Siempre quedará la duda porqué Alberto Fernández eligió a Felipe Solá como ministro de Relaciones Exteriores de la República Argentina. Más allá de que no se destaque por lo diplomático para un cargo tan sensible sobre las formas y los modos, el país atraviesa un momento muy delicado en la materia por la necesidad de tender una multiplicidad de puentes al mismo tiempo para renegociar deudas y fortalecer el comercio exterior de manera tal que logre engrosar las reservas del Banco Central, que se necesitan como agua en el desierto tanto para el presente como para el futuro para pagar esas deudas renegociadas.
"NO SE LO BANCA MÁS"
Game over para Solá: Cafiero filtró una conversación que sí existió (y Alberto ya no le atiende el teléfono)
Lo que hizo el canciller Felipe Solá se encuentra entre los escándalos jamás visto y escuchados en la historia diplomática argentina: inventó un diálogo que nunca existió entre el presidente en ejercicio de la República Argentina, Alberto Fernández, y un presidente electo de los Estados Unidos, Joe Biden. No sólo nunca existió sino que además Solá no formó parte de la conversación. La pregunta clave es: ¿Lo hizo para vengarse porque alguien de Presidencia le dijo que vaya a la Quinta de Olivos siendo que el diálogo se estaba desarrollando en Casa Rosada?
Solá no goza de un buen presente en el Palacio San Martín y ahora sumó otro escándalo: inventó un diálogo que nunca existió entre Fernández y el presidente electo de Estados Unidos Joe Biden sobre el FMI.
Ahora, el jefe de Estado intenta reparar el error pero no sabe cómo hacer. Básicamente, como le pasa con todos los temas sensibles que acosan a su Administración.
La gran pregunta es si el exgobernador bonaerense lo hizo para vengarse porque lo mandaron a Olivos, en vez de a Casa Rosada, donde se llevó a cabo la conversación privada.
Lo concreto es que este jueves 3/12 los portales de noticias amanecieron con un común denominador al respecto: Solá está prácticamente afuera del gobierno pero, según trascendió, en la Rosada creen que no es el mejor momento para echarlo.
El periodista Mauro Federico, cercano al oficialismo, afirmó:
"Alberto no se lo banca más, pero una renuncia en este momento sería inconveniente", le dijo a Data Clave una altísima fuente con responsabilidades políticas dentro del Frente de Todos. Nada peor para cualquier ministro que el Presidente pierda la confianza que alguna vez pudo haber tenido a la hora de elegirlo. Y eso es precisamente lo que ocurre con Felipe Solá, titular de la Cancillería argentina desde que asumió el gobierno de los Fernández.
"Nunca fue santo de la devoción ni de Alberto, ni de Cristina y siempre quedó claro que Felipe había armado su gabinete con gente que le respondía a él. pero la línea histórica de la diplomacia no le responde", agregó el informante. Claramente el malestar con el jefe del Palacio San Martín no es nuevo.
"En las relaciones diplomáticas es esencial la confianza y cuando se pierde, es muy difícil de recuperar, el invento de Solá no solo es un error que lo afecta personalmente a él, sino que deteriora el vínculo con un país esencial y con el principal organismo multilateral de crédito a nivel mundial, cuando ocurren cosas como estas, se llega a un punto de no retorno", describió un ex diplomático que trabajó en la gestión de Néstor Kirchner.
Pero tampoco es fácil efectuar el recambio en un lugar tan estratégico del gabinete sin provocar una crisis política, por lo que la evaluación hasta ayer -según explicaron los funcionarios consultados por Data Clave- era dar por superado el incidente sin adoptar ninguna decisión drástica de momento y aguardar el momento oportuno para proceder. Así se lo dejó claro al canciller, Santiago Cafiero quien, ante la insistencia de Solá finalmente lo atendió en el crepúsculo del miércoles. "Basta de excusas y explicaciones, ponete a laburar que hay mucho por hacer y tratá de cerrar la boca por un tiempo", le dijo el Jefe de Gabinete antes de cortarle el teléfono.
Román Lejtman, desde Infobae, agregó en la misma línea:
En estos 359 días como jefe de Estado, Alberto Fernández dialogó muy poco con Felipe Solá y no dudó en excluirlo de ciertos acontecimientos diplomáticos que marcaron la agenda geopolítica de la Argentina. Se trataba de un juego básico de simulación en el poder: Solá aparecía en la formalidad burocrática como ministro de Relaciones Exteriores, mientras el Presidente diseñaba su hoja de ruta internacional con sus secretarios y embajadores de confianza y la exclusión deliberada y perpetua de la Cancillería.
Pero este status quo inestable se rompió cuando Solá decidió inventar un diálogo completo entre Alberto Fernández y Joseph Biden, presidente electo de los Estados Unidos. Alberto Fernández ya no tiene confianza en su ministro y no forzó su reemplazo para evitar una crisis política cuando su foco está puesto en el debate del aborto, la negociación de la deuda externa, el relanzamiento de la economía y la vacunación masiva contra el COVID-19.
Para ponerlo en términos de realpolitik: Solá continúa como canciller por las prioridades que se fijó el Presidente. En otra coyuntura de poder interno, hoy asumiría un nuevo ministro de Relaciones Exteriores.
Solá ayer intentó dialogar con Alberto Fernández, pero todo fue en vano. El Presidente estaba irritado con su canciller -más que de costumbre- y se negó a contestar sus recurrentes llamados telefónicos. Mientras tanto, los amigos del ministro trataban de explicar off the record que Solá era un blanco móvil en la interna de Gabinete o un mártir político que había enfrentado a los medios para ocultar un grave error del jefe de Estado.
El canciller sufre las internas del Gobierno y provoca tiernas sonrisas cuando escribe disruptivas opiniones en el chat del Gabinete. Pero no hay un sólo indicio que permita asegurar que Solá se sacrificó para proteger la imagen pública de Alberto Fernández.
En este microclima político, Santiago Cafiero atendió la llamada urgente del ministro de Relaciones Exteriores. Era cerca de la hora del té y no duró más de 10 minutos. Solá argumentó que estaba perseguido por la interna de Balcarce 50 y que los detalles de su invento periodístico habían erosionado la figura presidencial.
El jefe de Gabinete sobresale por su calma manifiesta y su estilo componedor en una coalición política con socios mayoritarios que exhiben agendas contrapuestas y ambiciones excluyentes. Sin embargo, el tono y los argumentos de Solá fueron demasiado hasta para Cafiero.
- ¿Cómo fue la charla con Solá?-, le preguntó un asesor a Cafiero cuando el día agonizaba en la Casa Rosada.
- Puso excusas de lo que había ocurrido y trató de derivar culpas.
- ¿Y vos que le dijiste?
- Que se ordene, que no hable y que se dedique a trabajar.
Alberto Fernández está en una encrucijada. Ya ha prescindido de Solá, pero aún no decidió cuando terminará con la apariencia política.