Argentina evidenció en los últimos días que se convirtió en una gran villa miseria, donde el progresismo enseña en las aulas y los medios que hay que estar orgullosos de ser pobres y marginales. La meritocracia, de pronto, se convirtió en una mala palabra gracias al relato de familias acomodadas socioeconómicamente como los Kirchner o el propio Alberto Fernández, quien fue candidato en 2019 gracias a contactos como quien consigue un cargo público o un empleo en una empresa sin saber nada en la materia. Ni hablar de los Kirchner, quienes llegaron al poder a través de una descomposición política, económica y social del país.
Y LOS MEDIOS CALLAN
Alerta nacional: Argentina, una gran villa miseria
Los medios que dependen de la pauta oficial de la Casa Rosada intentan tapar lo que pasó en Argentina.
El problema más grave es que a la bandera de la meritocracia la intentaron "salvar" personajes nefastos de la política como Mauricio Macri, "hijo de" que jamás hizo el mínimo esfuerzo por trabajar. Solo se encargó de administrar y heredar los negocios de su padre, Franco Macri, quien conseguía contratos por contactos con la política y muchos con escándalos, al filo de las denuncias por supuesta corrupción.
Entonces, pasaron los años y, de ser piqueteros, los marginales pasaron a ser trabajadores de la economía popular. De ser pobres, pasaron a ser beneficiarios de planes sociales que cobran sin contrapartida alguna, estimulando la chatura y la pasividad frente al entorno que lo rodea.
Ojo: no se trata de pobres solo en términos económicos. La preocupación es por la pobreza intelectual, cultural y social también. La pobreza estructural.
Los festejos por la Copa del Mundo evidenciaron que el argentino promedio no puede celebrar sin consumir algún tipo de sustancia, ya sea marihuana, cocaína, alcohol o éxtasis. El argentino promedio tomó como costumbre subirse a lo más alto que permita el espacio público hasta que la estructura no dé más y, de ser necesario, romperse la cabeza contra el asfalto.
Si es necesario, deberá prender fuego lo que haya a su alrededor o, incluso, agarrarse a los botellazos o tiros con cualquier que marque un límite, sea este un vecino o una autoridad policial.
Como dicen los jóvenes en la actualidad: "Dársela en la pera". Una frase que grafica la idea de emborracharse y drogarse hasta quedar inconsciente como un boxeador que es noqueado dentro del ring.
¿Qué está pasando con el sistema representativo de la Argentina 2022, que no logra tomar consciencia de la gravedad del asunto y tilda de facho al que se manifiesta en contra de las imágenes de desborde popular? ¿Cuándo fue que el progresismo argentino creyó que ganó la batalla cultural?
Es un problema muy grave porque esto atraviesa a las principales coaliciones -Frente de Todos y Juntos por el Cambio-, sin respuesta alguna desde hace décadas.
Otro tema clave del conflicto moral que atraviesa el país: ¿Qué está pasando como sociedad en un país repleto de progresistas que ayer denunciaban a Qatar por su cultura pero hoy reciben eufóricos la Copa del Mundo?
Es evidente que Argentina tiene un grave problema estructural del cual los políticos intentan sacar algún tipo de rédito con relatos en función de las encuestas. El punto es que esta realidad no le sirve ni a los políticos ni a la sociedad. Llegó el momento de repensar esta democracia que hoy representa a muy pocos.
La Copa del Mundo no va a solucionar esto por sí sola pero podría ser el puntapié inicial para comenzar a dar el debate de cómo se hace realmente para salir adelante y conseguir los logros que verdaderamente son importantes y representativos para una sociedad. Sin dudas, con feriados, droga, alcohol, robos, tiroteos y saqueos, no es.
La última pregunta: ¿Quién le hizo creer a los imbéciles del Frente de Todos que solo la clase popular o los pobres celebraron el triunfo de la Selección Argentina? Bien por Lionel Messi, Lionel Scaloni y Claudio Tapia por no prestarse a una foto con semejantes ridículos.
Pareciera que en este país si no te rompés la cabeza de alguna manera, no sos argentino. Están completamente enfermos y desquiciados.
Gravísimo error si Juntos por el Cambio cree que la desconexión entre la sociedad, la Selección Nacional y la política es solo con el Frente de Todos.
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