Israel tiene 'la bomba', todos lo saben y hasta se conoce el emplazamiento del centro de desarrollo: Dimona. Pero Israel no lo reconoce y cuando en Israel un periodista se refiere al tema tiene que aclarar "(según informes extranjeros)", una hipocresía exigida por las fuerzas militares que tanta influencia tienen en un país en guerra casi permanente. Pero ha sucedido algo: la difusión en la TV israelí de un documental sobre el desarrollo de la energía atómica en el país, y el testimonio -no censurado- de algunos entrevistados. El dato no le pasó desapercibido a Yossi Melman, quien realizó una nota muy completa para el diario Haaretz, que aquí se reproduce:
UNA HISTORIA VERDADERA
En Dimona, Israel tiene 'la bomba' (según informes extranjeros)
"El programa nuclear de Israel ha sido autorizado para su publicación (según informes extranjeros)": muy buena nota publicada por Haaretz, de Tel Aviv.
Una de las mentiras piadosas de larga data del establishment de Defensa israelí se expresa en la exigencia del censor militar de añadir las palabras "según informes extranjeros". En particular, esta frase acompaña a los informes sobre algo que todo el mundo sabe desde hace 55 años: Israel tiene la bomba. Tal vez ahora se evapore el engaño de los "informes extranjeros".
La cadena pública Kan ha emitido el 1er. episodio de una nueva serie documental, 'El Átomo y Yo' que, por primera vez, revela la historia detrás del programa nuclear de Israel. El 1er. episodio trata sobre el nacimiento del proyecto atómico: cómo Israel compró un reactor nuclear a Francia, que luego se construyó en Dimona y que Israel ha operado desde 1960. Pero esta vez, no añadiré las palabras "según informes extranjeros", porque algunos de los entrevistados en la serie, tal como Amos Eiran, ex director general de la Oficina del Primer Ministro, hablan de un "arma atómica".
El episodio también muestra una entrevista con el difunto Benjamin Bloomberg, a quien se presenta como una figura clave en "el proyecto ultrasecreto de Israel durante casi 3 décadas". Esto es una exageración. Conocí a Bloomberg hace un cuarto de siglo. Hablé con él en su vivienda de Tel Aviv y, sobre la base de nuestra conversación, escribí 2 artículos en Haaretz en 2004, titulados "Discreto". Lamentablemente, él exigió que no se citaran sus comentarios ni se le atribuyeran.
Por tanto, los artículos no se presentaron como una entrevista, sino que en ellos describí su currículum vitae en detalle, desde sus operaciones en la milicia clandestina Haganah, antes de la creación del Estado, hasta su nombramiento como jefe de seguridad del Ministerio de Defensa en 1949. En esa función, debido a las batallas de egos con el director del Mossad, Isser Harel, el director del Ministerio de Defensa, el general Shimon Peres, ordenó a Bloomberg que estableciera la unidad que aseguraría los secretos relacionados con la construcción del reactor nuclear en Dimona, de modo que quedara oculto al mundo, y especialmente a USA.
El programa nuclear se presentó como destinado a fines pacíficos, pero desde el momento en que se estableció, USA, Reino Unido, URSS y los estados árabes evaluaron que su propósito era construir una bomba atómica.
Lakam
Tras varios cambios de nombre, la unidad de Bloomberg recibió el nombre camuflado, inocente y engañoso de Oficina de Relaciones Científicas (conocida por su acrónimo hebreo, Lakam). Inicialmente tenía una triple función:
- garantizar la seguridad física de la instalación nuclear de Dimona,
- impedir la filtración de información sobre la presencia de un centenar de expertos franceses que participaron en la construcción del reactor nuclear y,
- más tarde, impedir que se revelaran las verdaderas intenciones de Israel.
Más tarde, Lakam asumió funciones especiales, tales como la compra de equipos, tecnologías y materiales necesarios para el reactor y otras industrias de defensa. En otras palabras, la oficina se convirtió en una unidad de inteligencia científica y tecnológica; más claramente, resultó ser un contratista de robo, que robaba conocimientos y materiales de otros países para los proyectos de seguridad de Israel.
Así fue como Israel obtuvo el uranio natural para operar el reactor después de que Francia retirara su apoyo al programa en 1961 y Sudáfrica dejara de suministrarlo. Uno de los verdaderos héroes de esta campaña de adquisiciones fue Eliahu Sacharoff, un teniente coronel e industrial que hizo negocios con empresarios alemanes, entre ellos un piloto de la Luftwaffe nazi.
En uno de mis libros escribí que Sacharoff le contó a Bloomberg sobre la banda alemana a través de la cual se compraron 200 toneladas de uranio natural extraído en la provincia congoleña de Katanga y almacenado por una compañía minera belga que buscaba un comprador. Gracias a Sacharoff, el uranio llegó al puerto de Ashdod en 1968, desde donde fue transportado a Dimona.
En 1974, durante el mandato del primer ministro Yitzhak Rabin, el entonces ministro de Defensa, Peres; y el director general del Ministerio de Defensa, Yitzhak Ironi, decidieron transferir el trabajo de seguridad de Bloomberg en el ministerio a Haim Carmon. Bloomberg continuó desempeñándose como director de Lakam, pero la presión para reemplazarlo aumentó en el nuevo gobierno del Likud, a pesar de las objeciones del 1er. ministro Menachem Begin. En 1981, Begin cedió a las demandas del ministro de Defensa, Ariel Sharon, y Bloomberg se retiró. Rafi Eitan fue nombrado director de Lakam.
No cabe duda de que Bloomberg merece respeto por su papel en el programa Dimona, pero él no fue uno de sus diseñadores. El mérito y el elogio total son
- para el 1er. Ministro David Ben-Gurion y su sucesor Levi Eshkol,
- para los "chicos" de Ben-Gurion, Peres y Moshe Dayan, y
- para los científicos nucleares Profesor Ernst David Bergman, Israel Dostrovsky y muchos otros de su generación y sus sucesores.
Desde principios de los años '60, debido a la presión internacional, especialmente de las administraciones de John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson, los dirigentes israelíes mantuvieron una política que se conoció como "ambigüedad nuclear". Israel no confirmó ni negó que poseyera armas nucleares. Esa fue una de las decisiones estratégicas más importantes de los años de nuestra existencia, y el Israel oficial debe atenerse a ella, al menos mientras Irán no haya ensamblado aún armas nucleares.
Sin embargo, la obstinación de la censura militar en obligar a los periodistas a añadir la frase "según informes extranjeros" en cada artículo sobre el tema es ridícula y obsoleta. La serie 'El Átomo y Yo' debería ser el clavo en este ataúd podrido.
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