclusión que se impone en la City es lapidaria.
Esa dinámica golpea de lleno en el riesgo país, porque los acreedores interpretan que el Gobierno privilegia la estabilidad cambiaria de corto plazo por encima de la solvencia futura.
Una estrategia de tiempo prestado
El resultado de la jornada dejó un mensaje incómodo para el oficialismo. El esquema de bandas no funciona como ancla de confianza, sino como un sistema que se defiende con reservas cada vez más escasas. El mercado ya descuenta que el Gobierno solo busca estirar esta estrategia hasta las elecciones de octubre.
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