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PARA BLAQUIER Y PLÁCIDO DOMINGO

Netflix y la serie de sectas que causa furor pero hace agua

La rankeada serie de Netflix El diablo en Ohio respeta todo el canon del terror hollywoodense sin innovar demasiado en el gastado tropo del Cursed Kid

Nunca estuve de acuerdo con el término secta, y de hecho, cuando se habla de ellas, prefiero optar por la definición acuñada por Damian Kuc: Grupos coercitivos. Sin embargo, La obsesión de Netflix con las sectas no parece desvanecerse, ya que produjeron diversos contenidos en un más que vasto catálogo, tanto en materia de ficción como documental.

Recientemente, Buenos Aires tuvo su propio escándalo en torno a los espacios sectarios, donde nombres como Plácido Domingo o Carlos Pedro Blaquier estuvieron involucrados en la llamada Escuela de Yoga, según lo indicado por Página12: Esta organización se encargaba de orquestar el llamado "geishado VIP", que consistían en encuentros sexuales con mujeres captadas en estado de vulnerabilidad, a cambio de dinero y reducidas a una situación de servidumbre.

Pero como siempre, la realidad supera a la ficción, y Netflix se encarga de desplegar otra serie sobre grupos coercitivos llamada El diablo en Ohio, donde una adolescente toma protagonismo justamente... Por su situación vulnerable, lo cual es esperable en esta trama pero no por el rumbo que toma, ya que para ser una alegoría de supervivencia se torna demasiado banal, pero tampoco funciona en la esfera ficcional. Con una temporada de ocho episodios, esta serie basada en la novela de Daria Polatin (showrunner de la adaptación) cuenta la historia de Mae, una jovencita que escapa de una secta, siendo rescatada por la psiquiatra Suzanne Mathis, interpretada por Emily Deschanel.

El diablo en Ohio (EN ESPAÑOL) | Tráiler oficial | Netflix

La relación entre la familia de Suzanne y Mae comienza de forma tensa, y termina desmoronándose cuando extraños sucesos interpelan las vidas de la familia Mathis, sumergiéndolas en el caos. Cuando Suzanne intenta desentrañar el pasado de Mae, se entera de que su invitada está huyendo de este culto que adora al diablo, que ahora su familia es el objetivo, y que ha cometido un terrible error al ingresar a esta extraña a su hogar.

No obstante, la narrativa envuelta con el tropo del Cursed Kid (El o la joven que escapan de un trauma pero que en realidad son el desencadenante del trauma en sí) no es algo nuevo ni atrapante, por más que quieran envolverlo en un aire de misticismo citando orígenes reales. Polatin, en conversación con Tudum y Stylist, aseguró que esta serie tiene elementos de un caso real, del que se negó en repetidas oportunidades a brindar detalles:

El libro se inspiró en hechos reales de una historia que escuchó nuestra productora ejecutiva, Rachel Miller, que en realidad tuvo lugar en Ohio [...] Los huesos de la historia son ciertos y sucedieron, y quería tomar eso como un punto de partida El libro se inspiró en hechos reales de una historia que escuchó nuestra productora ejecutiva, Rachel Miller, que en realidad tuvo lugar en Ohio [...] Los huesos de la historia son ciertos y sucedieron, y quería tomar eso como un punto de partida

Por qué no molestarse en ver El diablo en Ohio

Porque palabras más, palabras menos, la trama se ha reciclado un sinfín de veces. Agregando un par de jumpscares en los momentos justos, tenemos otra alternativa al concepto del Niño maldito o Cursed Kid, donde un personaje, a menudo un niño o un adolescente, son portadores de una supuesta gran dosis de oscuridad, malinterpretada por el protagonista que en principio sólo puede ver a un menor traumatizado por un evento puntual.

Sin contar que la serie genera una mescolanza de simbologías paganas que (otra vez) se hacen pasar como un sinónimo de satanismo para constituir una secta inventada, y que se suman al largo compendio del terror hollywoodense: Ruidoso, decadente, basado en supersticiones católicas rimbombantes que poco tienen que ver con los reales significados históricos de tales simbolismos.

Volviendo al tropo del Cursed Kid, éste se hace desde las primeras adaptaciones de La profecía, y como ejemplo más reciente tenemos a La Huérfana, donde una mujer mayor se hacía pasar por una jovencita solitaria para ser adoptada y liquidar (en términos edípicos) a su madre adoptiva. Otra muestra en particular se puede sumar con Caso 39, donde Renée Zellweger interpreta a una trabajadora social que salva a una niña de sus padres abusivos, pero termina siendo una ruina en términos espirituales. Conceptualmente, se obtiene el mismo resultado que con esta serie, sumándole algún giro de trama sobrenatural, cosa que El diablo en Ohio carece, a pesar de amagar con tenerlo.

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La trama del niño maldito vuelve en forma de secta: El diablo en Ohio, otro de los (des)aciertos de Netflix

La trama del niño maldito vuelve en forma de secta: El diablo en Ohio, otro de los (des)aciertos de Netflix

De una forma mucho más inteligente, una película que sí explota al máximo el concepto del Cursed Kid es Donde el diablo se esconde, que plantea de forma ambigua e inteligente la cuestión de si el mal es algo externo y espiritual a punto de entrar al mundo por medios mágicos, o si por el contrario es algo que está dentro de nosotros mismos y debemos lidiar con él todos los días, ambientado en la marginación de cinco chicas a manos de toda una aldea amish, por un presagio que no se entiende si es real o inventado sino hasta el final de la película.

En definitiva, El diablo en Ohio no merece nuestra atención por haberse edificado en un cocoliche de simbología pagana, perspectivas medievales sobre el diablo construidas desde las épocas de la inquisición, y un tropo que el público ya se sabe de memoria. El terror y el suspenso deberán enfriarse en la heladera de los ejecutivos del streaming por un tiempo, para ver si se puede reinventar de una forma más atrapante.

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