Las acciones de Tesla (TSLA) se desplomaron un 14,26% este jueves (5/6), en lo que fue la segunda peor caída diaria desde 2020 y una pérdida de capitalización bursátil -market cap- de más de US$ 153.000 millones. El derrumbe no se explica por balances ni por cambios tecnológicos: fue consecuencia directa de una brutal guerra política entre Elon Musk y Donald Trump, que escaló públicamente y sin anestesia.
La tensión alcanzó su punto máximo cuando Trump, desde el Despacho Oval, amenazó con eliminar subsidios y contratos clave que benefician a las empresas del magnate.
En paralelo, Musk contraatacó en su plataforma X, acusando al presidente de...
El giro inesperado de Musk
Hasta hace semanas, Elon Musk era un socio central de Trump. En 2024, fue uno de sus principales impulsores en Silicon Valley, y se integró al gobierno al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), una oficina creada para reducir gastos del Estado. Desde ese cargo tejió relaciones estratégicas que facilitaron contratos multimillonarios con agencias como NASA, fundamentales para SpaceX.
Pero todo cambió. Musk renunció a su rol gubernamental a fines de mayo, retomó el control total de sus empresas, y en cuestión de días se convirtió en el crítico más feroz del proyecto fiscal de Trump, bautizado por el oficialismo como el “Big Beautiful Bill”. Desde X, Musk lo destrozó: “una abominación repugnante”.
El miércoles, fue más allá y llamó a sus millones de seguidores a frenar la ley: “¡Maten el proyecto de ley! ¡Dejar en bancarrota a EE.UU. no está bien!”. La respuesta de Trump no tardó en llegar. En tono áspero, el presidente se dijo “decepcionado” y dejó en claro que la buena relación con Musk podía haber llegado a su fin.
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Contratos en la mira
Trump jugó fuerte: planteó que una forma “rápida” de ahorrar miles de millones sería cancelar subsidios y contratos de Musk, y deslizó la posibilidad de reducir los incentivos a los vehículos eléctricos, un golpe directo a Tesla. Además, la Casa Blanca bloqueó la nominación de Jared Isaacman —figura cercana a Musk— como nuevo titular de la NASA, en una decisión interpretada como una represalia directa.
Las consecuencias no se hicieron esperar: los mercados castigaron con fuerza a Tesla ante el riesgo de pérdida de negocios, parálisis regulatoria y un entorno político hostil. Las expectativas de aprobación de pruebas para robotaxis, clave para el modelo de negocios futuro de Tesla, ahora están en jaque.
Tesla
Además del derrumbe, Tesla enfrenta problemas en el frente comercial. La demanda en Europa se debilita, mientras que en EE.UU. crecen las protestas en concesionarios, en rechazo al viraje ideológico de Musk. Muchos clientes, especialmente en los segmentos progresistas y urbanos, repudian su alineamiento con la derecha y su vínculo con Trump.
A esto se suma un entorno competitivo que no perdona: mientras Tesla se enfrenta a una tormenta política, Waymo (de Alphabet) avanza sin obstáculos y ya acumula 250.000 viajes semanales con sus robotaxis. El mercado empieza a preguntarse si Tesla podrá mantener su liderazgo tecnológico en conducción autónoma.
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