Este verano, Mirtha Legrand vuelve con todo a la pantalla de El Trece para conducir un ciclo especial de La noche de Mirtha desde Mar del Plata. Pero detrás del supuesto homenaje del Grupo Clarín, hay una jugada fuerte para reacomodar el mapa mediático y cerrar una etapa clave de la televisión argentina.
¿ADIÓS A LA DIVA DE LOS ALMUERZOS?
El Trece se juega el verano con Mirtha Legrand: La última gran apuesta de la TV
Mirtha Legrand vuelve a la costa y El Trece tira toda la carne al asador. Verano clave ante una posible despedida que podría cambiar el mapa de la TV.
El adiós de Mirtha Legrand como jugada política de El Trece
El anuncio de que Mirtha Legrand volverá a Mar del Plata para conducir 6 programas entre enero y febrero es una movida pensada. Según adelantaron La Pavada (Crónica) e Intrusos (América TV), Nacho Viale y El Trece sellaron el acuerdo para que la conductora cierre su ciclo con una serie especial grabada antes de su cumpleaños número 99.
En lo formal, se trata de una despedida; en lo simbólico, es el último capítulo de una marca que durante más de medio siglo funcionó como espacio de poder, donde pasaron presidentes, ministros, sindicalistas, artistas y economistas. La mesa de Mirtha fue muchas veces más influyente que un editorial en horario central: lo que se decía ahí, tenía rebote político al día siguiente.
El regreso de Mirtha Legrand a Mar del Plata es también una jugada estratégica de El Trece. Busca reactivar audiencia, cerrar una era y reforzar su perfil político y clásico.
"Será el final del ciclo de Mirtha", dijo Adrián Pallares en Intrusos, y sumó que la decisión habría sido del canal, no de la conductora. Y es que esa frase en realidad revela un cambio de época: la televisión tradicional se reacomoda, y los canales ya no pueden sostener a figuras, por más emblemáticas que sean, sin medir el retorno, la audiencia y la segmentación.
En los últimos años, El Trece perdió terreno frente a Telefe y América en el rating, y su programación quedó atrapada entre lo político y lo familiar. En ese marco, la "despedida" de Mirtha también es una maniobra para reactivar una franja que se fue desinflando, al mismo tiempo que refuerza la identidad del canal que, históricamente, representó al "estilo clásico" de la televisión argentina.
Mirtha y la televisión como espacio de poder
Hablar de Mirtha Legrand no es hablar de farándula, es hablar de cómo la televisión moldeó la conversación pública en la Argentina. Desde su debut en 1968 con Almorzando con las estrellas, su programa funcionó como barómetro social: lo que se discutía en esa mesa (ya sea sobre economía, seguridad o política) después se debatía en la calle.
No por nada muchos invitados temían o deseaban ese convite. "Yo no quiero irme de este mundo sin ver renacer a la Argentina", dijo Mirtha en una de sus últimas emisiones. Esa frase, repetida hasta el cansancio, condensa una mirada sobre el país y sobre su rol: el de una figura que entendió que la televisión podía ser, más allá del entretenimiento, una herramienta para construir sentido común.
Hoy, mientras El Trece define el futuro del formato, su hija Marcela Tinayre y su nieta Juana Viale suenan como reemplazos naturales, una continuidad de linaje que también responde a una lógica de marca: preservar el nombre Legrand-Viale como sinónimo de la "mesa argentina".
Su mesa fue un espacio de poder y construcción de sentido común en la Argentina. Su despedida marca el fin de una televisión con peso político real en la agenda pública.
Pero el contexto es otro. Las nuevas generaciones consumen política por redes, no por TV abierta. La era de los debates en vivo, los silencios incómodos y las frases que hacían temblar ministros parece llegar a su fin.
Sin embargo, la figura de Mirtha sigue pesando, incluso en términos mediáticos. Su salida deja un vacío simbólico: la de una conductora que atravesó gobiernos, censuras, crisis y modas sin perder el control del relato. Su mesa fue para bien o para mal uno de los pocos lugares donde el poder se sentaba a hablar en voz alta en un país donde casi todo se polariza.
El último ciclo desde Mar del Plata será entonces el cierre de una forma de hacer televisión que ya no existe, y al mismo tiempo, el intento del Grupo Clarín por cerrar con dignidad un capítulo clave de su propio relato mediático. Porque cuando se apague esa cámara, no solo se va Mirtha: se termina la televisión como espacio de poder nacional.
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