En una charla relajada con Mario Pergolini en Otro Día Perdido (El Trece), Mercedes Morán tiró una bomba que dejó a todos con la boca abierta: se casó a los 17 años, cuando todavía iba al colegio. Lo contó sin dramatismo, pero detrás de esa confesión hay una historia de época que explica mucho más de lo que parece.
"ME INDEPENDICÉ DE CHICA"
Mercedes Morán recordó cuando se casó siendo adolescente: "Mi marido era mi tutor"
Mercedes Morán contó en El Trece que se casó siendo menor de edad y cómo eso le cambió la vida. Historias, confesiones y risas que nadie esperaba.
17 años y casada: la juventud acelerada de Mercedes Morán
En una de esas escenas que lo dejan mudo a uno, Mario Pergolini le preguntó a Mercedes Morán a qué edad se había casado, y ella respondió sin vueltas: "A los 17, cuando terminé cuarto año. Hice quinto casada." Lo dijo con naturalidad, como quien recuerda una anécdota que ya no duele, pero que todavía asombra.
En esa época (estamos hablando de fines de los 70), sus padres tuvieron que firmarle un permiso para que pudiera casarse con su primer esposo antes de Oscar Martínez, Oscar Scápola, de 23 años y que fue el padre de sus primeras hijas.
Morán recordó entre risas un detalle insólito: "Mi marido pasó a ser mi tutor y/o encargado. El boletín me lo firmaba él." Y completó con una anécdota tan absurda como real: "Y cuando tenía problemas de conducta, porque a veces tenía, llamaban a mi marido. Y le decían ‘Su señora trae la pollera muy corta’, y mi marido respondía ‘Y bueno, pero tiene buenas piernas’."
Más allá del humor, esa historia muestra una sociedad donde las mujeres podían casarse pero no decidir por sí mismas. Morán lo cuenta sin reproches, pero lo que deja ver entre líneas es cómo, desde muy joven, empezó a buscar su propia voz, incluso dentro de un sistema que la infantilizaba mientras le exigía ser adulta.
Del primer trabajo al escenario: cómo Mercedes Morán encontró su camino
Morán contó también que "empecé a trabajar muy chica porque me casé muy chica, me independicé muy chica", y que su primer trabajo fue en la Biblioteca del Congreso, un lugar que parece menor en el relato, pero que probablemente fue su primer contacto real con un mundo de ideas, de libros, de pensamiento. Mientras otros estudiaban sin urgencias, ella ya mezclaba responsabilidades de adulta con la curiosidad de una chica que todavía estaba buscando quién era.
Intentó estudiar Sociología. "No terminé la universidad. Hice el examen de ingreso que era mucho filtro", recordó. La dictadura terminó por vaciarle el sentido a la carrera: "Yo quería leer Marx y era como decorar una percha", dijo, con esa claridad que siempre tuvo para señalar lo absurdo. " Pero bueno, eso fue lo que me llevó a estudiar teatro."
Y ahí se explica todo. Del encierro a la escena, del silencio a la palabra, Morán encontró en el arte la forma más libre de contar(se). Su historia podría leerse como la de una adolescente que se apuró a vivir, pero en realidad es la de una mujer que, a fuerza de contradicciones, se fabricó su propio destino.
Hoy, escuchándola hablar con esa mezcla de humor y memoria, queda claro que Morán no es sólo una gran actriz: es el reflejo de muchas mujeres que crecieron antes de tiempo y aún así encontraron su camino. Y quizá por eso, cuando habla de su vida, lo hace sin nostalgia: porque todo lo que vivió fue, también, el origen de lo que llegó después.
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