En un dato que el Gobierno seguramente festejará, la inflación esperada para los próximos doce meses bajó a 38,8%, el nivel más bajo desde marzo de 2020. La cifra se desprende del relevamiento mensual que elabora la Universidad Torcuato Di Tella y marca un retroceso de 2,5 puntos respecto a abril. Sin embargo, el termómetro en la calle sigue marcando fiebre, y el consumo no reacciona.
CUIDADO
Los ojos están puestos en la inflación y no en el consumo
En un dato que el Gobierno seguramente festejará, la inflación esperada para los próximos doce meses bajó a 38,8%, el nivel más bajo desde marzo de 2020.
La baja fue pareja en las tres grandes regiones relevadas: en el Interior, la expectativa pasó de 39,8% a 37,3%; en el conurbano bonaerense, de 43,1% a 40,8%; y en la Ciudad de Buenos Aires, de 44,5% a 42,1%. A pesar del alivio, la desconfianza persiste, especialmente entre los sectores más castigados.
Brecha de ingresos
El informe también deja en evidencia una diferencia que ya se volvió clásica: los hogares de menores ingresos esperan más inflación que los de mayores recursos. Mientras en los sectores altos la expectativa bajó de 40,5% a 37,7%, en los estratos más bajos apenas retrocedió de 42,8% a 41%.
La brecha entre ricos y pobres crece, y eso dice mucho sobre cómo se vive la economía en cada rincón del país. La diferencia en las expectativas saltó de 2,3 a 3,3 puntos porcentuales en apenas un mes. Para el que va todos los días al supermercado con la billetera flaca, la inflación no afloja, ni en la cabeza ni en el changuito.
La expectativa a corto plazo afloja
La encuesta también mide la inflación esperada a 30 días. En mayo, el promedio bajó de 4,55% a 4,23%, con una mediana que se mantiene en 3%. El dato puede parecer menor, pero sirve como anticipo de lo que la gente cree que va a pasar en el corto plazo.
Cae la inflación esperada, pero no hay confianza en el rumbo
Aunque los números pintan mejor, la percepción general no acompaña. El informe muestra que el rango intercuartil (la diferencia entre los que esperan poca y mucha inflación) no se achica. Traducido: cada vez hay menos consenso sobre qué va a pasar con los precios.
El Gobierno puede colgarse la medalla del dato más bajo en cinco años, pero aún no logró ganar la batalla clave: que la gente crea -sienta- que la inflación está controlada. Y sin esa credibilidad, es difícil que el consumo repunte o que haya decisiones de inversión reales.
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