CÓRDOBA. Para Juntos por el Cambio, el 2023 puede ser un año de redención propia. Con el Gobierno nacional haciendo todo lo que un oficialismo puede hacer para perder las elecciones, la coalición opositora tiene una oportunidad inmejorable de volver al poder tras una primera gestión negativa en términos de resultados políticos.
CARTELES
Juntos por el Cambio y una mala señal (throwback 2019)
Juntos por el Cambio enfrenta un tramo trascendental de cara al 2023 en Córdoba. Se revivieron imágenes que llevaron a muchos al oscuro 2019.
Sin embargo, las limitaciones propias dentro de Juntos por el Cambio bien pueden entorpecer cualquier chance de concretar una victoria que, tal vez con otra oposición, ya se habría consumado incluso meses antes de la finalización del gobierno del Frente de Todos. Y eso también puede trasladarse a los escenarios provinciales.
En Córdoba, por ejemplo, la situación para Juntos por el Cambio no se ve tan apetitosa como a nivel nacional. Pero al igual que en todo el país, la coalición cuenta con una chance inmejorable de “dar el golpe” para desbancar a un peronismo cordobés con 23 años de gestión continuada y pocos puntos débiles.
Esa oportunidad nace a partir del recambio generacional en la dirigencia del oficialismo provincial, que pondrá a prueba la gestión peronista por fuera de la figura del gobernador Juan Schiaretti. Un momento de natural debilidad que podría ser aprovechado por Juntos por el Cambio.
Aunque, una vez más, la chance de despilfarro también es grande. Y de hecho se estaría gestando un escenario similar al del 2019, cuando la coalición recibió una auténtica paliza electoral a nivel provincial.
Las remembranzas de ese año nefasto para los opositores surgieron durante el fin de semana largo en Córdoba, cuando la capital provincial amaneció inundada de carteles que rezaban “Mestre 2023”. A muchos les llamó la atención la cantidad de referencias gráficas al ex intendente Ramón Mestre, quien actualmente forma parte de Juntos por el Cambio (UCR) pero con poco protagonismo en los últimos años.
El lanzamiento, que no tuvo un cargo al que se hiciera referencia, generó un escalofrío importante entre los cambiemistas que recordaron la división que condujo a la derrota. Precisamente fue protagonizada por Ramón Mestre y Mario Negri.
En aquella oportunidad, Juntos por el Cambio se dividió entre una lista “oficial”, encolumnada por detrás de Negri, y una “blue” encolumnada detrás de Ramón Mestre. Esto, naturalmente, le sirvió en bandeja la victoria a Juan Schiaretti, que se nutrió de más del 50% de los votos para anotarse una nueva victoria. La división fue el resultado de la falta de unas PASO y una interna propia que hubiera obligado a alinear listas por detrás del más votado.
Si bien ahora Mestre no tendría intenciones de correr por la gobernación, lo cierto es que se desconoce a qué se candidatea. El radical podría aspirar a un regreso al Congreso para poder inflar nuevamente su vida política, tras una dura salida de la Municipalidad de Córdoba a manos de Martín Llaryora.
De cualquier forma, Juntos por el Cambio vive un clima enrarecido por las tensiones locales, que son un fiel reflejo de lo que sucede en Nación. Por el momento, la coalición no encuentra un discurso tras el cual encolumnarse, y tampoco persiste el espíritu de hacerlo con tanta antelación.
Claro está que todos querrán correr a las filas de quien demuestre, de manera cuantificada, que puede ser el ganador. Mientras tanto, todos son aspirantes y potenciales contrincantes.
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