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LA MAYORÍA LO PADECE

El Síndrome del Impostor: Qué es y cómo superarlo

Entre el 70% y 80% de la población experimenta el síndrome del impostor en algún momento de su vida. Un dato alarmante que subraya la necesidad de reconocer y abordar este desafío psicológico.

En el mundo actual, donde el éxito se mide a menudo por logros tangibles y reconocimiento público, existe un fenómeno psicológico que acecha silenciosamente a muchos individuos aparentemente triunfadores. El síndrome del impostor, como lo describe Verónica Dobronich, co fundadora de Gimnasio de emociones, es una condición que afecta a un espectro sorprendente de personas, que van desde estudiantes inexpertos hasta profesionales consagrados en la cúspide de sus carreras.

Este síndrome se manifiesta como una persistente sensación de fraudulencia, una voz interior que susurra constantemente que nuestros logros son fruto del azar o de factores externos, mas no de nuestras propias capacidades. Dobronich señala que quienes padecen este fenómeno suelen atribuir sus éxitos a la fortuna, al esfuerzo desmedido o a la asistencia de terceros, negándose a reconocer su talento innato o habilidades adquiridas.

La experta advierte sobre el impacto multifacético de este síndrome en diversos aspectos de la vida. En el plano emocional, erosiona la autoestima, sembrando dudas sobre el propio valor y generando una constante subestimación personal. Esta inseguridad puede manifestarse en un perfeccionismo exacerbado, una búsqueda incesante de la excelencia que, paradójicamente, puede conducir al agotamiento y al temido burnout, un estado de agotamiento físico, emocional y mental que resulta de un estrés crónico relacionado con el trabajo.

Sin embargo, el síndrome del impostor no se limita a afectar el mundo interior, sus tentáculos se extienden al ámbito interpersonal. Dobronich explica que las personas que lo experimentan pueden mostrar recelo a solicitar ayuda o compartir sus logros, temiendo el escrutinio y el juicio ajeno. Este aislamiento autoimpuesto puede obstaculizar el desarrollo de relaciones sólidas y enriquecedoras, tanto en el ámbito personal como profesional.

El síndrome del impostor en el ámbito académico y profesional

Ahora bien, en el terreno laboral, las consecuencias pueden ser igual de dañinas. El miedo a ser "descubierto" como un fraude puede llevar a algunos a procrastinar, evitando tareas que perciben como amenazantes para su imagen. Otros, en cambio, pueden caer en la trampa del sobreesfuerzo, trabajando sin parar para demostrar su valor, lo que afecta su salud y bienestar.

Las estadísticas que Dobronich presenta son reveladoras y, en cierta medida, alarmantes. La American Psychological Association (APA) estima que entre el 70% y 80% de la población experimenta el síndrome del impostor en algún momento de su vida. Este dato subraya la universalidad del fenómeno, que no discrimina por edad, género o nivel de experiencia.

Sin embargo, ciertos grupos parecen ser más susceptibles. Las mujeres, especialmente aquellas que se desenvuelven en entornos laborales predominantemente masculinos, reportan este síndrome con mayor frecuencia. Un estudio publicado en la Journal of Behavioral Science, revela que el 75% de las mujeres en posiciones de liderazgo han lidiado con estos sentimientos de inadecuación.

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En lo que respecta al ámbito académico, este tampoco se encuentra exento de esta problemática. La co fundadora menciona un estudio de 2019 que encontró que el 58% de los estudiantes universitarios en Estados Unidos experimentaban el síndrome del impostor. Esta cifra es particularmente preocupante, considerando el impacto que puede tener en el rendimiento académico y el desarrollo profesional futuro de estos jóvenes.

En el mundo corporativo, la situación no es más alentadora. Una encuesta de KPMG en 2020 arrojó que el 75% de las mujeres ejecutivas habían experimentado el síndrome del impostor en algún punto de su trayectoria profesional. Este dato subraya la persistencia del fenómeno incluso en los niveles más altos de la jerarquía empresarial.

La búsqueda incesante de perfección

Dobronich también destaca la correlación entre el síndrome del impostor y problemas de salud mental más graves. Cita un estudio del Journal of General Internal Medicine que vincula este fenómeno con un mayor riesgo de burnout, ansiedad y depresión entre los profesionales de la medicina. Esta conexión es particularmente alarmante en profesiones de alta presión, donde la salud mental es crucial para un desempeño óptimo.

No obstante, al concluir su análisis, Dobronich enfatiza que reconocer la existencia del síndrome del impostor es el primer paso para superarlo. Subraya la importancia de aprender a aceptar y celebrar los logros propios, buscar apoyo cuando sea necesario y desafiar activamente los pensamientos negativos que perpetúan este ciclo de duda.

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